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ABC MADRID 27-07-1969 página 98
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ABC MADRID 27-07-1969 página 98

  • EdiciónABC, MADRID
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tamienito químico es sospechoso de haber provocado disturbios orgánicos. A menudo sólo se trata de molestias anodinas, pero no siempre. De los mil accidentes fichados, cincuenta y ocho terminaron en fallecimiento y cincuenta y nueve dejaron en sus víctimas secuelas graves. -Nuestro primer objetivo- -explica el profesor Roche- -es atraer la atención de los médicos, del público y de los laboratorios farmacéuticos hacia el problema de mos el ejemplo del cloranfenicol (un anti- tinúa siendo ciega. En caso de accidente biótico) si se afirma que este medica- se acusa al médico o al farmacéutico. Se mento sólo provoca complicación una vez cree en un error de prescripción, pero no entre mil, nadie presta atención. En cam- se acusa al medicamento. bio, si se dice que de un millón de perso- -Ya es hora- -afirma el profesor Louis nas que toman grageas á base de cloran- Roche- -de abandonar esta idea. En realifenicol cien se exponen a una aplasia me- dad, algunos productos cuya eficacia está dular es decir, una anemia sanguínea probada y que se encuentran en todos los irreversible que las condena a llevar una botiquines resultan al usarlos menos invida de inválido, todo el mundo se verá ofensivos de lo que habían hecho creer obligado a reflexionar. Y ante todo, el mé- los experimentos animales ly clínicos. Estos medicamentos son peligrosos por naturaleza Lo que pasa es que no se conoce su verdadero potencian tóxico. N O HUBO ERROR DE DOSIS Para el equipo del profesor Boche todo comenzó por la práctica cotidiana en el Centro Antitóxico. En este servicio se trata a gentes desesperadas que han absorbido tubos de somníferos, neurópatas que han abusado de los euforizantes, personas recargadas de trabajo que han tomado estimulantes. Ahora bien, para explicar esas intoxicaciones, desde hace mucho tiempo han prevalecido dos ideas simples. O bien se debían a una ingestión masiva de un producto o bien se trataba de un fenómeno de alergia desencadenado por la sensibilidad particular del paciente. Pero nos hemos dado cuenta de que había una tercera explicación posible- -dice el profesor Boche- la reacción a una dosis normal de un medicamento. Esto fue lo que nos puso sobre la pista de los accidentes terapéuticos. Nos han traído enfermos cuyos síntomas de intoxicación aparecieron al serles administrados t r a t a mientos completamente clásicos. El médico no había cometido error de dosificación en la administración del medicamento. Advertíamos también que el disturbio no aparecía en los primeros días de uso de la medicina. En consecuencia, no era una dosis ínfima lo que había actuado sobre el enfermo- -eso habría podido ser un fenómeno de alergia- sino la repetición, la acumulación de dosis normales. Llegamos a la conclusión de que medicamentos muy conocidos podían ser nocivos por naturaleza. Los toxicólogos lioneses decidieron, por tanto, emprender una investigación respecto a ellos. Esto no fue fácil, p o r q u e relacionar los accidentes imputados a los medicamentos era provocar una pequeña revolución en los hospitales. Los médicos de los diferentes servicios se mostraron al principio muy reacios. Se tardaron meses en reunir las cien primeras fichas. Hoy el centro recibe cinco veces más información que al principio, pero ésta procede, en su mayor parte, de los hospitales de Lyon. Los médicos de la ciudad proporcionan muy pocas fichas todavía. Para efectuar su encuesta, el profesor Roche envía circulares, invito a sus colegas a celebrar coloquios y pone a la disposición de todos los médicos de la región lionesa una ficha standard -Para e v i t a r una mala impresión, nuestras fichas no utilizan ni una vez la palabra accidente -precisa el doctor Vincent, ayudante del profesor- Sólo consignan incidentes- coincidencias lo que significa: incidentes que coinciden con un tratamiento. Los médicos son invitados a consignar, en cada uno de estos formularios, dos tipos de informaciones confidenciales. Describen, primero, los incidentes observados en su paciente: edema, vómitos, vértigos, etc. Luego citan los nombres de las drogas sospechosas y que son pro- Sería conveniente que las industrias farmacéuticas señalasen por su ouenta a los médicos los peligros eventuales de sus productos. A este respecto, las contraindicaciones que mencionan los prospectos publicitarios son, a menudo, demasiado vagas. dico de cabecera, que se preguntará si este antiinfeccioso es absolutamente irreemplazable. Todo consiste en la manera de exponer el problema. En cuanto al público, según el equipo del profesor Roche, ha conservado una idiea casi mágica del medicamento que no puede fallar. Hoy, después del drama de la thalidomida, las mujeres embarazadas vacilan en tomar tranquilizantes, pero la confianza en las pildoras, grageas y supositorios de prescripción corriente con- los accidentes provocados por los medicamentos. Los laboratorios estiman que estos incidentes son el precio inevitable del progreso y que son estadísticamente despreciables: uno entre cien mil. Si su número parece aumentar, dicen, es porque los productos proliferan y se consumen de una forma masiva. -IBsto es exacto- -reconoce el profesor Boche- mas para la víctima del accidente el riesgo es del cien por cien. 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