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ABC MADRID 18-07-1969 página 84
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ABC MADRID 18-07-1969 página 84

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página84
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encarama hasta el castillo de San Juan de las Águilas y empina pequeños pomas de gracia meditsrránea en breves colinas rematadas por viejos molinos. E! pueblo que. por tracería, porte y herencia, es ciudad, no coge de paso al viajero ni pilla de camino. Águilas exige, para darse, que de verdad se quiara ir hasta allí, que exista un amohoso deseo. Hav, por eso, que darle insistentes vueltas a las sierras. de frenético azul, hasta avisar la blanca maravilla. Entonces, con la vida tan próxima y cálida, con el mar tan amigo y confidente, se siente uno bastante lejos del mundo, inquilino de otra tierra. Águilas coge a trasmano, y los ingleses, los diplomáticos nórdicos acreditados sn Madrid, los franceses al acecho, lo han descubierto antes que los propios nativos de la capital murciana. En el rico manual de espumas que se alarga 178 kilómetros por la provincia de Murcia, Águilas es todavía una sorp. esa para muchos murcianos, igual que fue residencia habitual para muchos ingleses. Por aquí, por esté rincón silente y delicado, entraron a España viajas culturas, recados del sabsr. Con una mano, al atardecer, se toca Oriente, y de la mano enamorada y sabia de aquel gran amador de esta tierra que fue don Luis Siret, se puso en pie el pasmo de la cultura argárica. En el hondón de la mar duermen fidelísimas, presencias cerámicas de Fenicia y Gracia. Y a la sombra cobijadora de los grandes ficus puede escucharse a Paco el de la bomba, su aventura de Palomares y el suma v sigue de su relación con Washington. Aquí, los mancos, hacen relojes de pulsera. Cada casa hace esmero de corte- El cargadero de mineral es, ya, casi un testimonio artístico. Ha perdido actividad, pero le da una emoción bella y romántica a la tarde. Algún que otro barco llega aún a su vera. Bajo estas líneas, la hermosa bahía, el puerto y la Punta del Aguilica. á -VK; sías. Hubo mucho viaje de ida y vuelta entre Águilas y Londres, y aso le dio cosmopolitismo a la moda femenina y curó de espanto a los aguilenos. En El Hornillo, donde la gente ha bautizado con Las cuatro plumas la plural residencia de cuatro escritores jóvenes de hoy, se tiende, apuntando a África, una romántica y horizontal versión de la torre Eiffel, que fue el activo cargadero de mineral. Es ya un monumento del paisaje que haca bien con las pitas, el laurel rosa y la bugahvilla y unas montañas barrocas y cárdenas. Trazado a cordel, limpio, ordenado por la previsión de Carlos n i y la diligencia del conde de Aranda, Águilas es el puerto y las redes ds colores: la niquelada marisquen de cada tarde y el piano que aún colea en cada familia; el poder comprar sin dinero y el pedir que se os dará. No ha tenido mucha literatura el pueblo. Sin embargo, todo el pueblo sumó, de-

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