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ABC MADRID 05-07-1969 página 3
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ABC MADRID 05-07-1969 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO P R E N SA SOCIED AD M A D POR ESPAÑOLA, ANÓNIMA R I D FUNDADO EN 1906 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA ABC nes, ha pasado no como un héroe legendario, sino como un ser vivo y real, y. pese a esta prolongación de vida que le da un novelista de nuestros días, pensamos que no hay nada tan patético y emocionante como sentir que la locura de Don Quijote, cuando el sol declina sobre las bardas del corral, despierta con sus sueños disipados, volviendo a la vida del pensamiento puro. Podemos creer que la aventura más gloriosa de Don Quijote fue la de su muerte. Francisco de COSSIO REDA C C I ON, ADMINISTRACIÓN Y TAL L E RES: SERRANO, 61- MADRID EL PASTOR QUUOTIZ E L Quijote libro famoso, poco leído, siquiera todos saben algo de ¿1, ha inspirado a escritores, comentaristas y críticos multitud de libros, ya críticos, ya literarios ya esotéricos. Es decir, que ha rebasado todas las fronteras, y se han hecho de él innúmeras ediciones. Es, en suma, nuestro libro nacional, por el que se nos conoce en todos los hogares del mundo. Cervantes y Shakespeare son los dos escritores más nombrados y difundidos en cualquier lugar. En nuestro tiempo, en España, se han escrito dos libros de singular interés sobre el Quijote Uno, de don Rafael López de Haro, que nos anticipa las aventuras de este héroe nacional, narrándonos su vida, antes de sus famosas aventuras, es decir, en su infancia y su juventud. Otro, el muy notable, también, de José Camón Aznar, titulado El pastor Quijotiz es decir, una tercera p a r t e de L vida de don Quijote, tal como si a hubiese seguido viviendo, cumpliendo, al convertirse un año en pastor, la penitencia para poder desencantar a Dulcinea. Yo pienso, sin embargo, que el capítulo más sublime y patético de Don Quijote, es el de su muerte. Quebrantado por sus aventuras y su derrota, cae en el lecho, para no levantarse más de él con vida. Queda una hora dormido profundamente, y despierta habiendo recobrado la cordura. En los nidos de antaño, dice a Sancho, no hay pájaros hogaño. Es entonces cuando quienes le rodean empiezan a estar un poco locos, por aquello de que un loco hace ciento. Esto, no obstante, Camón Aznar, en su profundo libro, y llamando a Don Quijote el pastor Quijotiz nos ofrece un interesante relato, que es una fantasía de las venturas, aventuras y desventuras de lo que hubiese sido la vida de Don Quijote de h a b e r l a continuado como pastor. No creo que haya tenido la pretensión de rematar una vida que, a mi modo de ver, la acabó Cervantes, dándole un final emocionante, cuando ya no era posible la continuidad. No obstante, este escritor ha conseguido, al prolongarle la vida y aun dejándole huérfano de Sancho, quien muere lamentablemente, un libro vigoroso de estilo y profundo de pensamiento. XJna fantasía, en suma, digna de un. gran escritor. Camón Aznar es aragdPnés y no se resigna, sin duda, de que Cervantes no lleve por segunda vez a Don Quijote a Zaragoza. No obstante estos reparos, nos hallamos ante un libro muy profundo y magníficamente escrito, en ese estilo que tanto nos recuerda al de Gracián, que también era aragonés. Avellaneda escribió un falso Quijote Camón Aznar ha escrito una tercera parte del Quijote Su libro tiene la virtud de no estar escrito en un estilo arcaico, es decir, el de no fingir el estilo de Cervante s. sino el hacer un libro moderno, sin otras pretensiones que las de esbozar una fantasía que viene a ser como un sueño, un homenaje que un gran escritor de nuestro tiempo rinde a Cervantes, ya que, a fin de cuentas, Don Quijote no puede morir nunca. Don Quijote, a través de las generacio- JUBILACIÓN EN LAS ALTURAS C UANDO el último de los justos, fallecido en aquel atardecer primaveral, subió a la gloria, lo hizo de un modo completamente insólito. En sus manos llevaba un gran manojo de periódicos madrileños. Después de tomar posesión del escaño que sus méritos y virtudes le hablan alcanzado, repartió algunos ejemplares entre sus más cercanos- -y ya eternos- -compañeros y, tomando uno para sí, lo abrió por la página señalada de antemano, leyendo con vúz angelical la increíble noticia. Reforma del calendario litúrgico -Treinta y tres santos pasan a la reserva- Hubo un silencio expectante. Se formaron grupos. Los muy antiguos ignoraban lo que era un periódico. En sus tiempos terrenales, los medios de información eran muy distintos. Los jóvenes apenas podían disimular su impaciencia por conocer la situación de su equipo favorito de football Al fin, coincidieron unos cuantos afectados por la reforma y una dulce figura, con una muy dulce voz, susurró: Parece imposible... Jubilada yo... Con la cantidad de cosas difíciles y complicadas que he resuelto a los humanos. ¡Cómo imploraban ante mí! Santa Rita, Santa Rita, lo que se da... Porque en el ánimo de todos estaba la defensa- -heroica a veces- -que siempre he hecho de la propiedad. Terció San Roque: ¿Pues y yo? Yo estoy disgustadísimo. Me han eliminado del 15 de agosto. El 16 de agosto era mi día de salida. Me llevaban en procesión per casi todas las calles de casi todos los pueblos de España. Muy de mañana, me ponían sobre las andas hecho un bembón. Lleno de flores y de luces, con mi esclavina- -según los climas- con mi llaga incurable, con mi perro fiel, llevando en lo boca el pan que habíamos de compartir. Cierto que en algunas Hace desaparecer las asperezas y el vello superfluo imágenes me representaban tan sumamente feo, que nadie podía, mirándome, rezar entero el Padrenuestro. Cierto, también, que algunas veces cantaban algunas cosas... San Roque bendito. Devino señor. Que fuiste elegida, P a Madre de Dios. Pero ni el Señor, ni su Madre se sentían ofendidos. Era tan auténtico el fervor, tan candorosos los corazones de los cantantes, que se imponía la sonrisa. No han sido ellos la causa de mi cese, IJÍD Otros bien distintos fueron mis enemigos. Concretamente, los antibióticos. Desde que aparecieron en la Tierra se infiltraron en mi área milagrosa y ya todos los éxitos fueron para ellos. No les quito méritos, pero, en multitud de casos, sin mi intervención ¿oué ocurriría? eh, ¿qué ocurriría... Grande, inmenso, se alzó San Cristóbal. Era la primera vez que no encontraba deliciosa su carga. Estaba abatido. Yo no puedo culpar a nadie de mi destitución- -reconoció humilde- Absolutamente toda la culpa es mía. Yo soy más bien tranquilo y no estaba reparado para actuar en esa tremenda barabúnda que son las ciudades modernas. Mi cometido siempre había sido de a pie. Ahora- -aunque bien situado en la delantera y mejor representado en placas ereciosas- -no podía apearme mucho del coche. Un mareo. Entre mis devotos, los había de todos los temperamentos. Prudentes, alocados, serenos, nerviosos, inconscientes, correctos... Y lo que era peor. Mal. muy mal hablados. Yo soportaba, estoicamente! os frenazos violentos, los embote, Uamientgs asfixiantes, la radio con mVsica estridente. Pero cuando en las horas punta mis protegidos, hechos unos basiliscos, empezaban a insultarse y a decir palabras gruesas, yo, la verdad, perdía el control, me ponía colorado, cerraba simultáneamente ios oídos y el dispositivo de protección y... ¡Paff! 83.000 víctimas en un año son demasiadas víctimas. Lo reconozco. Estoy justa, irremediablemente dimitido. Como una centella apareció Santa Bárbara. Llegaba radiante. Luminosa. Y aseguró optimista: Pues yo no paso a la reserva. Me apoyan tres elementos estupendos. Los rayos, los de minas y los artilleros. Los tres tienen cualidades afines y sus posibilidades mortíferas son temibles. Si por aspectos humanos unos u otros me fallasen y el 4 de diciembre yo no tuviese ni músicas ni velas, ni misa con sermón laudatorio, quizá, quizá, el día no terminase sin que una bien apañadita tormenta les obligase a recurrir a mí. Pero estoy segura de no tener que llegar a ese extremo. Algo muy íntimo- -fuerte y dulce a la vez- -me dice que yo no paso a la reserva. Poco después nacía la noche y una paz infinita lo llenaba todo. Desapareció tsSSa inquietud. Nuestros santos, activos y pasivos, unidos jubilosamente en fervoroso sindicato, rodearon al recién llegado para congratularse de que fuese- -como ellos- -inquilino definitivo en la mansión de la Vida perdurable y de la eterna felicidad. Pilar CALVO SOTELO

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