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ABC MADRID 03-07-1969 página 114
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ABC MADRID 03-07-1969 página 114

  • EdiciónABC, MADRID
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NUESTRAS CRITICAS Editorial Oriens, Madrid VANCE. -Un primer libro de poemas es siempre un estuche de interroga. XjL ciones. Avanza, impávido, el portador de lirismo, con un emocionante impetu de auto- definición. Se le nota, al poeta, el afán de darse entero y verdadero; de no perder ocasión de proyectar hacia afuera la totalidad de una experiencia. No conozco el primer libro de poesía de Manuel Ríos Ruiz, La búsqueda apareciio en 1963. Pero yo diría Que en este que me llega ahora se arrastra ese anhelo de totalidad, esa voluntad de mensaje que corresponde a una salida inicial: a esa primera recopilación epilogal, en la que el poeta hace un balance emocional, un borrón y cuenta nueva de su experiencia antigua. SUR -Poeta de Sur abre el libro con dos dedicatorias: A la memoria de Antonio Machado, todavía en tierra extraña y A la memoria de Manuel Machado, todavía sin reivindicar Más signos de su itinerario Úrico: Píndaro no te empeñes en ser Dios; para el mortal, sueños de mortal Rilke tener cariño era una angustia, ¿entiendes? Neruda la. junta de los siglos- -exprimiendo su jugo- -en nuestras venas Aleixanire, Unamuno y, de un modo especialmente patético. Miguel Hernández. Encuadre suficiente para iniciar el merodeo en torno de la obra. Predominio de lo profunio: de lo dramático. Grave buceo en las tierras patéticas del meridión peninsular a través de un alma expectante y dolorosa. Veamos cómo. MONOLOQUIO. -El lapidariamente: libro se abre, asi. DOLOR DE SUR De Manuel RÍOS RUIZ Por Guillermo DIAZ- PLAJA De la Real Academia Española Ayer, hoy, mañana, en cada limbo siempre asi, extraño luto: el pan allá, vivificado; la canción sin paz. acá, inquebrantable. (Pág. 40) Esta realidad está hecha de horizontes humildes. En el poema titulado Evocación de Miguel Hernández en primavera presenta sus cartas credenciales, como cuándo el propio Miguel llamaba a Ramón Sijé compañero del alma, compañero Diciéndole: te sé hombre, Miguel, porque estás muerto. -Y hombre soy. Y pastor fui. Y heme de morir Pág. 73) Tierra, levadura de hálitos, riqueza sote rrada, posada de trashumantes voces y pregones, antología de coplas, malvendido romance, cómo lloran tus hijos sobre tu olvido la verdad de tus manos vacias. (Pág. 62) Si. Hay mucho de Miguel Hernández, del niño yuntero que se mira en la geografía arisca de esta espaciosa y triste España que mastica dolor y pesadumbre. Siempre con ¡a Muerte al fondo. FORMA. -Para el reflejo de esta patética orografía el poeta usa con frecuencia del modismo popular, que, a veces, cobra un valor ambiental y documental (como en el poema dedicado a Miguel Hernández: tuve una bocifuego la ardentía de una chiva huelo a suarda Pero, evitando el fácil socorro del decir labriego, hay en estos poemas una voluntad estilística de expresar lo elemental con palabras elementales; de partir de una radical y simple realidad terral y pastora, aun cuando en este modo coloquial se introduzcan- -como rayos vehementes- -metáforas altivas; asi cuando llama a la hormiga roja, minúscula sacerdotisa de la tenacidad (Pág. 24) o nos habla de la razón de los barbechos o la piedad del jaramugo (página 25) A cada paso el tirón del surco lairador, de los seres elementales, regresa el poema a una realidad simplísima de boñiga, recental o cencerro. Es una inmersión rálida en el mundo de la agricultura humilde, de la cotidianidad inmediata que el poeta adolescente respira y que, a través de los años y del recuerdo, parece como si nos la hiciera respirar. Una poética asi exige pocos artilugios retóricos. Deliberadamente, el de la rima está excluido. La sucesión estrófica no aparece en normas regulares. Alguna vez, un poco ingenuamente, ofrece grafismos escalonados que subrayan la ruptura sincopada de un verso, para señalar el dinamismo en cascada de la frase. En algunos poemas, una cierta majestad continuada se obtiene con series de alejandrinos, cuya regularidad se rompe en un disparo ultraista. Así, por ejemplo: Es gravedad que recuerdo, es algo que me unce a mi misma voluntad de entonces, piélago bravio, y todas las hornacinas y tinajas, en sus pretéritos, guardan falsetes, trémoles, arpegios, ras gueos. para salobrar a mi corazón, rombodode caedro trastrocado. iPág. 29. Dejadme solo esta tarde que tengo que hablar contigo y tiene Dios que escucharme. (Pág. 13 al modo proverbial de Antonio Machado quien habla solo espera hablar a Dios ara día La cuadratura machadiana le entrega el itinerario entre el alma y su creador. i Anoche cuando dormía... El sueñe, como diálogo en profundidad: Quedaros Levantad combatid pasead el a soñar. Por Dios, quedaros unos metros la esperanza, el hastio de lo externo, alma, el alba, por la tierra. (Pág. 311 poesía oníriSe trata de del cinturón de lo abso- i Manuel Ríos IRuiz Atención; no se trata de ca, de invención surrealista. emerger, intermitentemente, de lo terrenal, en demanda Un contorno de cosas terrosamente humanas, humildemente campesinas rodea la infancia del poeta. Los amigos sencillos del cante y la taberna: la voz oscura del balido y del mugido, en la solitaria inmensidad campestre, entreverada a los recuerdos amigos de Juan Lara, de Rafael de Paula, de Juan Jamare o Manuel Parrilla, o de los padres antiguos; o del abuelo casi mitológico. Este mundo animal, vegetal y mineral, primario y a la vez absoluto vibra en estos toemos, desalentada y briosamente, con una fuerza de limo elemental y permanente; de arcilla resquebrajada. Es un mundo sórdido y sediento, sufrido e inmóvil.

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