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ABC MADRID 01-07-1969 página 18
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ABC MADRID 01-07-1969 página 18

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC. MARTES 1 E J U L I O DE 1969. EDICIÓN DE LA MAÑANA. PAG. 18. ABC DIRECTOR: Torcuato LUCA de TENA DIRECTOR ADJUNTO: Pedro de LORENZO SUBDIRECTOR: Jesús REVUELTA IMAZ REDACCIÓN. ADMINISTRACIÓN Y TÁLLERES: SERRANO, 61 MADRID. APARTADO NUM 43- TELEF 225 17 10 ü ¿Editor: PRENSA ESPAÑOLA. S. A tüi NARCISO, EN EL PLANETARIO Cuando el Ayuntamiento haga construir su planetario en el Parque del Retiro, los niños y los curiosos- -hay una cierta forma de curiosidad capaz de reconstruir nuestra infancia- -podrán contemplar el misterioso bogar de los astros en su pequeña bóveda fingida. Si se me propusiera definir de manera compendiosa, brevísima, en qué ha consistido la aventura humana, diría: en reducir la inmensidad a escala de hombre. Todo planetario, incluso éste, rudo y torpe, cuyas ruedecillas yo manejo, no es otra cosa que ese intento: reducir para entender; minimizar para describir. Eso hacía Bernard le Bouvier de Fontenelle, en todo momento numen, pilar, cimiento, de esta columna, cuando le explicaba a su marquesa las características de Vrtius, Marte, Saturno y le decía que la una estaba habitada como todos los planetas; lo que si a comienzos del siglo XVIII era un error científico- filosófico, ahora está a punto de convertirse en una graciosa predicción. No otra cosa hacía Ptolomeo Evergetes cuando entregaba al mundo antiguo ese regalo hecho de briznas temporales que es el día, construido cada cuatro años con finísimo polvo de siglos. La excentricidad de la órbita terrestre produce esa casi imperceptible erosión en la piel del tiempo, que se evapora en las clepsidras, se adormece en los péndulos, difumínase hecha sombra en los cuadrantes solares y que, sin embargo, sutilísimo cendal como es, que escapa a toda mesura, puede contener la partícula infinitesimal de nuestra vida a la que damos el nombre planetario arbitrario de nuestra muerte. Porque es bien cierto aquello de que la vita fugit velunt umbra. Vuinerant omnes, última necat que nos advierte desde los más ancianos relojes de sol de nuestra cultura. En el planetario del Retiro todas esas porciones infinitamente pequeñas de la gran máquina solar, de la gasa delicadísima de las galaxias, serán más pequeñas aún, desaparecerán. Y así será como el niño y el curioso puedan penetrar con seguro paso en los nuevos territorios del hombre que en las noches claras vemos inmensos y lejanos. Tan lejos como un lucero está de la Tierra está el diminuto astro que es uno de nuestros genes, de nuestra conciencia. Y, sin embargo, luceros, y Tierra; genes y conciencia, son ruedecillas de una misma mecánica celeste, de la que el hombre es una partícula. Entre la memoria molecular y la lejanísima estrella Delta Cepheí que desde hace millones de siglos nos envía sus pulsaciones de luz al ritmo lentamente variante de cinco días y un tercio, existe un nexo oculto, imposible de reproducir en un planetario como el del Retiro, lo que no nos priva de sospechar que pueda haber una misma clave para esa enorme pulsación estelar y para nuestro código genético. El día en que un verdadero poeta sea capaz de crear la mitología de nuestro tiempo tendrá que pintar a Narciso, niño, absorto en la contemplación del planetario del Retiro. No al agua mirará, sino a la bóveda astronómica. ¿Qué miras, niño? le dirá alguien. Me estoy mirando -Lorenzo LÓPEZ SANCHO. OT EJEMPLO DESOLIDARIDAD l pueblo no entiende las leyes, pero sabe dónde está la justicia. Ignora muchas páginas de la Historia, mas guarda una excepcional clarividencia para saber cuál es la mejor interpretación que hay que dar en cada instante a los intereses del Estado. 1 hombre de la calle posee una extraordinaria intuición que le permite percibir siempre de qué lado está la verdad y de cuál otro el error. Así, cuando al país le sacuden conmociones de profundo significado histórico, el pueblo se apresta a hacer oír su voz y arriesga su opinión. Porque nunca cree que los problemas nacionales constituyen jurisdicción exclusiva de los que gobiernan. Por el contralio, piensa que le afectan directamente como algo entrañable, íntimo y casi familiar. De ahí su radical inclinación a comprometerse. A comprometerse por hermosas y nobles razones como el honor jr la libertad. Y en esta línea toma partido apasionadamente dando muestras de un. extraordinario sentido de la realidad de las cosas. Así, en el caso de los trabajadores de Gibraltar, sabe muy bien que no se trata de una cortina de humo que hubiera podido crearse artificialmente para distraer la atención de otros afanes interiores. La liberación de la mano de obra española de la servidumbre de aquella Colonia, así como la reciente suspensión del servicio del ferry son medidas profundamente populares, tras las que España aparece entera, erguida y apretada en un vivo haz de pareceres coincidentes. En este sentido produce la más honda emoción la lectura de tantas adhesiones como siguen llegando, de todos los rincones de la Patria, a las más altas jerarquías del Estado. Y no se trata sólo de palabras. Son los obreros de determinada fábrica que ofrecen parte de su sueldo para ayudar a sus compañeros de La Línea, la señora que envía mil pesetas en un sobre dirigido a un ministro, el maestro jubilado que se brinda a ceder sus haberes de un mes, el ordenanza que sacrifica su paga extraordinaria del 18 de julio, el notario que se compromete a contribuir con diez mil pesetas mensuales y el periodista que pone a disposición del Gobierno el importe de sus colaboraciones de Prensa. Tales gestos representan el estado de una conciencia nacional que quiere mostrar su compenetración con las iniciativas oficiales. Ese unánime apoyo con que el pueblo español se ha prestado al propósito de hacer prosperar una región andaluza y de dignificar la vida de unos trabajadores ha puesto plenamente en vigor la que llamó Donoso Cortés política del entusiasmo No se trata, pues, de cortinas de humo ni de vanos estímulos del viejo orgullo nacional. Sino de algo más hondo y constructivo. Entre la áspera zarza del violento individualismo hispánico ha florecido un sentimiento nuevo de entrañable y fraterna solidaridad. BREVERIAS Los funcionarios civiles de la Administración del Estado que durante la guerra fueron oficiales provisionales vienen padeciendo las consecuencias de lo que juzgan una laguna legislativa en las disposiciones relativas a trienios. En efecto, la Ley de Retribuciones de los Funcionarios de la Administración Civil dispuso que, para la determinación de trienios, sólo se tendría en cuenta el tiempo efectivamente servido desempeñado TRIENIOS en plaza o destino en propiedad: Sin embargo, ese mismo tiempo productor de trienios que a ellos se les veda les fue reconocido a otros funcionarios, que pudieron añadir a su antigüedad los servicios prestados como provisionales. Parece un contrasentido que iguales servicios tengan diferente consideración por la sola circunstancia de que unos profesionalizaron sus servicios al Estado en una u otra Administración. Un lector de A B C, residente en los Estados Unidos, nos expone un problema que afecta a muchos compatriotas nuestros afincados en aquel país. En efecto, los españoles que tienen concedida la residencia permanente en los Estados Unidos y se hallan en edad militar pueden ser movilizados por esa nación, a despecho de conservar su ciudadanía española, incluso hallándose sujetos a situación militar a través de nuestros Consulados. A muchos de ellos, obligados a servir las armas bajo otra bandera, se les plantea la coyuntura de abandonar un país en ¿I que están legalmente admitidos como residentes permanentes, pero del que no se hicieron ciudadanos por no renunciar a su condición de españoles. Ignoramos si el caso será susceptible de negociaciones bilaterales entre los dos países para lograr una fórmula satisfactoria de arreglo. Recientemente se elevaron múltiples voces de- protesta por el hecho de que los españoles residentes en Australia se hallaban también sometidos al servicio militar en aquel país. En Estados Unidos sucede lo mismo, pero con jóvenes que conser. van su condición jurídica de españoles. En el tablón de anuncios UUincniau de cierto Instituto madrileño- -y nos consta que, por desgracia, no es el único- -se previene a los alumnos libres que deberán concurrir a examen pro ristos del libro de un determinado autor, que curiosamente resulta ser el catedrático de la asignatura. Más de una vez hemos deplorado esta práctica, ya que todos los libros son aprobados por el Ministerio de Educación y Ciencia, y bajo ningún concepto debería imponerse al alumno uno determinado. Esta queja viene a coincidir corl la que nos formula un padre abrumado por las exigencias del colegio donde estudian sus hijos: bolsas y equipos de deporte o uniformes que hay que adquirir en unos determinados almacenes, aunque sean sensiblemente iguales a los vendidos en otros. Incluso son muchos los colegios que de un año a otro cambian el color del equipo de deportes o del uniforme. Llega así un momento en que el infeliz padre de familia no sabe si ha confiado sus hijos a educadores o a corxerciantes.

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