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ABC MADRID 20-06-1969 página 121
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ABC MADRID 20-06-1969 página 121

  • EdiciónABC, MADRID
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CRITICA DE EXPOSICIONES Por A. M. CAMPOY Guic bió- trampa 1 S E inaugura una nueva s a l a de arta, EDAF, que hace la número nueve de las abiertas al público durante la pres e n t é temporada. Madrid, proporcionalmente, tiene ya más galenas de arte que Farís, lo cual puede indicar, en principio, que su mercado de arta es muy importante. Cierto que no todas las galerías consiguen desenvolverse desahogadamente y que algunas de ellas acaban pronto su viaje; pero la mayoría de las abiertas en Madrid (pasan de cincuenta) van, mal que bien, marchando. Lo cual hemos de admitir como uno de los síntomas más saludables de nuestro tiempo, tan proclive al consumo de cosas cuya nobleza es más dudable. Una sociedad que tiene necesidad de adquirir obras de arte (y que la tiene lo indican las galerías que ss abren y permanecen) puede ser, en principio, una sociedad que quiere trascender. No sé si la adquisición de cuadros (la escultura, incomprensiblemente, se adquiere muchísimo menos) estará en proporción a las casas que se construyen: tal vez no ssté, pero resulta claro que un buen porcentaje de sus inquilinos han descubierto que una casa sin algunos cuadros debe ser tan descaradamente zafia como una casa sin libros. Unos adquieren obras de arte valiosas, otros han de conformarse con obras más modestas y hasta hay los que no pueden pasar de la reproducción, que a veces es mejor que una obra original mediocre. Visitamos las nuevas casas y vemos que en las paredes hay cuadros de firmas conocidas; el muro sin cuadros va siendo ya vergonzante, y cuando alguien nos invita a merendar en una casa que carece de cuadros, lo razonable es que no aceptemos, pues la ausencia de cuadros debe advertirnos la modestia económica de sus dueños, por lo cual no hemos de saquearles la humilde despensa. Y si no es modestia económica es que entonces se trata de algo peor, sólo comparable al hogar donde no se ve ni un solo libro. Claro que aquí acechan también los peligros que supone cualquier mercado, incluido, naturalmente, el de los libros. ¿Puede degenerar la obra de arte en fabricado objeto de consumo? La obra de arte, no; pero sí que los infinitos sucedáneos que tiene. La obra de arte, no nos engañemos, suele ser tan singular y tan rara que, al cabo de los siglos, su antología es tan breve que cabe en dos o tres salas, como ocurre con los libros que verdaderamente han significado en ía vida de la Humanidad. Pueden comprarse y venderse cuadros, y pintarse, sin una necesidad honda de hacerlo. El adquirir un libro o un cuadro no Alvaro Delgado: Retrato de Enrique Granados Camarote de Granados del hotel Manila, Barcelona)

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