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ABC MADRID 01-06-1969 página 151
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ABC MADRID 01-06-1969 página 151

  • EdiciónABC, MADRID
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ríe algo no me oye nadie, aunque todas las asas tengas cristaleras- eaamaes, magníficas terrazas llenas de flores. Me encontraría solo, porque no hay nadie en los balcones. CUARENTA AÑOS DE SERVICIO Antonio Casero nadó, como ya se sabe o se supone, en Madrid. Tiene ahora setenta y un años un poco largos como él gasta decir. Naturalmente, estatuó el bachillerato en, San Antón, en la calle de Farmacia, que por algo era hijo de su padre, aquel don Antonio Casero, el poeta madrileño. -De San Antón pasé a la Universidad de la calle Ancha de San Bernardo para estudiar al carrera de Derecho. A los dos o tres cursos me di cuenta de aquello no me entusiasmaba. Con gran, disgusto de mi padre abandoné la carrera. 7 a dibujaba Antonio Casero en el Heraldo de Madrid. Ilustraba la poesía de su padre y salía con el cuaderno de dibujo, por esas calles, para captar con el lápiz rincones y tipos madrileños. -En 1930 mi padre habló con Juan Ignacio Luca de Tena, y algunos días después comenzaba yo a dibujar cosas de toros en ABC y Blanco y Negro donde he trabajado ininterrumpidamente. Es decir, que el año que viene cumplo cuarenta años de servicio en Prensa Española. ¿Qué influyó en usted para que se dedicase a dibujar y pintar temas taurinos? -También en eso tengo que hablar de mi padre. Allá por 1910, hasta los años de la Gran Guerra, ningún señor llevaba a su hijo con él, sino que se iba solo a la tertulia del café con sus amigos. Pero mí padre me llevaba a mí a todas partes, durante los inviernos en Madrid y en los veranos a San Sebastián o Santander. Y, claro, en Madrid íbamos a los toros, a la plaza vieja, donde estaba abonad a la delantera del tendido 2, números 36 y 37. Al lado estaban don Mariano Benlliure, Luis de Tapia, Ricardo Marín. Y aquí está, precisamente, la almendra de esta historia: Ricardo Marín ocupaba su entrada en el tendido de la plaza, próximo a mi Eiadre, provisto de un magnífico cuaderno le dibujo y sus lápices. Yo le veía tomar apuntes del natural, rapidísimos, con seguridad; con maestría. Y pensaba que uánto me gustaría a nú poder hacer aquello que estaba viendo. Antonio Casero sa ganó la simpatía de Ricardo Marín y pudo ver de cerca cómo si amaestro tomaba apuntes de las faenas de Joselito, Beknonte, Gaona y de otras figuras del momento. ¿Y tú, no dibujas? le preguntó un día Ricardo Marín al hijo de su amigo Casero. Si, señor; aquí tango mi cuaderno. Aquella respuesta le gustó, y después de animarle a que tomara un apunte le invitó a que se lo dedicase. -Fue para mí un gran estímulo. Como una alternativa. Desde entonces no salgo nunca a la calle sin llevar mi cuaderno en el bolsillo por si surge la ocasión de y un apunte. ANTONIO CASERO, EN LOS TOROS Siempre al lado de su padre en los toros. Hasta que un día conoció a Concha y se casó. Y poco tiempo después comenzó a ir a la plaza por su cuenta. -Recuerdo veranos tremendos de calor en los que yo no perdía corrida desde la meseta de toril, donde iban los gorrones, los espontáneos y toda esa gente tan pintoresca y tan estupenda. Las gotas de sudor me caían de la frente al cuaderno, donde dibujaba aquellos caballos que caían en la arena destripados; las espantadas de Rafael El Gallo -que para mí ha sido el mejor torero de su época- el encuentro emocionante del loro con el picador, la verónica maravillosa, la estocada... Ahora Antonio Casero dibuja desde el palco del Ayuntamiento de Madrid, y sus cuadernos se van llenando de apuntes de las nuevas figuras que surgen; pero su pensamiento está siempre en Rafael El Gallo y en Juan Beknonte. -En esta casa no hay más que dos fotografías de toreros: Rafael y Juan. Las dos están dedicadas, porque yo se lo pedía a amigos comunes, ya que no fui amigo personal de ninguno de los dos. Ni de torero alguno, ni de ganaderos, ni. de apoderados. Creo que es mejor asi De los artistas, su arte y cada uno en su sitio. Yo admiro a unos toreros más, a otros menos quizá; pero a todos desde mi humilde rincón. Antonio Casero tiene en su estudio una estampa de la Virgen de la Almudena junto a las fotografías de ios toreros a quien más na admirado. -Todos los días le pido a la Virgen de la Almudena por Juan Belmonte. Pide el sombrero y la gabardina para salir a la calle. Primero se mete el cuaderno de dibujo en el bolsillo y comprueba si tiene las gafas y los rotuladores con que trabaja. Antes de salir se despide de Concha, ante el retrato que él le pintó. Algo le dice por lo bajo, confidencialmente. Después, con la emoción en los ojos, toma la gabardina con lenta maestría, como un torero viejo maneja el capote. Así la echa al brazo y comienza a caminar con una punta de tela arrantrando, airosa, torera, como podría llevarla el gran Rafael El Gallo Marino GOMEZ- SANTOS

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