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ABC MADRID 29-05-1969 página 18
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ABC MADRID 29-05-1969 página 18

  • EdiciónABC, MADRID
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DON ALVARO DE Malta; se encargó de las galeras de Nápoles, y cuando hizo falta reforzar la lucha de Juan de Austria contra los moriscos de Granada, Alvaro de Bazán brindó desde la mar los refuerzos necesarios. Como final de esta primera etapa de su vida, tan llena de diarios servicios eficientes, en octubre de 1569 fue nombrado primer marqués de Santa Cruz. El Bey siempre encabezaba las cartas al marqués diciéndole: Mi capitán general y querido primo Tenia Felipe confianza total en el talento, en su energía, en la constante vigilia de don Alvaro de Bazán. Los corsarios franceses e ingleses le temían como a la muerte, porque no conocía la fatiga, ni el temor, ni el pesimismo. En su flota brillante, modernísima, el espíritu del marqués iluminaba todo. Como lo viera Lope de Vega, Alvaro de Bazán infundió terror a los enemigos por toda la mar. Era un soldado aguerrido y un técnico. Armó sus navios como no se conocía en los medios adversarios. Batalla que dirigía, batalla que ganaba. Alvaro de Bazán era la victoria. En 1569, sin embargo, no había hecho más que concluir una H AT en la Historia de España dos muertes, ocurridas tan inoportunamente, que por esa inoportunidad se interrumpió el camino glorioso, y girando la historia sobre sí mima le sobrevinieron a España desdichas sin cuento. La primera de esas muertes inoportunas, y la de mayores consecuencias, fue la del Príncipe Juan de las Españas, hijo y esperanza de los Beyes Católicos. La otra muerte, que modificó el paso triunfal de nuestra Historia, fue la de don Alvaro de Bazán, hijo y nieto de almirantea y almirante él mismo. ¿Qué había llegado a ser en un siglo de tantas grandezas el primer marqués de Santa Cruz para que su muerte represéntense tanto? Había llegado a ser, paso a paso, desde los dieciséis años de edad, consagrado al servicio de la mar imperial de iRcpafift la más preclara y primera cabeza de su flota. Y en el momento exacto en que iba a jugarse la caita decisiva del Imperio español, que era la carta del predominio de la mar; cuando todo estaba genialmente pensado, organizado, dirigido celosamente por Alvaro dé Bazán, la muerte, como decía Manrique, vino a buscarle Nunca se ha visto vaticinio más claro de una desdicha. El Rey Felipe, el Principe Alejandro PamesJo, la Marina toda, el Ejercito, los poetas, el pueblo sintieron que con aquella muerte, en Lisboa, de quien se había ganado la confianza absoluta del reino, iba a ser imuy difícil llevar adelante lo que él habla propuesto cinco años ateas y lo que él había llevado, a fuerza de te- són y de convicción, a las puertas del triunfo. Porque fue idea central de Alvaro de Bazán ir a la cueva misma del enemigo, destruir sus buques, sus refugios de piratas, sus medios de crecer a costa, de lo que arrebataba día tras día al esfuerzo español en los mares del mundo. Alvaro de Bazán pensó que bacía falta una Armada, una Armada Invencible, definitiva, aplastante, que dejase para mucho tiempo a los piratas y a los corsarios anulados para atacar puertos indefensos y apoderarse de riquezas poco custodiadas. Aquella expedición, genialmente preparada, era el resumen de toda una política de España en el mar. Desde los días del cardenal Cisneros, desde los días de Oran, y aun antes, se, sabrá que la columna vertebral del Imperio era la Armada, ya que sin flota de guerra no podía haber flota de paz, comercio, respeto de otras naciones, ni seguridad de no ser atacados por la espalda. Don Alvaro de Bazán había nacido para mandar en la mar. Ya a los nueve años, el Emperador lo nombraba Alcaide Honorario del Castillo de Gibraltar. A tos dieciséis había dado tales pruebas de valor, allí en el mismo Gibraltar, que se le concedió el hábito de Santiago. En 1554, con veintiocho años, se le encomienda la defensa de las costas y la protección del camino de América. Fue tal su valor que en 1562 es nombrado capitán general de ocho galeras y una fragata. Participó en la conquista del Peñón de Vélez; concibió y realizó la toma del río Jera, refugio final de berberiscos y piratas; fue al socorro de

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