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ABC MADRID 16-05-1969 página 19
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ABC MADRID 16-05-1969 página 19

  • EdiciónABC, MADRID
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f SÜíto -TILE X VA r 1 f t- i r S I el mundo del flamenco tiene cabos tan desconcertantes es porque en él se combaten la tiniebla y la luz, la pena y la gracia, un angustioso atraso y el irreductible espíritu del hombre. Una gran bailaora que vivía sn la mayor estrechez, recibió en los primaros años del siglo la jubilosa noticia de un excelente contrato para Buenos Aires; emocionada y atenta, oyó los ricos términos de la oferta, la sustanciosa cantidad que iban a adelantarte, el viaje pagado... ¿Y dcnde está eso? preguntó en sgguida. ¿Buenos Aires? En América, en la Argentina. -Pues qué pena de dinero. Porque yo, antes muerta que embarca. Y Silverio Franeonetti, cuando se le murió un hijo, recibió a la mañana siguiente la visita de un amigo que no había podido verlo antes. El recién llegado lo encontró deshecho. -Pero, hotabre, ánimo... -Fíjate cómo estaré que me he pasado la noche por ahí solo cantando siguiriyas ¿Y el célebre duende del flamenco? Exaltado por Federico García Lorca y esperado siempre con unción por los aficionados en las reuniones de cante o baile, es el arrebato expresivo inesperado, supremo, no repetible ya, no previsto a programa. Nadie sabe explicar a ciencia cierta en qué consiste, y se conocen mucho mejor sus efectos que sus causas. No aparece con frecuencia ni puede forzársele, como a los milagros. Unas veces, el duen- de es violento, dramático, y se manifiesta a gritos; otras, apenas consiste en un instantáneo casi imperceptible, pero definitivo, quiebro Tie la voz o del baile; otras, en un trémulo fluido impalpable que anda de puntillas p acá y p allá Sí: el duende pide horas, esfuerzos, devoción, y ni con ellos puede procúrasele. Pero pienso que aún es posible intentar una explicación racional del duende Veames: si no e produce más que en los grandes climax flamencos y en circunstancias emotivas de excepción, sí no se le puede definir bien, ¿no será que consiste en una fugaz pero deslumbrante aparición del subsconsciente ciego del intérprete, del centro mismo de su alma, insujeta al curso de las letras y de la música? ¿De algo más tal vez? Suponiendo que sí, si cante cae entonces de lleno dentro de la música psicodélica (reveladora del alma) tan en boga entre las muchachadas de hoy. En la foto a que estas líneas acompañan el duende no parece estar lejos. Es posible ventearlo en la expresión concentrada, arrobada, ausente, del cantaor -José Menese- en su puño cerrado, como queriendo asir en el aire algo que debería venir, que tiene que venir y que la misma hierática mirada del tocaor está también como esperando. El muchacho- -veintitrés a ñ o s Premio Nacional de Cante y presente noche a noche en el madrileño tablao de Zambra para quienes gusten- -se enfrenta acaso en este momento a algo que está más allá de su edad, más allá de cuanto él sabe sobre el cante y sobre la vida. Inexplicablemente, penas y gozos seculares, idos, se amontonan ahora en su garganta. Es sólo un médium, como lo son los grandes poetas en los pasajes máximos, únicos, de obra. Alguien, o muchos, le había de el otro lado del tiempo. Quizá un herr ro de pueblo, muerto setenta años ant de que él naciera. O una desolada git nula enferma en el Sanlúcar, la Triana el Cáliz del ochocientos. Y él tiene q expresarlos y que expresarse a sí mism Chuang- Tzu, un filósofo chino que v vio a caballo de los siglos tercero y cua to antes de Cristo, soñó que era un ii secto; al despertarse no sabía si era él qi había soñado ser un insecto o si era i insecto que había soñado ser él. Paralelí mente, y al margen de toda odiosa mitif cacicn, estamos seguros de. que el alma d cantaor grande- -aunaus sea breve edad, como en este caso de Menese- -transustancia casual y fugazmente en alma de los predecesores de su arte, cuy (Estilos personales está asumiendo; estilí en los que quedó concentrada, como un formidable carga, la más plena exprssió de una vida, un lugar y un tiempo coi cretos. Sin duda, todo esto es más para sei tido que para dicho o escrito. Pero, ya el puro terreno de la lógica, si nos es p sible intuir que no todo perece enterí mente, también podremos percibir qu en el campo de la música folklórica, ha contadísimos géneros como el flameáÉ- -algunas de cuyas raices se remontan los tiempos precristianos, pero que alean za su auge supremo en las últimas déca das del siglo pasado y primeros del núes tro- -susceptibles de admitir tanto eco c culturas y subculturas remotas o próx mas. Tanto vitando hervor que fue. Fernando QUIÑONES

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