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ABC MADRID 14-05-1969 página 7
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ABC MADRID 14-05-1969 página 7

  • EdiciónABC, MADRID
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o a. Vista general de Cultera PUEBLOS JUNTO ALMAR A estos pueblos de nuestras costas podemos decir que les ha caído una estupenda, extraordinaria lotería. Va lo saben: por eso del turismo. No sé si este aluvión de gentes, de nuestro propio país y sobre todo de allende las fronteras, seguirá por muchos años. Si continúa, muchos de nuestros pueblos costeros se transformarán por completo. Hace algunos años apenas si venían, por las costas de nuestro Mediterráneo, unos millares de veraneantes y otros millares de turistas. Ahora las cifras son de millones. Nuestros veraneantes, los ricos veraneantes de otras épocas, se iban a las playas del norte del Cantábrico; a San Sebastián, Zarauz, Santander, La Coruña, etcétera. Ahora, aunque esa dase de veraneantes, ente adinerada, o si no muy adinerada, con cierta clase siga yéndose a las playas del norte, existen otros veraneantes que forman muchedumbre, que suelen dirigirse hacia las costas mediterráneas, bien por Andalucía, Levante o Cataluña. Todos saben hasta qué punto se ha transformado Benidorm, ese pueblecito blanco, más bien pobre, que vivía de la pesca y de cuatro tierras miseras y pelonas. Y lo mismo podemos decir de Altea, Villajoyosa, Santa Pola, Jávea, Denia... Estos son ahora unos pueblos transformados, casi desconocidos para aquellos que los descubrieron hace, algunos años y que han tardado en volver a visitarlos. La costa alicantina- -la Costa Blanca- -es, en verdad, extraordinaria. Hermosos pueblos, hermosas playas, montes limpios, brisa suave, etc. Alicante, la capital, fue también, desde hace muchos años, lugar elegido por veraneantes de tierra adentro. Venían sobre todo de Madrid, pero también de zonas rurales, como Albacete y Ciudad Real. Estás gentes campesinas de La Mancha, terminadas sus faenas de recolección, solían marcharse a los baños. Algunas familias, de las más pudientes, elegían esta orilla del Mediterráneo, donde se asoma el Benacantil. Alicante era de siempre ciudad cosmopolita, ciudad de veraneantes, con su hermoso paseo- -la Explanada de España- -Junto al mar, con. palmeras y piso de jaspeados mármoles. Pero esta ciudad, lo mismo que San Sebastián, si bien reciben cada verano un sinnúmero de turistas, no han sido de las que más se han transformado. El turismo ha preferido los pequeños pueblos. De ahí el crecimiento de Benidorm, Altea, Jávea, Moraira, Calpe, ect. El turismo extranjero es el que después lia arrastrado, hacia estas playas de Levante, al turismo nacional. Por Andalucía- -la Costa del Sol- -tendrá siempre más preponderancia el turismo extranjero. Por allá se han hecho las cosas- -edificios de apartamentos, chalets, hoteles, salas de fiestas, etc. para turistas ricos. Por aquí, por Levante, hay de todo. Y si por Benidorm ya se fueron poniendo las cosas un poco inalcanzables para el turista nacional, otras localidades, con estupendas playas, han sido descubiertas. Y al descubrirse, sste turismo, estos veraneantes- -de Madrid muy especialmente- -que disfrutan su mes estival de vacaciones, han optado por llegar hasta Gandía, Cullera y las hermosas playas de Las Palmeras, el Mareny, el Perelió y iel Saler, Junto a la carretera de Alicante- Valencia, ya a muy pocos kilómetros de la dudad del Turia, playas donde se están llevando a cabo buenas urbanizaciones, y en las que los veraneantes disfrutan de un mar limpio, tranquilo y de unas arenas finísimas. Por toda esta costa, de Alicante hacia Valencia, hay un lugar que ya está conociendo la invasión. Este lugar es Cullera, la ciudad de Cullera, siempre agrícola, siempre, como quieta, pegada a la falda de la montaña, orilla del Júcar cuando este río roza ya las aguas del Mediterráneo. Cullera ha sido siempre, y lo es todavía, claro está, ciudad de ricos labradores: campos de arroz, de naranjos, de hortalizas, que se extienden exuberantes a ambas orillas del río. Pero Cullera, a la otra parte de la montaña, tenía el mar, un mar limpio, quieto en las pequeñas, casi diminutas playas del Cap de Faro, y un mar más amplio, con playas suavísimas conforme andamos hacia la desembocadura del río. Y todos estos rincones áo Junto a la montaña- -sobra la cual está enclavado un castillo- -se han poblado de apartamentos, de chalets. Hasta hace muy pocos años eran rincones poca menos que ignorados. Hoy son lugares elegidos por veraneantes de todas las latitudes. Cullera, con Gandía, son las dos ciudades de la costa valenciana donde ss aglomera en verano un turismo no demasiado adinerado, quizá, pero interesante siempre para influir en la transformación de estas ciudades, donde las playas, sus hermosas playas, ss han convertido en algo verdaderamente codiciado por todos aquellos que las fueron descubriendo. Pueblos de junto al mar. por todo el Mediterráneo, sufren una rápida transformación, se llenan de riqueza, convirtiéndose, de pronto, en populosas ciudades cosmopolitas. Es un milagro más de ese fenómeno llamado turismo. Rodrigo RUBIO

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