Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 13-05-1969 página 3
ABC MADRID 13-05-1969 página 3
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 13-05-1969 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página3
Más información

Descripción

EDITADO PRENSA SOCIEDAD M A D POR ESPAÑOLA, ANÓNIMA R I D FUNDADO ABC EN 1905 POR DON TORCUATO LUGA REDACCIÓN. ADMINISTRACIÓN Y TALLERES: SERRANO, 6 1 TENA DE N mi Guatemala lo conocí. Era pro c e l o s o y hondo. Cuando hablaba manejaba un pin- patio hay flores. El patio da a un amplio cel de rcsas con los labios sensuales. Ayuno corredor con jaulas de pájaros, mujeres siempre de esa pequeña actualidad casera, morenas de pelo negro que se mecen en apenas entraba en su habitación se arran- sillas de balancín y chicos que juegan. caba la americana. Surgía una espalda Se encierra bajo llave. Ha pedido una huesosa. A esa espalda huesosa se juntaba escalera. Nadie entra a la habitación. No un cuello largo. Los brazos, también lar- se le ha podido hacer la cama, cambiar la gcs. Las manes, descarnadas. Con los pul- ropa, mudar el agua de beber. Se le ve con gares abiertos se echaba abajo los tirado- recelo. Habrá cometido ün crimen. Todo res de seda. En redor de su cintura que- el día con la luz eléctrica encendida. Si daba bailando el pantalón. Abría las per- sale echa llave. Dos vueltas de llave. Vuelsianas y paladeaba la luz y el aire. Sus ve cuando menos se espera. Por eso era párpados, caídos sobre sus pupilas, le peligroso entrar con las llaves que siemnacían vivir en un como interminable pre guardan las dueñas de pensión, a ver atardecer. Por eso, al abrir las persianas que hacía a oscuras con una escalera. Papara paladear la luz y el sol, echaba la rece espiritista. Cuando él está en la habitación se oye la escalera trasladada de cabeza hacia atrás. Y así lo hacía siempre que quería ver mejor. Giraba, en un punto a otro, apoyada aquí y allá en seguida, momentáneamente, al parecer, las paredes. desorientado. Un instante fugaz. Ya iba Le buscarnos. Duda si dejarnos entrar sobre los zancos de sus piernas hacia la a su habitación. Nos sale a recibir al coalacena en que guardaba la botella de co- rredor y nos ve con los ojos echados hañac. Los vasos. De espaldas se le oía pa- cia un lado. Las manos abiertas en las ladear, chasquear la lengua, como si en dos bolsas del pantalón atrás, como dos verdad bebiera, cuando sólo tenía frente a pistolas de cinco dedos. El pecho huesoso los ojos el licor. Servía rápidamente, abun- bajo la camisa de seda color de trigo. Una dantemente. Alzaba su copa e invitaba a corbata de nudo muy ancho. En el hueco beber con rito sacerdotal. Esta vez el chas- de la boca juega la lengua, mientras le quido de sus labios era más fuerte. Por hablamos, como si se buscara algo persu garganta larga y flaca se veía pasar el dido entre sus dientes amarillos y gra coñac. Lo regustaba. Se llenaba nueva- nudos. mente la copa. Indagaba en sus bolsillos De pronto se decide. Alza una de las un cigarrillo. Los llevaba en la bolsa de manos, liberándola de la bolsa de atrás, la la camisa. Encogía la mano, anguloso el coloca en nuestro hombro y nos empuja codo, para extraerse del alto de su cora- hacia su habitación. Detrás de nosotros, al zón el paquete de cigarrillos, y se ponía entrar, cierra la puerta con llave. Las cuauno en la boca, luego de ofrecer a los tro paredes asoman a nuestros ojos tapiotros. Fumaba con chupadas hondas. El zadas de arriba abajo con sus poemas. humo salía por sus narices. Ya estaba el- -j Ay, amigos! TM- -se queja, concentranpoetado las pepitas de sus pupilas en nuestro De una gaveta extrae su mano el últi- gesto, ansioso de arrancar de raíz la immo poema. Lo lee casi de memoria y así presión que nos hace contemplarle en logra vigilar nuestros gestos mientras lo aquel menester de pegar sus versos a las va leyendo, leer en nuestros semblantes paredes para irlos corrigiendo. esa primera impresión que a su decir le Una máquina de con un servía para saber si estaba bien o estaba ma a medias, tijeras, escribir de pegar, poegoma con mal y que nosotros comprendíamos que una brocha. era sólo lisonja. El cabello negro y duro Cuando el subir y bajar a la escalera le se le venia hacia la frente despejada. Su fatiga mano se lo echaba hacia atrás. Pero luego conde se deja caer en la cama revuelta, esla se olvidaba y terminaba igual que un di- fecciónla cara y llora. Llora pordel imperdel poetarector de orquesta. Sílaba a sílaba acari- niño que noverso, con el dolor encuentra cómo decir lo que ciaba el verso. Palabras sin aristas, redon- quiere. Por fin se consuela. Una pequeña das y sensuales. Encadenamientos sonoros chispa ha surgido en su mente. Chispa en que las voces se ordenaban en nuevos que se hace luz, luminaria, incendio. Y sonidos, sorprendentes sonidos, al ligarse quemado por esa gran hoguera trepa nueentre ellas. Por eso, fuera de la sintaxis vamente a la escalera, después de escribir natural, de lo que rectamente se entendía, a toda velocidad en la máquina, cargando otros sonidos surgían, se percibían por ali- el tesoro del renglón que le faltaba y lo teraciones insospechadas, música de ver- pega. sos que se formaban, eso que detrás del- -Saben, saben... es mi escala de Japoema existe y que sólo se oye cuando el cob. poeta lo lee. Sonoros, hondos, paladeados, Ili hechos para quemar, para torturar, sus versos nuevos y sus versos viejos, todo en Señaba con un libro de versos en que el torbellino de aquellas horas en que la todo fuera móvil, en que los poesías, noche entraba estelar y majestuosa. aparentemente estables, pudieran ser modificados hasta el infinito, y por eso, huII yendo de lo definitivo de la letra impresa, nunca realiza el libro con que sueNo es la habitación de la alfombra roja ña. Sobre su mesa se hallan cartulinas, y muebles tapizados de amarillo oro viejo. papeles caros, muestras de bellas tipoEs una casa de pensión. Hay patios. En el grafías y sus manos sabias en el mane- E BARBA- JACOB, EL HECHIZADO jar estos elementos vuelan transparentes y delgadas, ordenando las futuras páginas de su imposible libro. No falta el mecenas. Además todos suscriben los ejemplares en los boletines de la edición. El proyecto envejecerá sin realizarse. No es hora de publicar libros en versos, dice, sino de dar gritos contra la injusticia humana. Y gritará en reclamo de Un bardo que acoja hoy la tristeza desesperada de los humildes, que están locos de rabia y amenazan el eje diamantino de está sociedad inicua Un hombre que advierta en el giro de las horas el giro de la edad, porque fluctuamos en el crepúsculo de una edad del mundo: la que hoy se despide será agregada a la cronología de la Edad Medía, o se le dará el nombre de Edad Horrible, o se hará con las dos una verdadera Edad Antigua. Pero las palabras le seducen y vuelve a la música de las palabras. Su palabra preferida es Acuarimántima inventada por él y que para él quiere decir todo lo que sugiere un viaje, una mañana con sol, mujeres, ondinas, lirios, n i ñ o s Acuarimántima palabra con la que luego titula uno de sus más bellos poemas. El libro, su libro, sin embargo, no llega. El mismo ha de expresar: Por más que hube reunido quince, veinte poemas de mis hatillos, rehusé asesinarlos dentro de un libro, asesinarlos y sepultarlos dentro de un libro IV Y él nos inicia en lo que es la poesía, esencialmente: magia. Usar la palabra como fórmula de encantamiento. Después de explicar que la lírica hispanoamericana necesita dilatar el imperio de sus libertades. No es posible dejarle donde la llevaron los maestros desaparecidos y los contemporáneos que declinan. Es necesario ir más adelante, no sólo para que resuene en nuestros cantos la voz de esta edad, sino para que nuestros sucesores en el culto apolíneo reciban la Bra con nuevas cuerdas Después de decir lo difícil que es poner, en esas formas, el temblor de hoy, la inquietud que nos envuelve en su onda y hasta un poco de la inquietud que amanecerá mañana Después de sus consejos de retórica amordazante, un buen día grita lo que en verdad esconde: Todo esto: corrección de estilo formal, primor, melodía, libertad natural, libertad extranatural de sustituir enlaces melódicos a enlaces ideológicos, o de elidir relaciones intermedias como elide un águila el espacio a aletazos, todo esto es vana fórmula si uno no ha sido hechizado. Y luego ha de afirmar: Mi poesía es para hechizados. Aunque se manifiesta generalmente con una apariencia de tranquilidad, está llena de temblores, de relámpagos, de aullidos... Así le conocimos, hechizado. Miguel Ángel ASTURIAS l revtio rj bel París, 1959.

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.