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ABC MADRID 07-05-1969 página 7
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ABC MADRID 07-05-1969 página 7

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página7
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PERFIL SIN RETOQUE L A moneda áurea de la vida lleva siempre grabada en una de sus caras el perfil de una cabeza de mujer. Oriental u occidental, clásico o barroco, este femenino perfil ha sido incansablemente retocado, en todos los siglos, por los sueños del hombre. Más ahora, acaso por primera vsz, esta hermosa línea aparece ante nosotros sin retoque, sir. misterio, grabada netamente, tal cual es. Freud advierte en cierta ocasión: La gran pregunta que no ha sido contestada nunca y que yo tampoco he podido contestar, a pesar de mis treinta años de estudio del alma femenina, es: ¿Qué quiere la mujer? Quizá hoy en día el gran descubridor del inconsciente hubiera podido comenzar a contestarla. Tantear, al menos, una respuesta. Mas descendamos nosotros, por el momento, a la anécdota. Aplicada a algo actualmente muy importante: a una señorita sirviente a una chacha, dicho sea sin ánimo de ofender. Antes, hace algunos años, resultaba casi romántico que Fulano se hubiera arruinado ante el tapete verde de los casinos, jugando en el frontón, en la Bolsa, en las carreras de caballos. O que Zutano lo dejara seco una insaciable querida. Pero estas cosas se van quedando antiguas, no se sabe si porque se va progresando en inteligencia o porque hay menos dinero. Ahora, la ruma de una- modesta familia puede consumarse a través de una chacha exigente, de esas que todos los meses piden aumento de sueldo. Porque, ¡ay! no existe todavía aparato electrodoméstico capaz de suplir los servicios de una moza de Jaén, de Almería o de Soria, pongo por caso. Aquí, en esta casa donde escribo, que queda a disposición del lector, nos estábamos hace poco arruinando con una chica de Palencia. Una mozancona alta, desgarbada, con cara inequívoca de paleta, producto de una aldea y ajena, por el momento, a los trucos de la ciudad. Pero esta ignorancia dura hoy muy poco y ya la chica comenzaba a pedir los consabidos aumentos, hasta llegar a esas cantidades que significan la ruina, pretensiones que suelen ir paradójicamente acompañadas de un creciente abandono de las obligaciones laborales. A más sueldo, menos trabajo, sí señor, que para aso la demanda en este sector social es muy superior a la oferta. Pues bien, en estas penosas circunstancias se encontraba esta casa, cuando, una tarde en que yo leía, por cierto, en el Mirador Literario de- este periódico un trabajo crítico d e mi admirado amigo Guillermo Díaz- Plaja, con la atención bien prendida a sus líneas, me arrancó de ellas la brusca aparición de la chacha, que ss iba, ¡cónto no! a la calle y que entonces recordó, por lo visto, un recado urgents dado por teléfono dos días antes. Su aparición, en verdad, me dejó pasmado. Pues la chica de la aldea palentina llevaba una minifalda que apenas tapaba la mitad superior, muy superior, de sus rollizos muslos y cubría sus hombros y su espalda con una guarna, i ría capa, digna de un filibustero de la isla Tortuga, desprendido de las páginas de Conrad. Este hecho demuestra, a mi modo de entender, dos cosas: primero, tiue la capacidad de adaptación a la urbe de las paletas españolas, nativas del pueblo o aldea que sea, es rapidísima, y, segundo, que hoy ss puede salir a la calle vestido de máscara sin que nadie se asuste por nada, ni apenas mire con curiosidad a estas carnavalescas fi 4 i guras que c r uz a n nuestras calles ciudadanas. ¿Qué significa todo esto? Ante todo, hay peración de los que pretendían que razoque reconocer que un triunfo de la liber- naran como ellos, es decir, con la fría lótad de los tiempos. Y, después, una abso- gica masculina. Y es que en las mujeres luta rectificación de la tradicional y apa- se está produciendo un fenómeno que hurente actitud sumisa de la mujer frente al biera encantado a Unamuno, que es la fusión del pensar y del sentir, que él rehombre. El hombre es mi camisa cuando siento clamó tantas veces: pensar el sentimiento frío, mi cojín cuando duermo y mi com- y sentir con el pensamiento Es decir, pañía cuando me siento sola afirma una sumar la transparencia de la idea y eft esmujer, en un historia árabe de amor anti- tremecimiento de la viscera para decirlo guo. ¿Qué es hoy un hombre para las con una más clara frase orteguina. Audaces, más audaces que- el hombre, mujeres? ¿Qué valor posee para ellas la generalmente. Inquietas, m á s inquietas presencia masculina? Hasta no hace muchos años, el hombre también que el hombre, paro casi siempre significaba siempre para las mujeres la al margen de la angustia existendal posibilidad de un futuro marido. Ellas lo masculina, nuestras jóvenes mujeres han escogían, ellas lo fichaban, ellas lo caza- dejado de ser conservadoras como lo fueban. Porque aun era preciso el marido ron sus madres y sus abuelas. Encontránpara abandonar la familia paterna, para dose mal en los órdenes muertos, prefimodificar unas formas de vida general- riendo, como Péguy, un caos vivo a un mente rutinarias y aburridas. Pero hoy en orden muerto Y abandonando ya la radía el matrimonio no es una puerta que zón de la sinrazón que decían los cabase abre, sino más bien una ventana que lleros andantes. Se me antoja, en verdad, que ahora es se cierra. Casi todas las solteras trabajan, casi todas disponen de algún dinero y mu- el momento de. entenderlas. La ocasión que chas de un coche pagado a plazos con una brinda la Historia, tras largos siglos de parte del sueldo mensual. Asi, con estos misterio, de saber adonde van, de saber medios, se divierten, viajan y se enfren- lo que realmente quieren. Este no es un tan con el hombre en una actitud mucho entendimiento fácil, pero valdría la pena más sincera, porque ya no tienen que ca- esclarecerlo. Porque jamás ha aparecido la sarse con él. Si lo hacen es mediante un mujer tan espontánea, tan al margen de acto libre de su voluntad y no mediati- los sueños del hombre y tan limitada por sus formas de vida, laborales y reales, limzadas por una situación. pias de todo romanticismo lunar. ¿A dónAhora bien: ¿Son nuestras mujeres jó- de van? ¿Qué quieren? Creo, ya lo dije, venes más felices? ¿Adonde van? ¿Qué que el viejo Freud podría, en estos años quieren? como se preguntaba Freud. agitados por tantas resacas desmitificadoPor lo pronto no parecen aquejadas de ras, comenzar a contestar a sus pregunese miedo a la libertad que achaca tas. Pero otros habrá que lo hagan ea su Fromm al hombre de nuestro tiempo. lugar y en su ocasión. Yo me limito aquí Pero, además, al adquirir unas formas de a desvelar el problema y a señalar cómo vida masculinas, nuestras mujeres están el perfil femenino de la áurea moneda de comenzando a perder su típica extralógi- la vida jamás apareció tan neto, tan vaca, ese comportamiento disparatado que si lientemente señalado, tan sin retoques, bien constituía uno de sus mayores en- como en este tiempo. cantos para los hombres capaces de entenderlo, era asimismo causa de la desesDarío FERNANDEZ- FLOREZ

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