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ABC MADRID 02-05-1969 página 119
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ABC MADRID 02-05-1969 página 119

  • EdiciónABC, MADRID
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EL MUSEO IMAGINARIO Por Vicente VEGA CUIDADO! El artista es, sin duda, hijo de su tiempo; pero desgraciado si se hace el discípulo, y más si el favorito de su época. Schiller, La educación estética del hombre carta IX. EL BRASERO PINTOR Se todos es conocida la existencia de verdaderos artistas que, privados del nsí de las manos e incluso de tos brazos, a cansa de algún accidente, pintan con los pies, entre cuyos dedos sujetan el pincel. También es del dominio publico, por recordarse con cierta frecuencia, el bromazo urdido por Ru- siñol y otros de su laya que ataron on pincel a la cola de un burro, situando detrás de éste un lienzo preparado, que el sonpedo fue manchando a placer con los diversos colores que aquellos ases del humor empapaban el pincel. Luego presentaren en una exposición el fruto de la burrada y obtnvo muchos elogios... Pero el caso del brasero pintor el menos conocido, y de ahí se nos decidamos a contar su historia. A Rembrandt, del que precisamente en este año se conmemorará el tercer centenario de su muerte, le pidieron retratase a los oficiales de la compañía de milicias del capitán Banning Cocq, En logar de agruparles alrededor de una mesa bien surtida, socorrido recurso muy siglo XVII, Rembrandt los presentó cuando sanan del cuartel. Exactamente, se inspiró al verlos salir, en pleno día, para tomar parte en el desfile que iba a celebrarse en Amsterdam eon motivo de la visita a la ciudad de María de Mediéis, Reina de Francia. Esa. disposición de las figuras proporcionó a Rembrandt la oportunidad de mostrar su virtuosidad manejando luces y sombras, porque el sol, en su cénit, serviría de mancha de luz para iluminar brillantemente a los oficiales que habían salido ya del edificio, mientras qué aquellos que aun perma- necían en el amplio portalón se mostraban en una escalonada penumbra. El cuadro, una de las más preciadas joyas del Museo Nacional de Amsterdam, donde se exhibe, solo, en una sala especial, pasé por curiosas vicisitudes. Primero, resultando demasiado grande para el muro a que estaba destinado, y sin consultar al autor, fue cortado en la parte izquierda, y también por arriba y por abajo. Consecuencia de este vandalismo, el grupo quedó un tanto descentrado. Después lo colgaron en la sala de honor de los arcabuceros, que se calentaba por medio de un gran brasero de turba. El humo del carbón fue cubriendo toda la pintura eon una espesa capa de tizne que, al correr del tiempo, se volvió tan oscura que las gentes del XVIII creyeron que era una salida de los milites en la oscuridad. De ahí que a esa magistral obra de Rembrandt le diesen el nombre de la ronda de noche (también conocida por la guardia nocturna ignorantes de que el cuadro había sido pintado con él sol en todo su esplendor, y que un brasero le repintó, digámoslo así, conquistando tan humilde utensilio un lugar destacado en la historia de la pintura. En 1956, toas de limpiarlo concienzudamente, recuperó este cuadro muchos de sus colores y detalles primitivos. Incluso se ha creído descubrir en el rostió de ana de las figuras el del propio Rembrandt, libertad bastante frecuente que se permitían los artistas de la época. Los datos esenciales se toman de Las artes (Hendrik Willem van Loo) y del monumental catálogo del Museo Nacional de Amsterdam, debido a Van der Waals.

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