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ABC MADRID 25-04-1969 página 11
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ABC MADRID 25-04-1969 página 11

  • EdiciónABC, MADRID
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Cabal conocedor no sólo de cuanto se refiere a lo que trata, sino de todo lo que concierne a España, el autor es especialmente calificado para llevarnos atinadamente por esa carretera. Ante todo, para previo aliciente nuestro, la va sembrando de altos y apeaderos que nos resultan verdaderos oasis. Jamás ilustración de libro ha sido realizada con tal perfección de gusto: no consiste sino en sencillas fotos, pero escogidas con tino tan seguro, con poder de evocación tan intenso, que vemos- -lo que se llama ver- -ora los altos llanos de Castilla con su cegadora perspectiva de luz y soledad, ora el recoleto frescor de los jardines de conventos; percibimos el temblor de la joven mano que levanta el llamador del convento de la Encarnación y oímos el ruido de áeda rasgada que hacen las palomas volando por encima de los tejados (de teja romana) que el sol siembra de una nieve de luz. Guardándose de lo pintoresco, dicha ilustración se mantiene siempre en el área de la poesía. Igual reserva, igual tono justo en el texto. Ya nos los anticipa el titulo. ¿Qué más fácil y justificado pretexto para una hagiografía? Monseñor Jobit la rechaza rigurosamsnte. No es una vida da santa lo que se ha propuesto escribir, sino la vida ds Teresa de Avila; el a ue ésta haya sido canonizada es otro problema. Por el momento, no se trata de saber si lo tiene merecido, sino exclusivamente de saber cómo ha vivido. El autor nos lo dice exacta y sobriamente, como conviene a un historiador. ¿A un frío, seco historiador? De ninguna manera. Ni una página an todo el libro deja de revelar en don Pedro Jobit, al par que la inteligencia aguda de lo real, la aceptación cuerda e indulgente de esa misma realidad y algo como un asomo de ternura para seres y cosas, obra de la misma mano creadora. Ese conocimiento iluminado de bondad, esa justicia mitigada de indulgencia nos es grato encontrarlos en el Alejandro VI publicado en la colección Pontífices de ayer, Iglesia de hoy, de la editorial Tolra. No es una figura de tout repas o sea, del tcdo anodina, lo que iba a evocar monseñor Jobit. La vemos en la tapa del libro (adornado también éste con ilustraciones notablemente escogidas) con su perfil enérgico, rasgos nítidos y vigorosos, sugiriendo más bien el poder y autoridad temporales que no el ascetismo o la piedad. A pesar de lo cual, deber de justicia es reconocerlo, tal como fue o como se le ha pintado, ese sucesor de San Pedro nunca fue un impío. ¿Y sus crímenes? se nos dirá o, al menos, ¿los de su familia? En aquella familia están primero los abuelos y sólo después los descendientes. Aquéllos eran aragoneses, la casta más dura, tenaz, emprendedora y sufrida... quizá de España y acaso de toda Europa; del medio más pétreo de tan dura roca; la hidalguía rural. Monseñor Jobit ss aplica especialmente en hacernos constar lo que se entendía por labrador le habría bastado echar mano del círculo de labradores el más aristocrático de Sevilla y probablemente de España. Secretamente temida y mirada con recelo en su misma tierra, esa estirpe aragonesa a la que no falta ni la habilidad, ni la ambición, ni tampoco prosperidad, ¿qué acogida tendrá en ese medio o mejor dicho en ese Estado tan particular como es la Iglesia del Renacimiento? La desconfianza, los celos, la envidia se van aunando cada vez más apretadamente alrededor de ella. No hay figura histórica probablemente más espiada, denunciada, calumniada que Alejandro VI. ¿Que sus errores eran patentes? ¿Visibles para cualquiera? Monssñor Jobit es- historiador demasiado escrupuloso para intentar ocultarlos o siquiera aminorarlos. La natural bondad, la penetración indulgente que hemos señalado entre sus dotes más características ¿a qué le van a inclinar? ¿Qué actitud van a hacer que tome? La de colocar personas y hechos en su verdadero medio histórico, es decir, presentarlos tales como fueron y no podrían dejar de ser. La investigación erudita tal como la concebimos hoy ha hecho en gran parte justicia de los crímenes de los Borgia. Algunos restos de su leyenda sobreviven todavía. El lúcido, excelente libro de don Padro Jobit no puede sino contribuir a restablecer la verdad en cuanto a una familia que es como la viva encarnación del tismpo en que vivió. Mathilde POMES Alejandro VI

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