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ABC MADRID 23-04-1969 página 3
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  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO PRENSA SOCIEDAD M A D POR ESPAÑOLA, ANÓNIMA R I D FUNDADO EN 1 MS POft OOM TOftCUATO MICA DC TEMA BC REDACCIÓN ADMINISTRACIÓN Y TALLERES: SERRANO, 61- MADRID dencia a lo que le permitan los metros cúbicos de vivienda que se le conceden. Se trata, en suma, de sacrificar el fuANTO como una realidad, el apartamento es un símbolo de la vida turo. Entretanto, los padres navegan desmoderna. Significa más dinero de alquiler y menos espacio, mayor sacrifi- orientados por el vacío, al que el poeta cio y máxima estrechez. A este resultado llamó piélago inmenso La casa se les han confluido varios caminos. El suelo ha quedado grande. En el ocaso de su y la construcción han multiplicado sus edad, los progenitores tienen que pensar en un reducido, precios, el servicio doméstico se ha en- en acomodarse trabajo piso másque no se en el carecido y desaparece, con lo que la vi- que dé menos la falta yde los hijos que, vienda grande asusta a la amas de casa. advierta tanto melancólica, Todo esto se denomina fenómenos de por ley inexorable yvuelo. Pero no emsu propio crecimiento y desarrollo, de lo que se prendieronno se destinen a la venta. hay La deriva la paradoja de que para acomodar pisos que única solución en su mano es también a los que crecen hay que convertir ios el apartamento, aunque supone estrehogares en jaulas. Sube el nivel de vida charse con exceso, reducirse poco más y se reducen las comodidades. Al ser que a la celda monástica o a la habitahumano se le tasan con tacañería los ción de un hoteL metros cúbicos de su vivienda. Es irremediable. El ama de casa caLos habitantes de la urbe se dividen rece ya de humor e incluso de energía entre los que tienen pisos de los de an- para luchar en una vivienda holgada y tes -clases a extinguir- -y los que han entristecida por las ausencias. Hay que de acoplarse a las casas de ahora. Hay trasladarse; también el piso ha envejetambién zonas de lujo donde los podero- cido y no tiene los alicientes y los atracsos levantan sus hoteles y los rodean de tivos detalles de las casas modernas. jardines; hay también señoriales pisos En la hora de la decisión en venta, fuera del alcance del ciudada- fantasmas del pasado, el gransurgen los problema. no medio, que es el más numeroso. En ¿Qué hacer con lo que los años han ido arrendamiento sólo existen, por lo gene- acumulando? ¡Cuántos objetos, cuántos ral, pequeños apartamentos con lo pu- libros y recuerdos nos han acompañado ramente indispensable para vegetar. mientras el tiempo causaba sus estragos! Pero en el curso de la vida los factores Algunos son inútiles, tros son- entrañafamiliares cambian y evolucionan. Los bles y forman paite de la propia vida. Se hijos han crecido, han terminado sus ca- fueron comprando con ilusión y marcan rreras, han fundado nuevos hogares. No instantes felices. Si el hombre es él y su tienen dinero para comprarse un piso, circunstancia, esa circunstancia tendrá porque aunque h a y mucho millonario que ser cruelmente arrasada. Fuera la abundan más lo que carecen de fortuna. historia. Hay que enajenar los recuerdos, Buscan con ilusión y tenacidad, después los objetos queridos, por valiosos que con desesperanza y amargura. No en- sean. Se han convertido en un estorbo, cuentran nada al nivel de sus posibilida- en un insoportable peso que inmoviliza des y tienen que caer en el apartamento el escaso movimiento que la tiránica amueblado, p u e s t o que comprarlo no hora actual consiente. No importa que queda a su alcance. Se resignan a pagar haya que retorcer el corazón, que olviun alquiler desproporcionado y abusivo, dar el tiempo pasado, aunque fuera merecortan sus sueños y concentran su fe- jor. La vida sigue y es obligado sujetarse a su ritmo. licidad en. su juventud y en su amor. el ¡Con c u á n t a renuncia! Tienen que niEn el apartamento no caben ni es ayer el Ttmtfo Mv El prescindir de ir montando con nuevo dictadura: rechaza apartamentoy nouna pasado se entusiasmo el piso imaginado, 1 n i d o preocupa del futuro. elEs sólo el día de propio. Todo lo que habían ido reunien- hoy, el gran símbolo de la vida que nos do ilusionadamente para su hogar sigue ha tocado. merte en sus respectivos cuartos de solVicente GALLEGO tero. Los muebles que la natural impaciencia les hizo comprar permanecen en los depósitos de las tiendas; los regalos de boda tampoco caben en el reducido Haga desaparecer apartamento. ¿Qué importa? Por ahora, la vida está en ellos mismos, en la recílas asperezas y proca contemplación de su felicidad. el vello La vida sigue, sin embargo, con sus superfluo vicisitudes normales. Un nuevo ser anuncia su venida al mundo y con él llegan con las preocupaciones. ¿Dónde acomodarlo, si se carece de espacio vital? ¿Será posible una mudanza? No hay ningún signo de que mejore el panorama de la vivienda. Por el contrario, los precios suben y las habitaciones menguan. En la vida moderna no hay habitat para la prole y el joven matrimonio, que tantas cosas ha sacrificado ya; tendrá que sacrificar una más para- tasar su descen- NI AYER NI MAÑANA PERSONAS Y NÚMEROS STABAMOS acostumbrados a cornpendiar una época o una escuela por un nombre: Villon o Renoir; levantábamos un edificio lírico con el recuerdo de un rio: el Amo, o San Saturio nos traía de repente esa catarata de belleza y de verdad que tejió en sus soledades Antonio Machado. Pero caminamos hacia un mundo cifrado y en clave, y esos rinconcitos de las ciudades que tienen n nombre caprichoso y evocador: faubourg Sain- Germam la Baixa las Ramblas, Recoletos, no tardarán en sumarse a la nomenclatura neoyorquina: A, B, C, D o calle 32 al oeste dé la Quinta Avenida Hay que pactar con las siglas y los signos. Con frecuencia llegarnos a una ventanilla para solventar algún asunto y nos piden un guarismo. Xa póliza del seguro, el número del pasaporte, el del carnet de conducir, la tensión arterial, el grupo sanguíneo constituyen la personalidad, no el apellido, como le pasó al barón Edmond, heredero de los grandes de la rué Laffitte, al suscribir personalmente unas obligaciones: -No me importa su nombre. Me llamo Rothschüd. Uno es el ciudadano 1355300 que va sobre ruedas porque tiene permiso de conducir, clase B, 776- 549 y sigue viviendo porque su tensión arterial es 14- 8. Me contó un funcionario la pregunta que le hicieron en un centro especializado de la seguridad social, al proseguir un tratamiento médico: ¿Su pancreatitis no era la 13. J. J. 101.000? Y, como si del teléfono se tratara, el interesado hubo de corregir: -Sí, pero con un dos delante. Ya una instancia, si queréis que surta efecto, ha de llevar más números que palabras. En los viajes, en las fronteras, hay que llevar todos esos números aprendidos que constituyen la personalidad. Es el lenguaje internacional de la nueva Babel I. B. M. Hemos visto a un viajero Segar al aeropuerto cuando el avión cerraba ya sos puertas. Si intenta hablar, pierde el vuelo, pero dijo con tono de altavoz: -Soy el pasajero 37, billete núm. 3.568, del D. C. -8 vuelo 306 de... ¡Pase ahora mismo! Y- la cancerbera con gorrito, le abrió las puertas del cielo provisional. En la compañía de Seguros: -j- Soy la víctima del choque con el camión de yute, de la carretera de Francia. ¿Recuerda el número del siniestro? El siniestrado, el recurrente, el consumidor, el turista, tienen que entender números. Debemos ir por el mundo con todas las cifras aprendidas, y así como Cándido, en el relato del filósofo, recomendaba: ¡Cultivad vuestro jardín! hay que aconsejar: ¡Cuidad de vuestras cifras! Antonio DE OBREGON T

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