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ABC MADRID 22-04-1969 página 11
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ABC MADRID 22-04-1969 página 11

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página11
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sos v bien vastidos; de profesión, sus sonri- rigurosa puntualidad por entrambos felicisas, piropos, estrechuras de mano y abra- tantes. zos irreprochables a todo cliente probable. Bien es verdad que las invariables feliciGentes, al parecer, felicísimas durante las taciones y respuestas de mi empinado amiocho horas de su jornada, a juzgar por la go se parecían muchísimo unas a otras. -inapeabilidad de su placer y si malvavisco Pero antes lo achaqué a falta de habilidad de su vocabulario. Yo conozco a algunos epistolar que de entendimiento... H a s t a de e s t o s honradísimos profesionales que, que este año fallé. Nada, que se me fue su como ss lógico; después de tan forzada sim- santo al cielo y no le escribí. Al día sipatía durante el tajo, cuando llegan a su guiente, cuando caí en la cuenta y lleno ds casa cierran la boca y no se ríen por nada vergüenza me disponía a redactar mi felidel mundo. Píjata Pablo- -me decía la es- citación con las debidas excusas, el correo posa de mi amigo, perito en relaciones pú- que me trae una carta finísima, como las blicas- tan simpático con todo el mundo, de siempre, agradeciendo mi cordial teleque todos los años le suben el sobre por grama de felicitación ¡Atiza- -me dije- lo bien que lo hace, y cuando llega a casa si estaré desvariando que le envié un telees como si le hubieran dado cañazo. No ha- grama y le había olvidado! Pero no. Guanbla ni ss ríe por nada. Transmití a Pablo do me serené un poco y repasé mis papelas justas quejas de su mujer y me res- les y recuerdos, comprobé que no le había pondió también con estas justas razones: enviado telegrama, tarjeta ni carta. El hogar es para descansar, amigo mío. Como soy aficionado a fijarme- -una maPero el fenómeno que ha llamado mi atención últimamente y en buena parte nía como otra cualquiera- -en los menudas motiva e s t e artículo es la mecanización comportamientos y costumbres de los que- -sin artesanos de la sonrisa y de la pe- comparten conmigo e s t a temporada que lota por medio- -de estas relaciones huma- llamamos vida, el fenómeno me inquietó lo suficiente como para organizar una invesnas. Veréis lo que me ha ocurrido. Cierto día de mi santo recibí una cor- tigación a fondo y averiguar qué ocurría dialísima felicitación de un señor muy im- en la oficina de relaciones públicas de mi portante por su personalidad, negocios e corresponsal, que tan despistadamente funinfluencia. Yo, que soy hombre modesto cionaba. Y a través de una serie de gestio- con tendencia a modestísimo, confieso que nes, fui presentado e intimé con cierta perme emocioné por aquella deferencia del sona que trabajaba con mi infallable felipotentado. Contesté a su finura con la cor- citador y agradecedor. ¡Qué tristes revelatesía que puede imaginarse. Y ni qué de- ciones me hizo! ¡Qué desengaño más grancir que cuando llegó el día del santo del de de la vida y da las relaciones humanas magnate le envié una felicitación apreta- de mi magnífico amigo! 1 no conoce dísima de los mejores votos y deseos para -dijo mi confidente- -a nadie o a casi naél y para todos los sunyos. Y en seguida, die de los que felicita o le felicitan. Soi espuesta al canto, agradeciendo muchísi- mos sus hombres los que sabemos las mo mi felicitación. Total, que esta corres- entidades o méritos que representan sus pondencia cortés ha durado varios años con felicitados. Con una máquina estupenda y modernísima süe maneja una chica con bata blanca se fabrican todos los años miles de cartas que, según eí santo, condecoraciones, homenajes o distinciones que trae el periódico, se envían a todos los habitantes del país que interesa relacionar Las contestaciones se venden como papel viejo, sin abrirlas y, por supuesto, sin registrar. Y el día del santo del jefe, cuando las felicitaciones llegan a miles, es natural, la misma operación. Y se contesta a todo el mundo que está en el fichero de relaciones, haya felicitado o no. El jefe, sí acaso, se limita a echarle un vistazo a ia montaña de cartas y telegramas y t a io más, dice: Parece mayor que la del año pasado. Contesten. Y marcha sin abrir una sola misiva. ...Total, ya no se trata de relaciones entre hombres, sino de relaciones entre máquinas. Saludos, parabienes y pésames que no salen de un corazón, sin de cierta computadora aue maneja una chávala con b a t a blanca. (Registro y formulación de afectos que no existen, que van y vienen por el aire como las nubes, que ni acarician ni hieren. Viejos usos humanos, casi primitivos, que han quedado desconectados de su raíz cordial como el raba de la lagartija que se mueve solo después de cortado. Símbolos descarnados de una civilización que fue. Naturalmente que no volveré a felicitar en mi vida a éste importante señor Para qué? Pero inevitablemente, como una pesadilla imparable, todos los años, hasta el día de mi B. I. P. o... después, depende de la máquina, seguirán llegando las cartas agradeciendo mi telegrama de felicita ción. P. GARCÍA PAVÓN

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