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ABC MADRID 22-04-1969 página 3
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ABC MADRID 22-04-1969 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO PRENSA SOCIED A D M A D POR ESPAÑOLA, ANÓNIMA R I D FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA E me acercó el S é n e c a Le bailaba en los ojos, tras sus gafas de alambre, esa lucecilla especial que en él revela malicia y anticipa alfileres. -Don José, usted siempre me había dicho que su familia era corta; que existían pocos Pemanes. -Mi abuelo y mi padre fueron hijos únicos. Yo tengo un solo hermano. El plural, pues- -los Pemanidas que hubiera dicho un griego- empieza de mi generación para abajo: hijos, nietos. El S é n e c a dogmatizó cachazudamente -Hay otro... -Ya te entiendo. Cuando mi nombre modestísimo empezó a sonar un poco, surgieron otros pemanes por esas tierras de Dios. -Por cualquier tierra, entonces: porque todas las tierras son de Dios. -Pero éstos surgían, sobre todo, por Aragón, que es donde se instalaron los primeros Pemanes, o Pekmanes, que así se llamaban porque eran flamencos. ¿Como Lola Flores? -Quiero decir que vinieron de Flandes cuando vino Carlos V. Poco a poco se me fueron apareciendo o identificando. Uno era alcalde de Biel: pueblo aragonés donde se domiciliaron los primeros arribados. Otro creo que era peluquero. Otro recientemente me mandó una foto, actuando como locutor de una emisora, no sé si parroquial o estudiantil. Este se llamaba ya José María. Como era muy joven, había llegado a tiempo de aprovechar esa oportunidad onomástica. (A ese le digo: cuidado, tocayo; que el nombrecito tiene también sus inconvenientes. -Hay otro, don José- -volvió a sentenciar el Séneca y añadió: -Es natural... Usted es popular, ¿no? -Lo supongo. Por lo menos me dio hace años ese título Emilio Romero; título que comparto con El Cordobés Analía Gadé, el marqués de la Váidavia y el obispo de Cádiz. También me firmó certificado de popularidad la casa Rolex que, en una cena de gala, me regaló un riquísimo reloj de oro, así como a Santana, Antonio Bienvenida, Antonio, el bailarín, y otros. Vino a entregarlos un solemne jefazo suizo que, acabado de bajar del tren, creía que Antonio Bienvenida era el bailarín y Antonio el bailarín era el torero. La popularidad es una nebulosa que limita por todas partes, con la generalización, el error, el bulo o el equívoco. A mí el mandamás helvético me felicitó por el éxito de ¿Dónde vas Alfonso XII? y por La Muralla porque, por lo visto, Juan Ignacio y Calvo Sotelo pertenecen conmigo a esa ensalada poé- ABC tico- católico- monárquica, de difusas fronteras interiores. -Le digo que hay otro. -Quizá aquel a que se refería por una calle de Elche una señorita cargada de libros y carpetas, que venía seguramente de algún Instituto, y que, apretando el paso para verme la cara, cuchicheaba con sus compañeras: Ese es Pemán. No, mujer. Pemán se ha muerto, ¿no ves que viene en el texto de literatura? Se rascó otra vez el Séneca la cabeza. Insistió: -Le digo que hay otro. ¿Y éste otro qué ha hecho? -Se ha casao don José. ¡Acabáramos! Ya sé que la nebulosa popular linda también con el bulo y aún no sé si con la calumnia. Ya sé que a los dos meses del mayor dolor de mi vida gustan algunos de adornarme con imaginaciones; hasta me han adjudicado concretas novias o esposas: señoras, señoritas, cocineras, actrices, secretarias. De estas últimas he tenido unas cuantas; y todas se han casado, pero cada una por su cuenta. La actual aún es soltera; pero por el sosiego con que está mecanografiando esto que le dicto, veo que se ríe como yo de tanta estupidez. (Incluso hagamos un test Dicto: Schopenhauer ácido oxifenipropenítico Miro. Ni una errata. Pulso tranquilo. ¿Y dónde estará la raíz de la inmensa estupidez? -Primero se me ocurrió atribuirlo a la chunga de mi tierra, que siempre ronda los bordes de lo amoroso. Herencia mora. Del príncipe Adinagra me d i j e r o n que sólo tenía siete mujeres de las setenta que le permitía la ley de la Costa de Marfil, donde reinaba; y algún coterráneo com e n t a b a es un solterón empedernido Luego algún amigo creía descubrir la raíz del bulo en la torcida in- R E; EI Y A. CCIO N ADMI N I S T R A C I 0 N T AL L E R E s S. E R R A N O 61 EL SÉNECA YEL OTRO PEMAN tención que acompaña a toda popularidad política o literaria. -Y que esa ley de devaluación que usted, don José, me ha puntualizado algunas veces en las palabras y modismos se cumple también en el pensamiento que en ellos se expresa. Aunque la palabra y el diálogo son nada más que las herramientas de la comunicación humana, tuvieron u n a s palabras quiere decir que se pelearon; como dar que hablar presupone que es malo lo que se habla. De una mujer se dice que tiene historia cuando tiene antecede n t e s pecaminosos. Ciertamente, Agripina o Mesalina tuvieron historia. Pero también la tuvieron Isabel la Católica o Santa Teresa de Jesús. -Y sin embargo, Séneca me gustaría conocer al creador del bulo. -Es un bulillo pequeño. -En ese tema, para mí, todo tiene el tamaño de mi dolor y mi vacío. ¿Por qué no moviliza usted en la pesquisa la Dirección de Seguridad? -Porque, ahora, al principio de temporada, tiene harto trabajo con vigilar para que no se afeiten los toros ni se lidien faltos de años y de kilos. A un amigo mío extranjero no le cabía en la cabeza que al órgano supremo de la Seguridad le interesara tanto que los toreros estuvieran inseguros. Es la exigencia ibérica. ¿Cómo no vamos a estar inseguros los que tenemos que lidiar la opinión y la popularidad? Ya hace tiempo que yo notaba que cuando iba al teatro con mis hijas, que son muchas, jóvenes y guapas, algunas me decían casi a gritos: Papá... ésta es tu butaca. Ni yo estoy sordo ni me había equivocado de localidad. Hasta que comprendí que lo decían para que se oyera bien el papá y se interceptase cualquier imaginación... Pero para que no te vayas, Séneca con las manos vacías, te voy a presentar a un Pemán que no conoces. Tú me conoces burlón, transigente y casi frivolo. Pues vas a conocer ahora un Pemán iracundo. Si logras dar con el inventor o cooperador intencionado de la estúpida patraña dile de mi parte que soy tolerante por viejo, pero que todavía soy lo suficientemente joven- -porque la ira es una manera de juventud- -para, si lo encuentras, tener mucho gusto en romperle la cara. En fin, no toda la cara: pero sí amoratarle, estilo Oeste, un ojo y un labio, para que su cara grotesca haga juego con su alma. Me miró con ternura el Séneca Musitó ¡Ese sí que es otro Pemán! José María PEMAN De la Reat Academia Española Exposición y Ven! P. Virgen dei Puerto, 5 Te; ef 2657602

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