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ABC MADRID 20-04-1969 página 151
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ABC MADRID 20-04-1969 página 151

  • EdiciónABC, MADRID
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H USICA Y COMPROMISO Por Luis DE PABLO hace demasiado tiempo, en el coloquio subsiguiente a una conferena pronunciada por mí, no iporta dónde, fui interpelado r un espectador que negaL a la música su calidad de inmerso en una proWeática viva, dejándola reduda, al parecer, a un puro fasionismo, suerte de mundo eal, refugio de atribulados, ilvula de escape frente a una demasiado dura e in moda. Su reacción era concuentemente negativa. Por extraño que pueda soir, ésta es también, para uchos que se dicen aficioidos y en sentido positivo, la íz profunda de la música, 1 y como ellos la entienden, ran parte de las censuras con le Ja música actual se enenta provienen de que, se di: no hay lugar en ella para efusión s e n t i m e n t a l sin mpromisos, para el dejarse ívar, para el olvido de la reaiad diaria. Con ello, claro es, rinden un flaco servicio al te del que dicen ser apasiotdos, ya que lo desvinculan 1 único punto de referencia lido de que la creación ars t i c a dispone: la realidad cúndante transmutada por conciencia estética. Yo quisiera dividir este pefiño trabajo en dos partes: primera, el análisis de la ada opinión; la segunda, el cómo y a qué niveles ss puede operar el compromiso en música. No haré, desde luego, sino esbozar tales temas, suficientemente amplios como para ser objeto de un voluminoso estudio. LA MÚSICA N O ESTA AL MARGEN DE LA CONTINGENCIA HISTÓRICA Una primera constatación: la desvinculación da la música respecto de la realidad- -o al menos, rspecto de una realidad hiriente- -se opera desde dos actitudes: una negativa y o t r a positiva. Para unos, tal convicción supondrá el rechazo de plano de lo musical por inútil. Para otros será el mayor encanto de nuestro arte. En ambos casos se da por sentado un hecho: que la música no refleja la realidad, de la que se considera emanación independiente y gratuita. Por descontado, poca gante habrá que se atreva explícitamente a dar por suyo una postura tan extremista como la más arriba expuesta. El hecho de que las cosas cambian ha penetrado incluso en las mentes más refractarias. Pero una cosa ss la aceptación en el plano de los postulados y otra es asumirlo en el de los hechos. En realidad, la gran mayoría de los que se consideran a si mismos como aficionados viven- -y esto es lo único que importa- -como si la música hubiese nacido al margen de cualquier contingencia histórica. No hay sino qus consultar opiniones, reacciones, críticas y hasta programaciones. De dar por buena semejante hipótesis queda como enigma insoluble la cuestión da los cambios del lenguaje musical. Un error tan de bulto como éste no puede sino estar motivado por un impulso irracional suficientemente imperioso e insoslayable como para rechazar la mayor de las evidencias: la evidencia de la evolución. Si la n e g a m o s será porque el hecho no entra en nusstras posibilidades de aceptación, condenándonos a una ceguera voluntaria, con lo que dej a r e m o s desprovista a la música de su calidad de lenguaje, ya que éste es por esencia reflejo de un concepto 4 e la realidad. LO EXTRAMUSICAL Y LOS PARAÍSOS ARTIFICIALES Tal renuncia supone, ni más ni menos, la imposibilidad de comprender, sentir, conmoverse de verdad con lo qua el fenómeno musical es. La música ya no puede transmitir a quien así la escucha el menor de los contenidos: se ha convertido en heiTamienta neutra, útil sólo si se emplea para fines extramusicales. En unos casos s e r á para otorgar la gracia de grupo elegido a quienes se consideran capaces de disfrutar de ella. En otros, una especie de abastecedor sin riesgos de cómodos paraísos artificiales En otros servirá ds fondo a un trabajo rutinario del que intenta hacer olvidar el poder alienador. Entre gran cantidad de aficionados, fieles a las salas de concierto y los grandes programadores del trabaje con música apenas si hay, seriamente hablando, diferencia. En todos ellos la música ha perdido totalmente su valor enriquecsdor de lo humano para convertirse en objeto al servicio de un interés extramusical. Con Vicente Aleixandre se podría decir: Arboles, mujeres y niñas son todo lo mismo: fondo. Así. pues, tanto la conducta de quien se comporta frents a la música como algo al margen del compromiso, a fin de obtener de ella, sea una coartada moral colectiva o personal, sea un provecho económico directo, como quien la rechaza como un arte sin vinculaciones vivas, caen en continúa 35

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