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ABC MADRID 20-04-1969 página 137
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ABC MADRID 20-04-1969 página 137

  • EdiciónABC, MADRID
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rande. Al general lo traté mucho. Desde Oxford recuerdo la impertinencia con que mis dieciocho años me movieron a escribirle una larga carta política. Al general le hizo gracia y me contestó con una de su puño y letra, simpatiquísima, que yo uardaba como oro en paño. La amistad del conde de les Andes con José Antcnic le llevó a ayudarle en la funJacicn de la Falange. -En agosto de 1933 fuimos José Antoo y yo con Ruiz de Alda a comer, en San Juan de Luz, con Juan Antonio An aldo, donde trazamos las líneas políticas le lo que después sería Falange Española. Elegido el conde de los Andes disputado or Cádiz con José Antonio, Pemán, Garia Atance, el almirante Carranza y otros, acta de diputado de nuestro interloeu 3 r protegía el local que Falange Española ¡abía alquilado en la calle Marqués del iscal. -Recuerdo que mi inmunidad parlamentaria, y un amplio abrigo con grandes clsillos, contribuyeron a que entrase en 1 teatro Calderón, de Valladolid, al mitin le la fusión con las J. O. N. S. llevando ncima ocho pistolas. -Su salida de Falange ha sido muy cocientada- -le decimos. -Sí; mi salida de Falange levantó una ran polvareda. Se ha supuesto que mis envicciones monárquicas, por una parte, por otra, una discrepancia con el entenimiento falangista de su teoría politiza ocial, fueron las verdaderas causas de mi lejamiento, y no las razones que di. Se había comentado, efectivamente, que salida del conde de los Andes de Palanc Española se debió a su filiación moa árquica. -Completamente falso. Por encargo de osé Antonio desarrollé en los editoriales e Fe toda la doctrina económico social ial de Falange. Recuerdo dos artículos, no de ellos titulado Ni capitalismo ni larxismo suficientemente elocuentes. Mis onvicciones monárquicas, mi amistad con iugenio Vegas desde los tiempos de la juentud monárquica, me llevaron a Acción Ispañola. Allí di una conferencia con una eclaración monárquica explícita que reuerdo me reprochó Julio Ruiz de Alda, osé Antonio le quitó la razón. Nosotros- nos dijo- -no hemos tomado postura, ni leditado suficientemente sobre el probleia de la forma de gobierno monárquica, ero eso no quiere decir que nos sea indigente. Cierto que después de mi separaión declaró José Antonio su escepticismo ubre la actualidad de atracción de la instución monárquica, pero tampoco resolvió problema de la sucesión en la Jefatura el Estado. A partir de la fusión con las J. O. N. S. i preocupación del conde de los Andes or la falta de presencia de pensamiento ttólico en las propagandas falangistas se ¿Se reanudó su amistad con José Antonio? -Sí, poco antes de su encarcelamiento. Siempre admiré sus excepcionales cualidades y me asombra que sus seguidores no hayan destacado bastante la admirable confesión de fe católica que representó su testamento y sus cartas postreras relatando su aceptación de la muerte; admirables en su sobria sencillez. NUEVAS MISIONES Después, los pasos políticos del conde de los Andes se encuadraron, primero, en Benovación, y después, con mayor entusiasmo, en el Bloque Nacional de Calvo Sotslo. Colabora en Acción Española, en los periódicos, en la tribuna del mitin y en conferencias. -Simultáneamente colaboré en los trabajos conspiratorios que prepararon el 18 de julio, con Valentín Galarza, a quien llamábamos el técnico El me envió a Burgos el 17 de julio para ponerme a las órdenes de Sanjurjo pensando que podía ser útil como secretario. A Sanjurjo le conocía, naturalmente, y le había visitado en el Dueso, y después de la amnistía mantuve con él algún trato. Muerto Sanjurjo, el general Mola me envió a Francia con algunas misiones, en los primeros días del Alzamiento. En uno de esos viajes tuvo conocimiento el conde de los Andes de los deseos de Don Juan de Borbón, hoy Jefe de la Casa Real de España, de luchar como un combatiente incógnito en la Cruzada. -Por eso le acompañé en su frustrado intento de incorporarse como voluntario en Somosierra a la columna Escámez. En agosto de 1936 el conde de los Andes logra que el general Mola le permitiese abandonar el servicio que le prestaba para incorporarse al grupo Miralles, en Somosierra, como voluntario. Hace los cursos de alférez y de teniente provisional en disdistintos frentes, hasta que en mayo de 1938 es herido muy grave en Corbalán, cuando mandaba una Compañía de Regulares. Convaleciente aún fue nombrado gobernador civil de Santander y después consejero nacional. -El Gobierno de Santander lo dejé para incorporarme a las tareas del Instituto de Estudios Políticos, del que fui nombrado vocal. En artículos, en alguna conferencia y con mis actividades pretendí impulsar lo que ahora se llama institucionalización del Régimen. El ritmo acelerado que yo pretendía, y los trabajos en favor de la instauración monárquica, me depararon el cese de consejero nacional y la deportación gubernativa a la isla de la Palma durante ocho meses. Naturalmente, este episodio no ha alterado lo más mínimo mi adhesión a cuanto representó el 18 de julio, aunque a veces sus principios quieran tergiversarse. Cuando el Instituto de Cultura Hispánica me envió a Hispanoamérica a dar conferencias, defendí, sin rencor alguno, todo lo defendible en mi sentir de las realizaciones del Régimen en estos treinta años y hablé del Generalísimo Franco exaltando cuanto de positivo dimana de su Jefatura. NOBLEZA OBLIGA Ahora hablamos al conde de los Andes, Grande de España, de la misión de la nobleza en el momento actual. -La nobleza en los tiempos actuales no tiene funciones específicas, pero indudablemente su sentido de servicio y de ejemplarizad siguen siendo muy útiles a la sociedad cuando la nobleza los ejerce. La tradición histérica abre camino a nuestro paso. En el Perú ayudó muchísimo mi labor hispanista el hecho de ser yo tataranieto del Virrey del Perú, conde de los El conde de los Andes (centro) muy poco después de terminar la guerra civil, en el Alto del Escudo (Santander) junte al conde Ciano, que realizó una visita al cementerio de los italianos muertos durante la campaña. eentuó. -Ramiro Ledesma Ramos, a quien lueo expulsó José Antonio de Falange, no ra creyente. Hubo por entonces, en el vetno de 1934, muchos falangistas preocuados por esta influencia. Por eso pedí y tttuve de José Antonio formar parte de la cnencia donde se estudiaban los futuros ¡tatutos. La revolución de Asturias cortó is discusiones y José Antonio publicó los statutos de Falange sin mi conocimiento, o atendió a mis reclamaciones y me seiré de la Falange por la redacción del unto 25. Sigo pensando que su redacción 0 fue afortunada. Dice el conde de los Andes que las rupiras nunca se amoldan a moldes clásicos 1 suelen ir medidas de pasos acompasados. Después me he reprochado muchas veces 9 haber agotado el diálogo con José Annio en aquella ocasión. También he guarido nostálgica añoranza del rigor combavo y del estilo político de la Falange de itcs del 18 de julio. Andes. El Ejército, la política, la diplomacia, los medios intelectuales, deben ser los caminos a seguir por la aristocracia histórica. Y el mecenazgo, naturalmente, cuando sus posibilidades económicas se lo permitan. La nobleza española siempre ha sido campechana, porque en nuestra patria el matiz diferencial entre lo aristocrático y lo popular fue siempre meramente externo y no entibió nunca la cordialidad efusiva de la convivencia ciudadana. Con todo, en los tiempos presentes debe acentuarse la presencia nobiliaria en las empresas sociales. En mi sentir, un bien permanente de la nobleza es desvalorizar la plutocracia. La aristocracia solariega siempre tiene un rango dé distinción y respetabilidad independiente, de la que carece la del dinero. COLOFÓN El conde de los Andes entrega, amablemente, como colofón de estas conversaciones, un ejemplar de su discurso de ingreso en la Academia de Ciencias, el cual representa un brillante ensayo político en el que se defiende la vigencia de los principios del derecho público católico teniendo en cuenta la realidad social presente, muy distinta de la tradicional. Nuestro entrevistado ha hecho suyas las palabras de Metternich: Mis principios son inmutables, pero tienen que presidir la realidad con que se encuentran. Marino GOMEZ- SANTOS 21

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