ABC MADRID 20-04-1969 página 33

ABC D O M I N G O 20 DE A B R I L DE 1969. EDICIÓN DE LA MAÑANA. PAG. 21 ABC EN WASHINGTON LOS NORTEAMERICANOS APLAUDEN LA ¡Í FRIALDAD DE NIXON EN LA CRISIS DEL AVIÓN ESPÍA 2 j S H 3 S S 5 3 jj H 6 Ü J 3 3 3 LOS CUATRO GRANDES NO QUIEREN GASTAR TANTO ¡ENLAO. N. U. Y piden que se reduzca su presu- puesto de gastos i Naciones Unidas 19. Francia, Gran Bretaña, la Unión Soviética y los Estados Unidos, los cuatro países más pode, rosos de la Organización mundial, han pedido una reducción en el creciente pre supuesto de gastos de la O. N U. confirmó hay u n portavoz del secretario gey neral. A la hora de pagar la cuenta de los 155 millones de dólares anuales que cuesta la Organización, las cuatro superpotencias han decidido reducir su patrtieipacióin financiera, aunque, por otro lado, como se ha reflejado en la cuestión del Oriente Medio, hayan tomado una participación más activa en los asunto de la Organización mundial. D e las cuatro potencias, que cubre con su aportación conjunta el 56,73 por 100 del presupuesto total, los Estados Unidos son los que mayor participación tienen, con 42.500.000 dólares anuales; em segundo lugar, la Unión Soviética, con casi 21 millones de dólares; igue Gran Bretaña, con 9.400.000 dólares, y Francia, con 8.500.000 dólares. -Efe. 3 3 jj j 3 s 55 j 53 3 3 S 3 3 3 3 Continuarán, pero con escolta, los vuelos de reconocimiento SEMEJANTE EMPRESA RESULTABA CARA Y LOGISTICAMENTE COMPLICADA MERIDIANO MUNDIAL Madrid. (De nuestra Redacción. Como en su crónica apunta Massip, efectivamente, el Gobierno de Nixon parece consolidar un nuevo estilo en la política exterior de los Estados Unidos. Morderse los puños- -los poderosos puños- -y no replicar a la agresión de otro enano asiático es un gesto de explicitud bastante para definir el nuevo entendimiento de Washington de los problemas exteriores. Norteamérica parece cansada de su extraversión, forzadamente violenta en ocasiones; parece ahita, rotos sus hombres y cansado el ánimo por el peso de la púrpura económicamente herida; su juventud- -educada en una moral de confort e ideológicamente hipersensibilizada- con la amenaza de morir en Vieínam. Norteamérica, quizá, siente la hora de volver a casa; de ensimismarse, para ir al encuentro de su conciencia: hacer, sobre todo, balance de las acciones fallidas y de las omisiones culpables. Ya en los primeros meses de su mandato, el presidente Nixon parece definirse como el arquitecto de una sólida y dorada mediocridad norteamericana: arreglo de los más apremiantes problemas de la intendencia doméstica, con olvido incluso de los fallos arquitectónicos de la sociedad estadounidense- -recuérdese a ué partidas afecta la propuesta reducción del gasto público- y sin atención bastante a las cuestiones tan graves que canceran la estabilidad del hemisferio Sur; cuestiones casi caseras y, en ciertos de sus aspectos económicos, plenamente domésticas. Claro que Norteamérica no está sola, ue en este tiempo de glofealización de la política, de planetización de ios problemas, no hay rincón en el desierto donde las voces todas no resuenen, donde sea posible el aislamiento, la inhibición o la torre de marfil. Cambiar los modos de producirse en el exterior no puede ser ya para Washington un repliegue al interior de la propia coraza. Bien está la serenidad para no envenenar más, aunque sea con réplicas justas, la maltrecha paz mundial. Pero ello no es bastante. La púrpura y su paso no se dejan como un tranvía; no se pueden abandonar dejando sin construir la paz al sur de Río Grande y en el ancho y pavoroso mundo del subdesarrollo. Washington 19. Crónica de nuestro corresponsal, por telex En otros momentos de su historia, los poderosos Estados Unidos habrían reaccionado fulminantemente ante la destrucción de una de sus unidades navales o aéreas por la que el ahora presidente Nixon, en su campaña electoral, refiriéndose a Corea del Norte, calificó de potencia militar de cuarto orden Hace tan sólo catorce meses, cuando la captura del Pueblo por una flotilla rápida norcoreana, la reacción inmediata de la Casa Blanca de Johnson fue enérgica, verbal y estratégicamente. A las pocas horas, L. B. 3. ordenaba la movilización de casi guiñee mil hombres de las reservas de las Fuerzas Aéreas y un vasto despliegue naval en aguas extremo- orientales, y el Washington político, con algunas excepciones, pedía ardientemente represalias inmediatas contra la República comunista de la península coreana. Las represalias no se produjeron. Se llegó a la conclusión de que un contragolpe militar, de dudosa eficacia y enormes riesgos, acarrearía la muerte ae los 82 prisioneros del Pueblo y esta convicción detuvo la mano de Johnson y del Pentágono, enfrió la temperatura recalentada de esta capital y llevó a L. B. J. a un impaciente paréntesis de espera. No siempre había sido así en esta capital. El desastre del Maine en La Habana fue la espoleta que necesitaba el expansionismo de la derecha americana contra las últimas posesiones coloniales españolas en el Caribe y el océano Pacifico. Un futuro presidente, Theodore Roosevelt, acaudilló a la caballería americana en el asalto a las lomas de San Juan, en Santiago de Cuba. Woodrow Wilson, un presidente demócrata, envió en 1916 una expedición de castigo a Méjico al mando del general Pershing, que iba a ser el comandante en 3 efe de las fuerzas americanas en la primera guerra de Europa, para detener los desmanes revolucionarios del insurgente Pancho Villa y proteger los intereses americanos. En años subsiguientes, los marines ocuparon Repúblicas centroamericanas y la isla de Santo Domingo. Johnson envió fuertes expediciones armadas a la República Dominicana y a Panamá. El presidente Eisenhower envió una fuerte expedición aéreo- naval a la República del Lí- OPORTUNIDAD PARA MATRIMONIO (cocinera- mozo comedor) en Irlanda. Preferible del norte de España. Buen sueldo a convenir y posibilidad de ahorrar. Vacaciones y viajes pagados. Escribir dando datos a Apartado de Correos número 1.075. M a d r i d (2.469. 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Desde el punto de vista de la fría cautela de un gobernante poderoso a quien no conviene entrar en el juego de un adversario feroz pero pequeño, la exposición hecha ayer por Richard Nixon en su difícil conferencia con la Prensa, de los detalles de la crisis y de la respuesta norteamericana a la misma, fue magistral. Nixon, sin exagerarlo, tiene conciencia muy clara del papel dual de su país en el mundo de hoy, el de sus eventualidades de paz y de guerra. Lo que queda por ver, naturalmente, es si la actitud moderada de Nixon será eficaz en el estado de agresividad beligerante en que parece moverse la República de Corea del Norte. El presidente respondió, primero, al estado de espíritu de la nación, horrorizada y encabritada ante nuevos riesgos de guerra, y, segundo, a altas razones de política internacional, a saber, a) la guerra persistente e irresuelta de Vietñam, y b) a las eventualidades de una entente con la Unión Soviética. No hubo frases heroicas en la declaración de Nixon ante la Prensa. Hubo la comprobación de unos datos aritméticos y estratégicos. Estados Unidos se limitará, por ahora, después de haber protestado oficialmente contra la agresión, a dar escolta armada a sus unidades de reconocimiento y espionaje a lo largo de las costas y espacios aéreos norcoreanos, con órdenes estrictas de mantenerse fuera de las jurisdicciones legales. Semejante empresa será logisticamente complicada y económicamente cara, vero esto es lo que tratará de Jiacer un presidente que no quiere, si los puede evitar, nuevos conflictos armados. Toda la Prensa y la mayoría de la opinión parlamentaria, con escasísimas excepciones, aplaude hoy la decisión de Nixon, que ha superado, de momento, el peligroso escollo del jingoísmo patriotero y belicoso. El presidente juega hasta ahora sus cartas internacionales con la frialdad de un profesional del poker con los ojos clavados en Vietnam y en la U. R. S. S. Ha sabido