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ABC MADRID 15-04-1969 página 9
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ABC MADRID 15-04-1969 página 9

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página9
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ftftnt Palacio a orillas del canal donde nació Casanova, en Venecia. El caballero Casanova rindiendo pleitesía amorosa a una bella. picaruelo que gazmoño- -o acaso lectora- -que ya se ha enterado de los ditirambos que he dedicado al hombre de letras, al historiador, al viajero, al esteta y al dilettante y que desea conocer alguna faceta del personaje donjuanesco del seductor fascinante, del galantuomo triunfador en todas sus empresas acometidas bajo el signo de Venus o Eros. Fues que se puede decir muy p o c a cesa- -rezará mi respuesta- -habida cuenta de la imposibilidad de condensar en tan poco espacio un tan formidable y amplísimo historial de lineas dramáticas y cómicas peripecias acaecidas con la ayuda de Cupido. Y que al propio tiempo es bien notorio que Casanova, además de su gallarda figura (un metro ochenta y siete de estatura) y de su charma inigualado, poseía un secreto especial para atraerse a las mujeres; algo así como una fuerza magnética irresistible que las obligaba a corresponder con vehemencia a su encendida e incendiaria pasión; extremo éste que le diferencia de su maestro Don Juan, que despreciaba a las hembras después de someterlas porque no acababa de encontrar el ideal femenino que encarnase la diosa o la reina que ardientemente buscaba. En tanto que el veneciano hacia de cada mujer una diosa o una reina, siquiera fuera por un día o una hora. En la imposibilidad absoluta de reproducir esa dilatadísima y entretenida actuación galante que dura medio siglo, me ceñiré a exponer en una lista los nombres de las bellas que él confiesa cayeron en sus redes y que ascienden a 86, sin que ese número presuponga en modo alguno que otras muebísimas más no se rindieran a sus atractivos. He aquí la lista, que el lector, por erudito que sea. hará bien en saltarse, para no resentirse de fatiga: Betina Gozzi, Nanetta y Martina Cavanachhie, Lucía di Faseano, la Tintoretta, Bárbara Testaccio, Cecilia, Maiina, señora F. Cristina, Genoveva, Julieta, Enriqueta, señorita Vesian, señorita Morphi, duquesa de Chartres, Te: C. C, condesa Coronini, la falsa monja, tíñora de Chambri, M. M. Tonina, Barberina, condesa Eanafede, condesa Lambertmi, Tiretta, señora X, señorita de ia Meux, Silvia, duquesa de ürfe, Camila, Ester, señora X. C V. señora Tíu Rumain, señora Baret, condesa Picolominni, Manon Baleti, la señora del Burgomaestre, señora Gardella, señora Dubois, señora Zeroli, Rosalía, Verónica, la Corticelli, Mariucha, Lucrecia, la bella lis, la modista R. marquesa Desarmoises, condesa Lescaris, Mimi d Ache, Elena, Ágata, condesa A. B. Zenobia, la marquesita Q. Irene, la Marsellssa, Clementina, Isabel, Marcelina, Adela, Paulina, Sarán, Augusta, señorita Belanger, SUena de Aragón, Zaira, Carlota, la Pichona Doña Ignacia, Doña Felicia, Nina, marquesa Chigi, miss Betty, duquesa de Kingston, Calimena, miss Chudeleig, Margaretta, duquesa de Fiamo, princesa Santa Oroce, Armelina, Emilia, princesa de Sajonia, Lía, etc. etc. ¿Habrá que añadir la estereotipada expresión: Y otras que sentimos no recordar? Giacomo Casanova Y así llegamos paulatinamente al año 1798, que corresponde en Europa al declinar de la Revolución Francesa, ahita de sangre y de demagogia; al advenimiento de Napoleón, que ya sobrepasaba a Bonaparte y a la muerte de Casanova, que, viejo y achacoso, se había refugiado en el castillo de Buz. en Bohemia, donde su propietario el conda Waldstein le había nombrado su archivero- bibliotecario. Si cerno Dante afirma en su Divina Comedia Nessun magior dolor e que ricordarsi nella miseria dei tempi felici ese dolor en Giacomo tiene que ser agudo, porque, galanteador sempiterno, se encuentra reducido a la impotencia- -y nunca mejor empleada la palabra- -para contender en las lides amorosas, meta y razón de ser de su existencia. Y en tal sentido no se cansará de repetir diariamente su consabida condenación: ¡Maledetta vechiaia! i maldita vejez) Maldita, sí, efectivamente. Ya que ella le ha impedido continuar disfrutando de lo que el príncipe de Talleyrand llamaba la dulzura de vivir en aquellas épocas dei rococó Y le había clavado medio paralitico en un sillón donde se consolaba escribiendo sus memorias y evocando su deslumbrante y azaroso pasado, que vacilaba en transcribir a la posteridad, porque si describía devaneos también acumulaba buenos consejos y provechosas experiencias. Escribo mis memorias- -confiesa- -con la esperanza de que no salgan a la luz en la imprenta. Y confío ser lo suficientemente sensato para verlas queaiar en mi enfermedad postrera Ello demuestra que, pese a su conducta licenciosa y a su borrascoso vivir, Giacomo Casanova no es ni mucho menos ningún tipo demoníaco, sino más bien un pecador arrepentido que cree en Dios como él mismo proclama en estas palabras: Soy cristiano, creo en el Dios Creador y Todopoderoso. Y no me dejaré arrastrar nunaa por la desesperación que mata v a los ateos les conduce al suicidio. Yo bien sé que rezando al Altísimo esa desesperación se desvanece y la confianza retorna nuevamente al hombre. Federico OLJV 4. X

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