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ABC MADRID 01-04-1969 página 55
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ABC MADRID 01-04-1969 página 55

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC. MARTES 1 DE A B R I L DE 1969. EDICIÓN DE LA MAÑANA. PAG. 45. En la revista Mometa e Crédito ediía da por la Banca Nazionale del Lavoro, correspondiente al mes de marzo de 1958, Meir H th publica un interesante y documentado trabajo sobre las experiencias habidas y perspectivas que ofrecen en los Estados Unidos los Certificados Negrociables de Depósito (C. N. D. El estudio que realiza, con amplia base bibliográfica, comienza textualmente con la siguiente declaración: La aparición de los certificados de depósito a plazo, negociables en el mercado, constituye una de las innovaciones ele mayor relieve en la reciente historia de los Bancos de los Estados Unidos. A continuación se extiende en un minucioso análisis del problema, apoyado con numerosos datos estadísticos, para, al final, obtener una serie de conclusiones, ciertamente ponderadas y objetivas, sobre este instrumento importante de recaudación bancaria -así denominado por el autor- analizando acto seguido su incidencia sobre la estructura del sistema bancario, así como los problemas de concurrencia qué puede ocasionar sobre depósitos a la vista y sobre títulos emitidos por otros institutos financieros o de crédito. Si bien es cierto que el estudio lo sitúa sobre el plano del sistema financiero de los EE. UU. no obstante, no resulta difícil decantar sus notas esenciales en orden a una posible aplicación a otros sistemas nacionales. Los C. N. D. surgen en EE. UU. a principios de 1961 y podrían definirse, al menos sustancialmente, como documentos emitidos por un Banco, con la característica jurídica de ser negociables, en los que se certifica haber recibido fondos de un depositante, por un plazo determinado, a cambio de un prefijado tipo de interés. Así concebidos, los C. N. D. son unos resguardos de depósito a plazo, cuyo interés se paga a su vencimiento, y que tienen la facultad de ser transferidos a terceros que estén interesados en mantener fondos a plazo igual al que media entre la fecha de su adquisición y su vencimiento, a determinado tipo de interés. El adquirente sabe, además, que en cualquier momento puede endosar el documento a un nuevo tercero, lo cual le presupone una liquidez casi absoluta. Surge así, de esta manera, inexorablemente, un mercado secundario que puede alcanzar un considerable volumen, y al cual, en consecuencia, es preciso prestarle la debida atención. Los tipos de intereses pasivos que vayan a aplicarse a los C. N. D. estarán instituidos, normalmente, en función del plazo al que el depositante hace su depósito. Es decir, a mayor plazo, más elevado tipo de interés. Resulta obvio que, dada la naturaleza jurídico- ecoiiómica de los C. N. D. por vía de simple endoso, puedan realizarse con ellos, con la mayor agilidad, las más variarlas aeraciones mercantiles, tales como pignorar, comprar, vender, pagar, saldar. etcétera. Es por lo que desde un punto de vista bancario ha podido calificarse al C N. D. no sólo como eficaz instrumento potencial para la recaudación de fondos, sino, de hecho, como nuevo medio de pasto, en la práctica casi absolutamente líquido. No obstante estas favorables perspectivas, los Bancos norteamericanos, en un principio, sintieron cierta reserva antes los C. N. por el temor a que dentro de su pasivo hubiese un trasvase considerable de la cuenta de depósitos a la vista a la suenta de depósitos a plazo, con lo cual, i! final, no aparecería para el Banco nin ima ventaja neta dentro de su volumen total de depósitos. Más bien, el! o podría ocasionar, a juicio de algunos, una disminución de beneficios, al tener true satisfacer el Banco unos intereses pasivos superiores. Sin embargo, estos oscuros augurios no se cumplieron exactamente. Entre los años 19 S 0 y 19 S 5, el saldo áe los depósitos a la vista disminuyó, ciertamente, en cerca de 5O Ü millones de dólares, pero, a la vez, los T depósitos a plazo, en los que se incluyen los C N. D. presentaron un aumento superior a los 18.0 B 0 millones, con lo cual el saldo, como se ve, no fae tan pesimista como algunos en principio temieron. Biein es cierto que para hacer mínima la incidencia negativa sobre los depósitos a la v sta, los C. N. D. sólo se concedieron inicialmente a partir de una determinada cuantía. La mejor prueba del éxito de la operación es que a finales de 1965 Los Servicios de Información de la Embajada británica proveen generosamente de documentación g cuantos escribimos sobre temas económicos. Reconozco que su aportación es inteligente y las traducciones correctas, detalle siempre de agradecer y por desgracia no tan normal como debiera. Esta atención informativa coincide, al parecer, con una ofensiva comercial que el Reino Unido trata de montar, ere frentes concretos, para la expansión de sus exportaciones. Por un lado es evidente que su actividad de promoción en los mercados iberoamericanos había dejado bastante que desear estos últimos años y, por piro, en lo que se refiere a España, las autoridades británicas son asimismo conscientes de las posibilidades de suministro existentes, ante un mercado cuya elasticidad de aprovisionamiento industrial es elevada. Creo interesante destacar esta política informativa, bien planteada, que coincide con una más intensa presencia activa del Reino Unido en todas las manifestaciones comerciales. Según datos que leo en una publicación recibida sobre la economía británica, el porcentaje de sus ingresos dedicado a la compra de productos extranjeros es superior al de los principales países del Mercado Común, como Alemania, Francia e Italia y, asimismo, gasta proporcionalrnente más en importaciones que Japón y los Estados Unidos de América. Gran Bretaña es una nación comercial, concluye el informe a que me refiero, optimista con respecto a una rápida progresión de las exportaciones, imprescindible, por otra parte, para cubrir las exigencias de la importación británica. Junto a la citada política informativa existe la otra faceta, la receptora de información, encaminada a profundizar en el conocimiento de los mercados, para estudiar los posibles errores cometidos y rectificar la promoción comercial. Un trabajo éste fundamental, si de verdad se quieren analizar las causas de los resultados obtenidos y enmendar las equivocaciones Sólo desde un planteamiento humilde se puede llevar a cubo una expansión seria, y sólo sobre una actividad seria puede montarse un apoyo financiero eficaz, que no falta a las exportaciones británicas cuando efectivamente pretenden un contrato. Esta breve disgresión sobre las inquietudes comerciales del Reino Unido pretende llamar la atención sobre varios aspectos de ejempíarizador contenido. La importancia de la información, en primer lugar, bien coordinada con los intereses concretos. La necesidad de un análisis de los mercados, al margen de la pura gestión, y, finalmente, el decidido apoyo oficial en materia financiera, no indiscriminado, sino concertado en zonas geográficas y sectores determinados. Siempre hemos de aprovechar lo mejor de los demás y, a veces, no está de más repasar lo que otros hacen. -Nemesio FERNANDEZ- CUEST

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