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ABC MADRID 26-03-1969 página 3
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ABC MADRID 26-03-1969 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO PRENSA SOCIEDAD M D POR ANÓNIMA R I D ESPAÑOLA, FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA ABC jaba en una libertad que yo no aprovechaba siempre para el bien, siquiera me adaptase a las costumbres de aquella época, siempre sometidos a los mayores, ya que ellos marcaban las normas de una tradición familiar. Es decir, que, sólo en casos excepcionales, surgía un niño que pudiese hacer lo que le daba la gana, mas, aun así, el indisciplinado y el díscolo, de grado o por fuerza, había de someterse a la autoridad del padre. Subsistía, pues, en todas las casas, lo mismo en las de los potentados que en las de los pobres, el concepto romano de la potestad paterna. Juanito era el prototipo del niño bueno, y su padre, sin proponérselo, un pedagogo que, aunque tenía otros hijos, había elevado a su primogénito a una categoría que había de servir de arquetipo p a r a la legión infantil de aquella época. Si existe en nuestro tiempo un libro esencialmente anacrónico es Juanito Y es porque han venido otros modos en los que los hijos dominan a sus padres, o, quizá, en los que los padres no se ocupan de sus hijos. Buscan, entonces, éstos su independencia, volviendo las esCS os su maepcnaencia, yoivxcnao i espaldas al porvenir. ¿Que vamos a hacer con estos chicos? dicen los padres. Y, los más, no se detienen a meditar sobre las causas de esta rebelión, de la que pueden ser culpables. ¿Hasta qué punto de esta rebelión juvenil t i e n e la culpa el filósofo Max Horkheimer? Sin duda este hombre, ya casi octogenario, ha influido mucho en la juventud insumisa y rebelde. Su influencia nefasta lo ha comprendido él mismo, cuando la juventud le ha reba- R ED ACCI 0 N, ADMI N I S T R A C I ON Y TALLERE S 61 SER RANO, L A afición de un b i b l i ó f i l o ha puesto en s u s manos un libro que debe de ser rarísimo en su edición española, y, muy posiblemente, en la italiana. Libro para la educación elemental de los niños, y que se titula Juanito Su autor es Parravicini, y esta edición es de 1870. Corrió este libro todo el mundo y fue pasto de la lectura de millones de niños, ya que los maestros se acogían a él para que sus alumnos aprendiesen preceptos de alta moral, en relación con sus padres y sus semejantes. Era una época en la que el padre representaba la suprema autoridad como jefe de la familia, y era quien dirigía su hogar, quien m a n d a b a y ordenaba. Nos hallamos pues, ante u n a s costumbres anacrónicas. RECUERDOS DEL JUANTTO sado y reniega de él. Ya los jóvenes le acusan de ser un moderado, que ha sobrevivido a la época del individualismo y del socialismo humanitario. Mas pensemos que fue él quien fabricó el explosivo y encendió la mecha. ¿Qué diría de esto el pobre Juanito si resucitase? P este filósofo, que hoy tiene miedo al futuro, le acompañó su discípulo Adorno con su Dialéctica del iluminismo Y, concomitante suyo fue Herbert Marcuse. Poco importa que los impulsores de tales principios no los conozcan la mayor parte de l o s jóvenes insurgentes, mas todo germen que incita a la revolución, infeciona a quien lo respira. Esta anarquía del pensamiento y. de la acción, la expresa este filósofo con relación al Arte. Nos dice: El Arte produce desde hace medio siglo la irracionalidad del mundo. Y ya de vuelta, este filósofo, quizá arrepentido, se expresa así: Los jóvenes se alejan cada vez más del respeto a la persona humana. Posiblemente en el curso de las civilizaciones este fenómeno se ha producido siempre. Los finales de una civilización se han anunciado con signos parecidos. Mas ¿por qué estas ideas surgen e mí después de haber vuelto a leer el Juanito? N o d o afirmar q u e este libro ltMtmw influyese m i i r h n m í r como mucho en mí f t m una semilla que debiera de haber fructificado. Lo he releído como recuerdo de una época muy remota en que empezaron a educarme. Después me fui acomodando a la natural evolución de las costumbres, y pienso que estos saltos atrás en el recuerdo más que mostrarnos el pasado en la distancia concitan emociones que nos mueven a la nostalgia. De aquel Juanito de mis años infantiles me había olvidado; al releerle ahora, vuelven a mí las imágenes de los primeros años de mi vida, en el tiempo en que España perdió sus colonias ultramarinas. Al hacer estas reflexiones no me mueve la influencia del pasado. Hemos de seguir el curso de la vida. Creo, sin embargo, que el Juanito no podría restablecer en este tiempo la autoridad paterna, ni la paz social. Demos paso a la juventud y retírense lq? viejos al ostracismo. Mas no piensen estos jóvenes violentos e insumisos que un día próximo van a gobernar ellos. Tal como van las cosas, el futuro no será de los hombres, sino de las máquinas. Francisco DE COSSIO Me ha emocionado la lectura, revolviendo en mí entrañables recuerdos, ya que fue el primer libro que, cuando yo sabía medianamente leer, en la primera escuela a que asistí, produjo en mí una extraña emoción, y no sólo por las enseñanzas que el libro, gradualmente, me iba dando, sino por ser la primera obra literaria que había caído en mis manos, y, sin duda, había yo nacido para tener afición a las letras. Es decir, que Juanito representó para mí una iniciación en la literatura, antes de haber empezado a leer los cuentos de Calleja. Para mí, Juanito era un héroe muy difícil de imitar, como fue difícil de imitar Amadís de Caula, pese a que don Quijote le superó, ya que para éste sus aventuras fueron reales y las de Amadís, legendarias. Lo cierto es que Juanito se prodigó mucho en el mundo, y que este niño ejemplar, que entonces no nos parecía repelente, como, en este tiempo a los niños de hoy les parece Vicente, era modelo y guía de la infancia de finales del siglo XIX, y pensábamos que todo niño que no fuese tan subordinado a su padre y a las lecciones de su maestro y guía era indigno de vivir en una sociedad sólidamente organizada. No es que todos f u é s e m o s buenos, es que, cuando no lo éramos, nos sentíamos disminuidos y aparte en aquella sociedad, constituida bajo la autoridad del padre y del maestro. No quiere esto decir que yo fuese un émulo de Juanito, ni mucho menos, pues yo había perdido a mis padres y vivía con una abuela que no había leído el Juanito quien con su bondad me de- Le agradará la fina efervescencia y agradecerá el poder digestivo de Consulte o su Médico

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