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ABC MADRID 23-03-1969 página 135
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uno de les más antiguos centros culturates del mundo; cuando los blancos yivían en Europa en cavernas, poseía una civilización avanzada. Voy a actuar en una película en Egipto sobre mi vida y la de los musulmanes. Queremos que todo el mundo sepa que no somos demonios. Todo el mundo escribe contra mí; pero ye no bebo ni blasfemo ni tengo amoríos. Cuando Joe Louis era campeón, sus administradores eran verdaderos gángsters, y no fueron a la cárcel por explotar el vicio en Detroit. Eran el tipo de negro que nosotros llamamos negros blancos pues traicionaban a su propia raza por dinero. Queremos vivir nuestras propias vidas y evitar que el negro viva en pecado. ¿Qué hay de malo en esto? Los únicos que saldrán perjudicados son los malvados que ahora venden drogas, bebidas y mujeres a los negros. Al gángster y a los políticos que viven de los gángsters en los Estados Unidos no les gustará que los negros dejen de vivir pecaminosamente. No tendrán más dinero procedente de las fatigas del negro. LOS VIEJOS BOXEADORES TIENEN QUE DEJAR DE BOXEAR Cuando yo me entrenaba en Boston le ofrecí a Ployd Patterson 1.000 dólares poicada asalto si actuaba de sparring conmigo durante una semana. En una semana le hubiese pagado 28.000 dólares por hacer de sparring conmigo, con guantes grandes y casco protector, pero estaba tan asustado que no apareció por Boston. ¡Le prometí no hacerle daño y no quiso! Dicen que quiere pelear conmigo. No lo creo. Prefieren tener uno o dos boxeadores dispuestos a luchar conmigo, pues la noche de la pelea, estoy seguro de que Patterson se disfrazará y huirá de los Estados Unidos. Patterson está tan asustado como lo estaba Listón en Lewiston, en Maine, cada vez que le hablaba. Pude ver el miedo en sus ojos. Estos viejos boxeadores tienen que dejar de boxear como uno pebe detener las guerras. Tanto Jack IDempsey como Gene Tunney me tienen envidia. Saben que comparados conmigo lestán a la altura de unos holgazanes de décima categoría. I Yo habría puesto fuera de combate a cualquiera de los dos boxeadores en tres p cuatro asaltos, peleando con los dos en una misma noche. Y las crónicas me darán la razón. Por eso es por lo que me bdian tanto. I Tomemos, por ejemplo, a Gene Tunney cuando era campeón del mundo del peso besado. Rehusó pelear con los aspirantes húmeros uno y dos: -Jack Sharkey y el alep á n Max Schmeling; en su lugar peleó Ion Tom Heeney para el título. Tom Heefc; y estaba clasificado en noveno o déciK lugar. Y aquella pelea fue un fracaso HLla que los promotores perdieron más f e del que jamás se había perdido en del boxeo en una pelea, del combate con Heeney, Tuntan asustado de tener que sncon Jack Sharkey o continúa Cassius Glay está contra la guerra del Vietnam. El famoso campeón se negó a ingresar en el servicio militar, pero el tribunal de Houston (Texas) le condenó a cinco años de prisión y 10.000 dólares de multa, en 1967. Estar contra la guerra es una posición aceptable; rehuir el servicio a la patria y el riesgo de las batallas es, casi sin excepción, una cobarde villanía. A la derecha, Cassius Clay aparece durante la convención anual de los Musulmanes Negros pronunciando un discurso religioso, junto al líder E. ohammed Poole. El campeón mundial de boxeo es también poeta. Y como tal aparece recitando en una cueva intelectual una de las odas preferidas por el campeón: En la Edad de Oro de Augusto Roma era gloriosa y excitante pero Clay está abriendo un nuevo período dorado para el combate moderno.

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