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ABC MADRID 21-03-1969 página 25
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ABC MADRID 21-03-1969 página 25

  • EdiciónABC, MADRID
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pueblo, 5 a San José con 1 Niño y la varita de llores. Como todos los chicos andaluces, Vázquez Díaz yuiso ser torció; pero cuando vio al Lilri viejo, con su cabeza de estatua romana, vestido de grana y oro, enfrentarse con un miura y derribarlo de un volapié, desistió de aquella primera idea. En adelante pintaría a aquellos ídolos, con sus oros deslumbrantes. En la casa de enfrente a la suya vivía una familia que tenía un sobrino torero en Sevilla, de quien se contaban proezas de héroe legendario. Nerva quiso conocer a Carmelo y para ello organizó una corrida de novillos toros. El domingo en que se celebraba el festejo brilló el sol; en el balcón, la familia de Carmelo había expuesto el traje de torear, corinto y oro, cuyos bordados lanzaban destellos como pequeños diamantes. Vázquez Díaz, desde su casa, pintó con avidez el vestido de Carmelo, hasta que fue retirado porque el torero tenía que vestirse para ir a la plaza. El héroe de la tarde no llegó a pisar la arena del ruedo, ganado por el miedo, y a Vázquez Díaz no se le olvidó nunca el traje de Carmelo, ni la tarde, ni aquel rostro pálido del torerillo cuando iba camino de la plaza. En una pensión de la calle de Placentines, de Sevilla, estudió Vázquez Díaz la carrera de Comercio hasta obtener el título de Profesor Mercantil, como era el deseo de su padre. En el mes de septiembre llegó Vázquez Díaz a París decidido a ser pintor. Su primer amigo fue un joven pálido con aspecto enfermizo que estaba sentado en un café con los codos apoyados en el velador. Este muchacho de modales distinguidos, en cuyo rostro había un gesto como de desdén, de amargura o de asco, se llamaba Amadeo Modigliani. Este le condujo a un restaurante, próximo a su estudio, donde se reunían Ricardo Cañáis, Picasso, Joaquín Sunyer, Francisco Durrio y otros artistas. El estudio de Modigliani, donde Vázquez Díaz le pintó un retrato con sombrero ancho y su pañuelo al cuello, era una habitación desordenada con libros de Petrarca, Maquiavelo y Baudelaire mezclados en el suelo con botellas de licor. Una tarde, en el bulevar Clichy, cuando paseaba con Modigliani, éste le señaló con el dedo a un anciano que pasaba cerca de ellos. Era Augusto Renoir. Poco tiempo después el pintor andaluz conocería a Henry Matisse, Signac, Utrillo, B o u r d e 11 e, Dufy, Apolinaire, Maurice Denis... Por aquel tiempo, los pintores jóvenes recorrían los periódicos de París para ofrecer sus dibujos. Juan Gris ilustraba en La Rive y en Le Surrire Los primeros dibujos de Vázquez Díaz le interesaron a Henry Barbusse, que dirigía la revista Je sait tout y pocos días después le encargaría las ilustraciones en color de un extenso artículo de Julio Clarety, de la Academia Francesa. En 1907 Vázquez Díaz expone en París, en los Independientes. Aquel mismo año el Jurado de la Exposición Nacional de Madrid rechazó su envío, que era el retrato de Juan Gris. Un año después expone con Darío de Regoyos en San Sebastián. Enrique Gómez Carrillo funda el periódico L Espagne y su casa era el centro de reunión de las más famosas figuras de las artes y las letras que en aquel momento bullían en París. Allí fue citado Vázquez Díaz para pintar el retrato del periodista n sospechar que iba a ser presentado a Rubén Darío. Este fundaría meses después la revista Mundial en cuya portada aparecieron retratos de Vázquez Díaz con glosas de Rubén, Amado Ñervo, Enrique Larreta, Lugones, Enrique Rodó, Marcos Avellaneda, Francisco y Ventura García Cal- derón. La Gran Guerra interrumpió la publicación de Mundial cuando Rubén Darío le había encargado a Vázquez Díaz los retratos de Ortega y Gasset, Pío Baroja, Benavente, Juan Ramón Jiménez y Azorín Pocos meses antes de su regreso a España, Vázquez Díaz fue citado por Rubén Darío en su casa, próxima a la avenida del Observatorio, donde el poeta posó para el joven pintor andaluz, con su boina de ter ciopelo negro que luego copiaría, para su uso personal, en recuerdo de Rubén. Antes de ir a París conoce Vázquez Díaz a Juan Gris en Madrid. Este acababa de abandonar la carrera de ingeniero para dedicarse a la pintura. Vázquez Díaz iría a recibirle a la Gare d Orsay. Viven en el a un piso de la calle de Lagasca, 119. Allí acuden sus primeros discípulos. ABC publica sus grandes retratos: María Guerrero, Torres Quevedo, Juan Ramón Jiménez... En 1925, Vázquez Díaz expone en Madrid, entre otras obras, El navegante y el monje El Rey Don Alfonso XIII visita la exposición y le encarga que pinte en La Rábida- unos murales con motivos del Descubrimiento. Los informes académicos que estudiaron la Memoria presentada por Vázquez Díaz fueron negativos; Muros sagrados no pueden cubrirse con herejías, con pintura cubista. A pesar de las intrigas que intentaban hacer fracasar el proyecto, la buena disposición del general Primo de Rivera, así como la de los ministros Callejo y Tormo, hicieron posible la Ante su famoso cuadro de Rubén Darío, Vázquez Día con el autor de este artículo, hace doce años. mismo hotel y por la noche acuden a un pequeño restaurante a la rué Coulaincourt y luego van un rato a Le Lapin Agile donde acudía asiduamente Picasso con Max Jacob. Este le confesó a Vázquez Díaz que ni Picasso ni él podían comer algunos días. Solían frecuentar un restaurante de la plaza Rovignan donde les concedían crédito hasta que Picasso vendía algún dibujo y podía pagar. Una noche, efectivamente, el pintor malagueño llegó radiante de alegría: acababa de vender diez dibujos en cien francos. En el estudio de Bourdelle, discípulo de Rodín, conoce Vázquez Díaz a una bella muchacha escultora que había ido desde Dinamarca para trabajar con el maestro. Era Eva Aggerholm, con quien se casaría poco tiempo después. En 1918, después de terminada la Gran Guerra y de haber expuesto sus obras en París y en Ginebra, con gran éxito, Vázquez Díaz regresa a España y se va a vivir realización de los frescos de La Rábida qqp Vázquez Díaz terminó precisamente el 12 de octubre de 1930. El regreso a España del pintor andaluz Daniel Vázquez Díaz fue acogido con hostilidad entre los pintores de su generación, generalmente pensionados en Roma, mientras que la juventud sensible iba a su encuentro. Sus primeros años en España fueron difíciles, en un ambiente en que todavía perduraba la pintura académica. Mas su influencia fue decisiva en la trayectoria de todos los pintores que se formaban entonces. Y ya en los años de la posguerra española, Vázquez Díaz comenzó a ser el maestro indiscutible. En este momento en que la muerte se lo lleva puede decirse que Daniel Vázquez Díaz ha recibido en vida todos los honores y reconocimientos que un artista puede imaginar. Marino GOMEZ- SANTOS

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