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ABC MADRID 13-03-1969 página 118
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ABC MADRID 13-03-1969 página 118

  • EdiciónABC, MADRID
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y poesía, cada día Nacido en Managua en 1912, Pablo Antonio Cua dra es una de las más altas voces de la historia de la poesía nicaragüense. Su verso amplio, sálmico, alegremente irónico, sus imágenes jugosas, audaces v naturales, hacen de él un claro exponento del lenguaje iberoamericano áe hoy. Entre sus obras destacan Canciones de pájaro y señora Poemas nicaragüenses Canto temporal El jaguar y la luna y Poemas con un crepúsculo a cuestas PABLO ANTÓN CÜA D R A HIMNO NACIONAL En el limite del alba mi pequeño país toma las aguas tendidas, las grandes aguas desnudas que descansan. Haré lagunas este día piensa. Cuentaj de dos en dos, stts árboles, sus aldeas cubiertas de rocío, sus territorios que salen despacio noche afuera. Antes del hombre, aun antes de los gallos, mi dulce país arregla eu porción de paisajes Colocaré este azul sobre una nueva mujer este lugar proyecto para mejores vientos -va diciendo ¡A vosotros os antecede, hombres de mi tierra! Pulsa el alba, otras nostalgias pulsa para buscar el ángel que circula de sueño a sueño alrededor de nuestros aires. Mi pequeño país, entre tantos, va historiando sus flores, la difícil, biografía de la golondrina, fecha de ceibos, de conejos, historiáis de hombres rebeldes, otros destinos en una fuente, en una comarca apenas designada. Países hay que escogieron calendarios afanosos para eclipsar las antiguas escrituras. Llámase Imperio eJ dolor de unos hombres lejanos. Se llamará Inmortal un nombre arrojado contra el bronce. Pero he aquí que existe este lugar dispuesto para ser eterno por la sola palabra que un ángel dieta recorriendo los maitines. ¡Mi pequeño país es habitado por vegetales memos ¡solemnes, por silencios naturales que van de canto á canto, entre hombres así, entre montañas asequibles al llanto y ríqs prudentes que transportan con mansedumbre su estrellas! Aquí hemos criado olvidos elementales para ser comunes, vegetaciones insistentes para cubrir a tiempo nuestras huellas. Y existe ttn ángel que repudia nuestras oportunidades- ¡cierra con insolencia las sórdidas ventanas de los mercaderes! -y viene urgiendo una palabra más, tm canto más en la pobre aldea que no trasciende, donde habita ese niño pálido que nosotros desconocimos. Por eso el alba toma el hüo al sueño desde los pájaros y va penetrando a todos los que tienen inscrito s u silencio. (Mi pequeño país cristiano se compone de unas pocas f primaveras y campanarios, de cenzontles, cortos ferrocarriles y niños marineros. Tenemos este quehacer, esta pálalbra entre todos ha (dicho, y así comienza, a punto de loa albores, redamando a ti, zafiro, llamado último lucero, al venado, al güís, al chichitote- -un pájaro madrugadoi -su coro de claridad para alabar la luz. Voy recorriendo a tantos, llamando a cuantos ti en ganado su silencio, 9 A tí, José Muñoz, carpintero de oficio, que sabes hacer mi mesa, toma este lucero. Sale a guiar su hora, jArréglalo! Y tú, Mas- tín Zepeda, pues vas de caminante, arrea estos pájaros. Dales canto y diíes lo que sabes del pan y la guitarra. a ti, Pedro Canisal, vaquero, muchacho agrestes emula el horizonte, monta al final la noche, ¡dómala! Todos sueñen. Tados muestren que están conmigo (haciendo este futuro día, esbelto y sin zozobras. Busco a Juan, el Chato en este barrio de alhamíes. A Gumersindo, jornalero de camino: tengo un ancho espacio que llenar de Ghonitafes a León, de norte a río, de río a corazón. Esta voz tuya, Gregorio Malespín, cantador de Guiscomat J levántate! Mira la gente que va conmigo. Ya lo están cantando? lagos, lagunas, madreselvas, árboles y campesinos dicen; Alabado sea el Justo y Buen Señor que va dando a cada país lo suyo. Esta noche al nuestro. Este descaneo conseguido. Por tanta, ea alabanza y cauto merecido, árboles y campesinos digan: Alabado sea el Dueño de esta posesión. Levantó una noche más y fuese andando, cubrir otro lugar de más necesidad. Porque así agradecemos debidamente este lugar. Así volvemos a vivir debidamente nuestro lugar. Mi pequeño país te solicita para la oración y el Mmno de los que vamos a despertar. Recuerda, heranano, las lomas dé Colojá y eu césped verde. Tú, Jacinto Estrada, regocíjate de tu isla, con sus frutales que rondan en susurro las abejas. ¡Madre mía, desde el balcón de tu casa bendice mi respiración! Mientras yo sueño con un canto donde va amontonándose todo este ritmo patrio de ángeles celestes y verdes palmas, onecidas de babor a estribor, por un viento de flautas lentas.

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