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ABC MADRID 06-03-1969 página 19
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ABC MADRID 06-03-1969 página 19

  • EdiciónABC, MADRID
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MIRADO WH N tanto se trate del libro funff r i cional o del libro de texto, el daño no es grave, e incluso es posible que sea mejor así; pero después del libro funcional llega un día en que hay que desembocar en el libro literario. Y al recibir del exterior lecturas otorgadas -amputadas, además, en lo que concierne a la producción europea, de las aportaciones lingüisticas minoritarias- las nuevas masas lectoras se verán condenadas a la pasividad y pri vadas de esa participación activa que es la marca distintiva del hecho literario. Copio estas palabras de la obra La revolución del libro de Scarpit, a propósito de las consecuencias negativas que puede producir en un pueblo la invasión de una o de varias literaturas ajenas. Y escribe Scarpit a continuación: Más vale una literatura mediana que entable el diálogo con su pueblo, que una buena literatura sorda a la voz de las personas a quienes se dirige o de quienes debe ser expresión. jEs probable que esta última afirmación de Scarpit adolezca de ser un planteamiento de la cuestión excesivamente radical y extremado. Creo que hay un término medio que bien podría formularse así: Más vale una mediana literatura autóctona que una mediana literatura foránea, constituyendo el ideal que la literatura propia, mediana o excelente, sea, en todo caso, completada con lo mejor, y sólo con lo excelente de las literaturas extranjeras. Con otras palabras, que somos partidarios del traje a la medida, sin perjuicio, naturalmente, de adaptarnos aquellos otros de buena hechura y de buen paño que se nos ofrezcan. Interesa, pues, en primer término, estimular la producción literaria propia, en calidad y cantidad, y traducir únicamente lo más cualificado de la producción extranjera. Porque si traducimos masivamente lo mediano y lo malo, además de asfixiar la producción propia, caeremos indefectiblemente en el colonialismo intelectual; y si no traducimos nada, o muy poco, por sistema, llegaríamos a crear entre nosotros un estado de consanguinidad intelectual de efectos t a n perniciosos p a r a nuestro pueblo como los del colonialismo. Traducir, sí; pero mediante una escrupulosa selección. Somos partidarios de traducir en literatura lo necesario, o sea, de lo bueno para arriba, a fin de completar el cuadro de opciones literarias y culturales al lector. Es obvio, por otra parte, que si se ha de aplicar un esfuerzo para e d i t a r lo mediano, vale más que se beneficie de ello la literatura mediana de la propia cosecha, colaborando así para que llegue a ser francamente buena, que no la de las cosechas de otros idiomas, a las que no tenemos por qué estimular. Demos ahora un vistazo a una serie de cifras entresacadas de las estadísticas de la U. N. E. S. C. O. correspondientes al año 1960, para que podamos formarnos una idea de lo que en España ocurre al respecto. Hay que advertir, en principio, que la traducción representa tan solo el 10 por ICO, aproximadamente, de la producción mundial de libros. Si consideramos, por una parte, que son muchos los títulos que se traducen a varios idiomas y que, por otra, de un tres a un 3,5 por 100 de las obras traducidas corresponden a clásicos de lenguas antiguas, comprendemos que la traducción i w SkÜ Edificio de la U. N. E. S. C. O. en Par como medio de comunicación internacional no es aún muy importante. Reduce todavía más sus posibilidades el hecho de que del 72 al 75 por 100 de las traducciones proceden del inglés, ruso, francés y alemán. Anotemos un resultado: el español, el quinto e n t r e los grandes idiomas del mundo, es, sin embargo, uno de los menos traducidos. Por el contrario, España figura c o m o uno de los primeros países traductores, por debajo de Israel, Albania, Finlandia y Bélgica solamente. La traducción representa en nuestro país ti 23,3 por I O del total de su producC ción; en Italia, el 19,7 por 100; en FranT cia, el 11 por 100; en Alemania, el 10 por ICO; en USA, el 8,6 por 100; en Japón, el 4,1 por 100, y en Inglaterra, el 1,7 por 100. Podría pensarse, ante estas cifras, que España, tradicionalmente literaria- -poseedora de una de las más ricas literaturas del mundo- -y, por el contrario, mucho menos rica en el campo científico, demandase y, por consiguiente, tra- Núm. 22 EL SOCIO DE TENNESSEE Y OTROS RELATOS DEL OESTE CALIFORNIANO de BRET HARTE 50 pesetas Núm. 30 dujese más obras científicas que lites rías. Pues es exactamente lo contrarj En nuestro país el 51 por 100 de obras traducidas son de carácter lit rio; el 35 por 100 corresponde a cié cías sociales, el 14 por 100, a cienci puras y aplicadas. ¿No es esto un co trasentido? Ya sabemos que los Hbr funcionales- -tales s o n los científicos responden a una demanda relativamer fácil de calcular. Partiendo de este s puesto, si sólo corresponde a ellos el por 100 de los libros, es porque las i cesidades del país quedan razonableme te cubiertas en cuanto a libros de car: ter científico se refiere. En cambio, edición de libros literarios no se pue basar nunca en cálculos tan precisos, mucho menos, sino que constituye c siempre una verdadera aventura. Entd ees, ¿Ppr qué se traducen tantos de i tos últimos, e n t r e los que sobresal cuantitativamente los mediocres, para h go hacer tiradas de 2.0 ÍK y 3.0 CO eje piares? Podría alegarse quizás que nu tra producción literaria no cubre las i cesidades de la industria editorial. P no debe ser así cuando las tiradas s tan cortas y tan bajas las ventas por tulo. Por otra parte, nos encontrar! con que hay muchos escritores espaí les obligados a trabajar a tempo lent por falta de oportunidades para pul car. ¿Qué pasa verdaderamente? Yo terpreto estos hechos más bien como i sultados residuales de un pasado no m lejano en que los editores hubieron echar mano a la traducciones por fa real de producción indígena, y pien que la situación se prolonga por pi inercia tal vez. Pero ello nos sitúa en condición de país colonizado intelectu mente. Es éste un problema que toca res ver a quienes tienen sus manos los ii trunientos necesarios para programar política del libro. Para cualquiera o clase de productos existen aduanas, ara celes y cupos de importación, a fin proteger los intereses de la producci propia. Y yo me preguntó ¿por qué usar de medios parecidos para gradi y canalizar adecuadamente la impor ción intelectual, con objeto de eyit entre otros males, una salida de divií en pago áp royalties por mercanc de baja calidad y la colonización a b nivel de nuestro mieblo? Por qué un toma y daca en esto, como en demás, para elegir lo mejor de fuera a la vez, por contrapartida colocar h ra lo nuestro? Ángel M. DE LER LERA EL ROMANCERO Introducción y selección MANUEL ALVAR 50 pesetas E. M. S. A. Calle de Qnevedo, 1, 3 y 5 Madrid- 14 NOVELAS M CUENTOS

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