Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 02-03-1969 página 115
ABC MADRID 02-03-1969 página 115
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 02-03-1969 página 115

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página115
Más información

Descripción

e me llamaban por mi re. Oí la voz de la autoun hombre de unos iséis años, mandíbula prácticamente calvo, líanos en las caderas co l maestro que espera al malo para castigarlo. eso que rehuse ser reclutado? me ¿Se niega usted? r e p i t i ó tres veces, sé tres veces. Se inclinó adelante y me dijo: jsted un cobarde maquinaria legal se pumo vi miento y Jim le a su padre que se mara a Europa. Fue un du lpe para él. En toda mi nuestro único nivel da inicación había sido el is proyectos, todo el dique iba a ganar. Ahora je fue una tragedia para Tiene cincuenta y siete y ha traspuesto todo su n mí: mi fotografía en ir, la admiración de los tes. Lo primero que hizo acusarme de ser adicto LSD y la marihuana, lo me había llevado repennente a una especie de a. S cara parecía que iba u stallar. Dio unos pasos salir de la habitación. rité que volviese. En los ros quince años de mi yo sólo le había visto domingos; pero ahora le ssltaba. El Vietnam no real para él; lo veía sólo as noticias: los cadáveres uentan como los tantos, iendo bolitas ensartadas un alambre. Soy tu hidije yo. Tengo que ha 1 contigo. Pero él no endía. Era como si se huan trocado los papeles; era el padre; él, el hijo. im se fue a Nueva York, citó un pasaporte como or para un trabajo que le eraba en Francia, lo conJÍÓ y voló a París. Allí enitró un grupo de personas pensaban como él. (No estoy denigrando a rteaméríca dice Jim, y amigos aprueban con el to. Sólo digo que ahora o va mal en mi país. Está l ¡nando. Yo no voy a dar vida, y no quiero simple ¡nte decir mi vida física, rque a Lyndon Johnson le jste el comunismo. Ahora tiene menos dinero, S soledad, algún trabajo s undario como actor por aquí o por allá. Siempre queda el recurso de Ir a España. He oído decir que están haciendo muchas películas en Almería dice. Puedo ir allí. Si no es a Almería, a cualquier otro sitio. El mundo es grande. TODO EL MUNDO QUE JANIE CONOCÍA HABLABA SOLO DE SU COCHE O DE SU TELEVISOR EN COLOR Por mediación de Jim conocí a Janie Sue Patterson, de Cedar Grove, Nueva Jersey, una chica encantadora, con el pelo rojo, ojos de color azul- verde y una sonrisa que se adivina forzada detrás de unas lágrimas constantes. Pasó dos años en el Peace Corps en África, en Malawl, Yo estaba en la selJuan Proteo ha pasado un año a la orilla del Mediterráneo, cavilando sobre a u guitarra. A m I s soledades voy, de mis s o l e d a d e s vengo. 8 u vagabundeo puede ser el s í m b o l o de uno de los grandes problemas de la g r a n nación norteamericana. L a satisfaoolón de las apetenolas materiales no lo ss todo. El hombre termina agobiado, le Invade el tedio, y retorna a busoar valores eternos y espirituales. L a reaooión de mucho Jóvenes es un tanto gratesoa y desproporcionada. Pero no hay que condenarla, sino encauzarla. va enseñando inglés, y por primera vez sentí la fascinación de la política. Escuchaba la B B C y lo que oía lo utilizaba en mis clases; y no pude esperar: regresé a los Estados Unidos, donde toda esa riqueza, todo ese poder y esa influencia está disponible. Cuando aterricé en el aeropuerto Kennedy y me dirigí a Nueva York me sentí de pronto completamente aterrorizada. Esta era mi tierra y yo estaba aterrorizada. Conseguí un empleo en Washington como reclutadora del Peace Corps y con el empleo, la cuenta para gastos, el libríto de billetes de avión, el ambiente joven y excitante. Empecé a esperar con plabierno. No tenía amigos: todo el que yo conocía hablaba solamente de su coche o de su televisor en color. Me avergonzaba incluso entrar en mi casa. Tenemos cinco mil aparatos y mis niños en Malawi sienten frío. Janie voló a París para ordenar las cosas de una vez. Ahora se dedica a enseñar inglés y experimenta un sent i m i e n t o de culpabilidad muy grande por haber dejado su patria; pero sabe que hasta que no se sincere consigo misma no será de provecho para nadie. Cuando informaba de las revueltas estudiantiles en París, me zambullí en un portal del Boulevard Saint- Miche! y vi a dos muchachos nortecer el martini del almuerzo, y no soy bebedora. Empecé a ir a las universidades y me pidieron que justificara nuestra política en Iberoamérica. Esto me dio asco. Los fines de semana iba a casa llorando. Llegué en seguida a un punto en el que moralmente no podía de ningún modo trabajar para nuestro Go- americanos a quienes yo conocía. ¿Qué estáis haciendo aquí? -grité por encima de l a s granadas estremecedoras- ¡Salid! Sus caras estaban heladas. Yo dejé los Estados Unidos porque no deseaba ligarme a nada -dijo un muchacho. Ahora simpatizo enormemente con estos chicos franceses. Pero tampoco me puedo ligar con ellos LA CASA DE LAS F L O R E S EN ESTAMBUL, ES LA POSADA DE LOS JÓVENES VAGABUNDOS Estambul está donde cami bia el mundo. Ya no es tan fácil Para algunos es el final del camino; para otros, el principio. Más allá está Afganistán, la India, el Kat- mandú de Nepal; sitios de los que los jóvenes hablan con el mismo respeto y temor como el que sintieron en un tiempo los españoles al describir las ciudades áureas de ios incas. Para muchos, en Estambul la meta no es la Mezquita Azul, o Topkapi, el museo en el que hay esmeraldas del tamaño de los pomos de las puertas. La meta es el Hotel Gülhane, que no se halla en ninguna guía. Su nombre figura en un rótulo oscuro y desdibujado y significa en turco La Casa de las Flores está sólo a unos centenares de metros de la Mezquita Azul, en lo alto de un sucio callejón. Subí por una escalera que olía a orín, más allá del mostrador de recepción, atendido por un hombrecillo con ojos como botones y con traje marrón. Había una puerta y tras ella la azotea. Parte de ella estaba abierta a la noche y se veían las estrellas y los minaretes de una mezquita contigua. Era hora de oración y los cantos sonaban a mi alrededor. Había unos cuantos jóvenes bullendo por aquella zona abierta; algunos asomaban en sus sacos de dormir, uno tocaba una lúgubre flauta. Pero la acción tenía lugar claramente en la parte principal de la azotea: la parte cubierta con una lona y rodeada de chapa ondulada. Esta era la tien- continúa 11 f

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.