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ABC MADRID 23-02-1969 página 49
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ABC MADRID 23-02-1969 página 49

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC. gI) tTAT 0 EENSA M A D SOC 1 KOAH POK D O M I N G O 23 DE FEBRERO DE 1969. EDICIÓN DE LA MAÑANA. PAG. 49. KSI ASOl. A. ANUNBU B I P JBC de la mujer por MERCEDES FÓRMICA LOS DERECHOS DE LA MADRE POR NATURALEZA EN LA ADOPCIÓN DEL MENOR interesó mucho su articulo de hoy en ABC sobre adopción, y me dirijo a usted para pedirle consejo sobre un problema mío, esperando que me pueda ayudar. Un junio pasado di a luz a un niño que deje a un matrimonio. Unas semanas después del acontecimiento fui a ver al señor adoptante sobre ej asunto de la adopción. Me dijo que todo estaba arreglado y que el niño había sido inscrito como si hubiera nacido de su matrimonia, que estas cosas se hacían y que no tenía que preocuparme. En seguida me fui a ver al tocólogo que me atendió. Me dijo que él, o la matrona del sanatorio, habían inscrito al niño como mío, pero al averiguar el hecho nos dimos cuenta que no se había realizado la inscripción por ninguno de tos dos. Como ve carezco de documentos para demostrar que la criatura me pertenece. Acabo de enterarme que efectivamente el niño ha sido inscrito como hijo del matrimonio adoptante y que en la inscripción, firmada por un médico perteneciente a la familia adoptante, figuran otro lugar y fecha de nacimiento que los reales. ¿Se puede hacer esto? ¿Puedo recuperar a mi hijo? Quiero señalar que no he firmado ningún documento renunciando a mi hijo y que la inscripción se hizo sin mi consentimiento. Si esta carta puede ser de interés para otras madres naturales le autorizo a publicarla, poniendo, claro ésta, sólo mis iniciales. ANf AT TSTS También a rní su carr! i n ta me ha interesado en UhL C A b U extremo, porque usted representa, nada más y nada menos, a la madre por naturaleza, aquella a la que la ley de 1958 concedió las máximas garantías y consideraciones. Su caso, desde luego, ha salido de la esfera, puramente civil, de la adopción para entrar en otro tratamiento jurídico aue no voy a considerar por entender que no se trata de mirar este asunto desde un punto de vista legal, sino humano. De lo aue resulta me. ior o peor para su hijo. De la redacción de su carta deduzco que consintió en la adopción, al menos de palabra. Escribe: Di a luz a. un niño que deié a un matrimonio. Unas semanas después del acontecimiento fui a ver al señor adoptante sobre el asunto de la adopción Parece aue el matrimonio que se había hecho cargo de la criatura al nacer era el mismo que había decidido adoptarlo. O sea. que si el futuro padre adoptante no hubiese dado un paso más, haciéndose pasar por el progenitor natural y legítimo de la criatura, usted no hubiese tenido nada que objetar. ¿Me equivoco? ¿Cree usted que esas personas actuaron con ánimo de hacer daño a su criatura? ¿De hacérselo a usted? ¿O se movieron impulsadas por el deseo de evitar al niño las consecuencias de un shock emocional inevitable, producido por su posible indecisión? Por las dificultades también, que existen en nuestra ley para adoptar a un niño sin memoria, recuerdos o taras psicológicas. Ambas cosas son posibles. En el momento de dar a luz. y hasta unas semanas después del acontecimiento usted estaba conforme en la adopción. ¿O acaso empezó a titubear? Piense que esta indecisión, característica de las madres de sus circunstancias, es responsable de una tragedia sin límites aue no sólo afectaría a su propio hijo, sino que, desde luego, afecta a los cien niños que anualmente se hallan en estas condiciones en la que fue Inclusa de Madrid. El artículo del señor Melendo. director de aquella institución, publicado en parte en esta página la semana pasada, era bien explícito. Su indecisión es lóY RTTFNA F ü fovir tmeré Ahora ¡No! es conmigo? no No i JDUJCiXíi. r F posible. Pero si ese matrimonio lo quiere, se lo doy. Por una temporada. Y más tarde, si se arreglan las cosas, ya veré lo que hago. Admito su buena fe. No quiero imaginar otras posibilidades. Como el matrimonio se habrá encariñado, y yo no he perdido mis derechos, podría pedirle gica ¿Lo tmeré a vl No. Ya le digo que no quiero pensar nada parecido. En otros países, el titubeo de la madre se queda a la puerta de la sala de partos. Entre nosotros se admite, y se convierte en un mal irreparable para el niño. El acto de dar a luz es muy importante. Pero no lo es todo. Lo difícil comienza después. Criar al recién nacido. Cuidarlo, ali- Si se siente Vd. agotado y más viejo que su edad, consulte- a su médico y pruebe Varko nox Este tónico, -vigorizante actúa estimulando su sistema de iñódo que Vd. se siente. mas joven, más tuerte, y animado en todo momento a la actividad física. VarkoKnox ha sido ensayado y probado y se puede obtener en Jas farmacias: C. P. S 1 584 fítedsaiife iis fmico ig ráent Lo más actual de la moda en punto, lo encontrará en: ARREGLAMOS PRENDAS DE ANTE Y NAPA en 48 horas Acortamos y transformamos. Flor Alta, 6. segundo izquierda. Teléfono 23173 51 mentarlo, corregir y soportar sus posibles taras. Educarlo. Darle seguridad, afecto, alegría, ambiente de familia. Todo eso, v mucho más, lo tiene ya el suyo. Deje a su hijo donde está. Sea generosa. Piense que ha encontrado una casa, unos padres, un afecto, unos apellidos. Que no es la primera ves que una madre se sacrifica inmensamente por su hijo. Déjelo en manos de quienes, incluso, han vulnerado la ley por amor al ser que fue, un instante, suyo. Comprendo que le pareceré de una dureza terrible. Que se estará preguntando: ¿Y ésta es la Mercedes Fórmica que dicen que defiende los derechos de la mujer? Pero en el mundo, además de los derechos de la mujer existen los derechos del niño, y en el conflicto que inevitablemente se produce, a veces, entre unos y otros, me decido siempre por el de los menores. Hace tiempo que había recibido su carta. No le contesté porque, suponiendo que leería esta sección, quise que tuviese conocimiento de lo que opinan las personas que viven estos problemas. Que supiese cómo hay matrimonios, y hasta personas solteras, dispuestas a volcarse con criaturas como la suya, a las que consideran, de verdad, caídas del cielo Que se diera cuenta también de las dificultades que hallan para adoptar, precisamente a causa de las madres titubeantes, que no tienen el valor de quedarse con sus hijos, ni tampoco de renunciar a ellos. Existirán razones para hacerlo, y muy respetables. Sin embargo, no puede cerrar los ojos a las consecuencias trágicas del silencio maternal al que aludía el señor Melendo. Vn silencio que puede ser de unas semanas como el suyo, de varios meses, o de muchos años, y que siempre resulta perjudicial. Perdone la dureza de mis palabras. Porgue usted existe. Las dos sabemos que su carta no es inventada, y que al decirle todo esto arrostro su natural indignación. Perdóneme y haga casa de mi consejo. Si en el futuro tiene un nuevo hijo, no lo deje un instante. Atérrese a él. Luche. Quédeselo. Lo que no puede hacer es titubear, ¿pejaré que lo adopten? ¿No lo dejaré? Ó lo dejaré, para qué lo finen en la Maternidad, o en la Inclusa, o con unos particulares, y más adelante, si arreglo mi situación, iré a verlo y decidiré... No le reprocho su maternidad. Me consta que hay madres excelentes, a pesar de sus conductas socialmente irregulares. Lo que le reprocho es su indecisión para actuar como madre en ese después, que comienza tras el acto, puramente fisiológico, de dar a luz

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