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ABC MADRID 11-02-1969 página 10
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ABC MADRID 11-02-1969 página 10

  • EdiciónABC, MADRID
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EL EFEBO 1 V T O s 011 frecuentes los hallazgos arqueo j lógicos da la extraordinaria calidad del advenido aún no haca mucho en Antequera. De él quisiera dar somera cuenta aquí después de haberlo hecho ya por extenso en dos publícacioms especializadas, tina española (Archivo Español da Arqueologia, del Consejo Superior de Investigaciones) y otra alemana (Antike Denkmasler) a las que remito a aquel que quisiera ahondar más en el estudio da esta pieza singular. Fue descubierta casualmente en una finca cercana a la bella ciudad malagueña, cuyo nombre antiguo, prerromano, era Anticaria. Hoy se guarda en el museo local de la misma Antequera. Apareció virtualmente integra y representa a un adolescente erguido y totalmente desnudo. Su altura es de 1,54 metros, correspondiendo al tamaño natural, dado que se trata de un muchacho aún de corta edad. Su cabeza se inclina imperceptiblemente hacia la derecha y el rostro se vuelve ligeramente hada el mismo lado. Tócase con un peinado sencillo de dos aladares divididos por una crencha medianera. Estos aladares se enrollan, dando lugar a una especie de corona capilar que enmarca los temporales y se anuda en la parte occipital, formando una especie de moño. Por encima de este adorno natural rodea la cabeza una cinta lisa, en la cual se trenza una corona da hiedra. El perfil del rostro es correcto y definido de linea. Visto de frente muestra una íaz. llena y abierta por los temporales. Los ojoslson amigdaXoides y algo rasgados, con panados breves y toro supraorbital poco acentuado. El globo ocular, hoy vacío, hubo de llevar en su tiempo un relleno de piedras o pasta vitrea que simulasen la córnea, el iris y la pupila. Es posible que llevara también pestañas, que serian, tal vez, de chapa de bronce recortada como en el Auriga de Belfos. Toda la anatomía del adolescente de Antequera es suave como corresponde a su edad. Ambos brazos se destacan del cuerpo. lias manos, hoy vacias, hubieron de asir una guirnalda, según lusgo explicaremos. Hasta 1932, fecha en que apareció en las mina da Volubilis (Marruecos) un efebo similar, el paralelo más csrcano a la estatua de Antequera hubisss sido la figura en bronce aparecida en 1925 en Pompeya. Esta, hoy en 2l museo de Nápoles, mide sin pedestal 1,49 m. Es, por tanto, algo menor que la ants usrana. Con ella se emparentan igualmente otro efabo broncíneo hallado en 1900, también en Pompeya, y algunas otras figuras más, cuya enumeración sería aquí enojosa. Pero aunque todas estas piezas están emparentadas entre sí, ninguna lo está tan cerca como el ya mencionado efebo de Volubilis. Su tamaño, empero, es algo menor que el de Pompeya y, por ende, bastante menor que el de Aniequara, que supera al de Volubilis en 14 cm. El escultor griego qu? inventara este typos nos es desconocido, asi como su escuela. Pero lo cierto es que crsó una figura de mancebo en pis bellísima, perfecta en sí misma y de una delicadeza extraordinaria. Se dio cima con alia a una forma expresiva que ya se venía incubando desde dos decenios antes, hacia mellados del siglo V antes de Cristo. Ello lo dímuestran figuras como el Apolo del Oníatos y los originales de los que proceden las copias romanas que hoy llamamos efebo de Villa Albaní Apolo citaredo de Pompeya y el poco posterior Idoüno del Museo de Florencia. Estas figuras S 2 clasifican dentro dal mismo grupo no sólo por ser simulacros de impúberes, sino además por su actitud general, su ritmo en S y por tener aún las dos plantas de los pies sobre el terrazo. La novedad principal del cambio ahora introducido- -y é l que es buen ejemplo nuestra figura de Antequera- -consiste en pasar de la posición estante a la dinámica, haciendo que uno de los pies no toque el suelo de planto, sino con las puntas de los dedos. Tal innovación, que debió surgir hacia los años 440- 420 antes de J. C debió aceptarse rápidamente por todos, pero con una diferencia de aplicación: mientras la escuela de fundidores de Argos y Sycione 5 a cultiva en figuras atléticas. varonilmente formadas en la dura palestra, los otros ¡siguen empleándolas en figuras de adolescentes de modelado suave y estructura muscular incipiente, propias de la mancebía, de la pubertad, edades en las que el cuerpo masculino conserva aun las formas todavía delicadas, casi infantiles, del varón no entrado en su madurez corporal. De este modo, en tiempos de Pericles aparece el typos del pubescente, de arquitectura somática tierna, en trance de iniciar tenuamente, tímidamente diríamos, un lento y breve paso hacia adelante. El nuevo typos se manifiesta asi en la línea opuesta a las creaciones policléticas con las que, no obstante, coincide! en la actitud general. La estatua broncínea de Antequera, como las oteas ya citadas y con ella concomitantes, plantea un curioso problema que atañe tanto a las costumbres de la Roma de fines de la República y comisnzos del Imperio (vale decir de hacia el cambio de Era) como al modo ás nácar de los copistas griegos que trabajaban para satisfacer la ftpm rMfr de obras de arta de los romanos cultos, de los philokáloi o amigos de lo bello. En efecto, al parecer era frecuente adornar los comedoras con estatuas de támara natural representando servidores de masa. Talss estatuas no s? alzaban sobre altos pedestales sino al nivel del suelo o. todo lo más, sobra una liequena base no muy alta, de modo que las estatuas se confundieran con los manee! jos reates, de carne y hueso, que sirvieran en los festines, unos representarían portadores de grandes bandejas con viandas o confituras, otros tandrian paños 0 servilletas, jarras de vino u objetos siinilaras. En casos simularían ofrecer a los symixigfanrfy guirnaldas o Ht ¿e floras y en otros sostendrían en sus manos candalabras que alumbrasen la sala y los triclinios. Tenemos más de un ejemplo pitra apoyar lo dicho. Lampadóforos eran los das efebos broncíneos de Pompeya, pues surgieron del suelo con los candelabros que llevaran. Portador de una bandeja era el negrito niño, también de bronce, hallado

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