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ABC MADRID 07-02-1969 página 14
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ABC MADRID 07-02-1969 página 14

  • EdiciónABC, MADRID
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DE MEDINACELI A SIGÜENZA DE HISTORIA Y ROMANCE! ttf Y despierta encuentro a Medinaceli. El pasado verano se convocó en la Ciudad dormida el cuarto Concurso Nacional de Pintura, Medinaceli- 68 A él concurrieron medio centenar de artistas españoles, franceses, ingleses y norteamericanos. Para que la estancia de los pintores fuese cómoda y confortable, funciona en Medinaceli un amplio parador de turismo, con instalaciones hoteleras modernas, donde se hospedan también los visitantes de la ciudad. Los galardones del último concurso, en cuyos lienzos aparecen distintas versiones de la plaza, la puerta romana, los paisajes circundantes y cuantos ángulos puede ofrecer la pintoresca y arbitraria geometría de Medinaceli, se repartieron entre pintores de Madrid, Barcelona, una artista inglesa, dos franceses y un capitán de Marina norteamericana. También se quedaron dos trofeos en poder de dos artistas sorianos. Desde el mirador de Medinaceli se vislumbran extensas y onduladas tierras cereales, en torno al valle del Jalón y en el fondo las salinas espejeantes en que se extrae la blanca sal cristalizada de las aguas de un abundante manantial cuyas propiedades salinas ya conocían romanos y árabes. Magnifica estatua del Doncel de Sigüenza (siglo XV) Es de autor anónimo y representa al caballero Martín Vázquez de Arce. 3 dos historiados y deteriorados, con os patios convertidos en corralizas. Y el Hospital que mando facer el honorable señor don Mateo Sánchez que aún conserva esculpido en una piedra en caracteres góticos, este magnifico slogan metafísico: Los que en esta casa mueran van absucltos de culpa y pena por Bulla de P. P. Allex VI Si la ciudad de Sigüenza no se conociera en el mundo por su piedra gótica, su historia y su leyenda, que tan hábilmente engarzó en las deliciosas páginas de su obra, Elogio y nostalgia de Sigüenza el ático cronista de la ciudad Alfredo Juderías, conociérase por esa escultura del siglo XV que se conserva en la capilla catedralicia de San Juan y Santa Catalir. a, a la que se llega después de contemplar barrocos altares y columnas de piedras góticas, platerescas y renacentistas. La estatua más bella de España (Ortega) que en todas las historias del Arte universal se conoce por el Doncel de Sigüenza Es de autor anónimo. Nada se sabe del artista egregio que la esculpió. Que logró una figura de expresión sorprendente, viva en la piedra eterna. Representa un joven lampiño, de complexión débil, vestido de cota de malla y casco (atuendo castrense de guerrero medieval) Está tendido, con el busto levantado y apoya el codo derecho sobre un haz de leña. Sostiene entre las Pianos AY que desviarse unos kilómetros de la carretera general de Barcelona y trepar por una vía provincial más estrecha y empinada, para subir a la vieja y ducal Medinaceli. Ciudad cielo o del cielo como la denominaron los árabes, clara alusión a su alta topografía (antes fue la Ocilis celtibérica) que los romanos romanizaron y convirtieron en fuerte ciudadela. Ahí están, claros vestigios, la muralla meridional y su inconfundible marca arquitectónica: ese arco utilitario y suntuario del siglo n portada de la fortaleza. Subir a Medinaceli es asomarse a una ventana metafórica abierta a un amplio horizonte sobre el tiempo y la historia. Hay que pasar la puerta romana y entrar en su plaza mayor entre casonas ya vencidas de la edad, con escudos en piedra que hablan de noblezas pretéritas y que hoy padecen la implacable erosión de los siglos, para comprender su soledad y sentir como presente el tiempo lejano. Sólo las huertas y jardines rejuvenecen en Medinaceli cada primavera. En la plaza, frente a las ruinas del palacio ducal, hay una placa de mármol con un verso alentador que leen como un mensaje de esperanza los visitantes. Es un levántate y anda que dirige a la Medinaceli dormida el poeta Gerardo Diego, cuando anduvo por tierras de la Soria pura tras las huellas de Antonio Machado. Dice así: Ciudad del cielo, Medina, diamantina, inviolable a las mesnadas y a los ángeles abierta. Ciudad dormida, despierta y abre tus alas plegadas, r ue tienes ancha la puerta. H Y de Medinaceli la romana bajamos a Sigüenza, celtibérica y medieval, en la margen izquierda del Henares. La episcopal Ciudad del Doncel para las guías turís ticas, no pasará, de cinco mil habitantes, pero tiene obispo, una catedral- fortaleza y un castillo, en ruinas, pero en pie, sobre el cerro que domina el caserío. Castillo con mucha historia y mucho romance desde que en sus torres estuvo prisionera y en él murió doña Blanca de Borbón, la repudiada esposa de don Pedro I el Cruel. Del castillo de Sigüenza se dice en el Romancero: Oidemi Albar Fañez e todos tos cavalleíros! En este castillo grand aver avenios preso; los moros yacen muertos, de bivos pocos veo, los moros e las moras vender non los podremos. De la catedral escribió Ortega en sus Notas de andar y ver La catedral de Sigüenza, toda oliveña y rosa a la hora de amanecer, parece sobre la tierra quebrada, tormentosa, un bajel secular que llega bogando... Y en torno a la catedral y al castillo, esa difícil e intemporal geometría urbana de callejas empinadas que suben desde la plaza catedralicia hacia el castillo o bajan hacia la alameda y la ribera del enteco Henares. Soportales, ermita de San Roque, conventos de clarisas y ursulinas. Barrios que fueron árabes y hebreos, piedras ancladas en el tiempo, que conservan una especial estructura, evocadora como los versos del Cantar de Myo Cid. Y las iglesias, los caserones y palacios con escu-

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