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ABC MADRID 06-02-1969 página 19
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ABC MADRID 06-02-1969 página 19

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC. J U E V E S 6 DE F E B R E R O DE 1969. EDICIÓN DE LA MAÑANA. PAG. 19. cio de Prensa, Información y Documentación, y Raymond Bressier, subdirector de Europa Meridional A su llegada le aguardaban el ministro de Asuntos Exteriores, don Fernando María Castiella, y señora, que ofreció un ramo de flores a la esposa del señor Debré; subsecretario de Política Exterior del Ministerio de Asuntos Exteriores, don Ramón Sedó; embajador secretario general permanente de Asuntos Exteriores, don Germán Burriel; teniente general jefe de la I Región Aérea Central, don José Aviles; alcalde de Madrid, don Carlos Arias; embajadores de Francia en Madrid y de España en París, señores barón de Boisseson y don Pedro Cortina; primer introductor de embajadores, señor Villacieros; alto personal del Ministerio de Asunttís Exteriores y de la Embajada de Francia en Madrid. NUESTROS DOS PAÍSES TIE 1 EN PROBLEMAS COMUNES OÜE TRATAR Declaraciones del ministro francés de Asuntos Exteriores a su llegada anoche a Madrid Nuestros dos países no pueden ignorarse y en nuestro siglo menos que nunca. Deben, pues, conocerse. De hecho, a través de las vicisitudes debidas a las. circunstancias y a la política, se conocen. Én Francia los se conocen cada día mejor. En Francia, los españoles son cada año más numerosos, y en España los franceses abundan, especialmente en verano manifestó anoche el ministro de Asuntos Exteriores francés. Michel Debré, a su lleg- ada al aeropuerto de MadridJiarajas en vuelo especial. El señor Debré añadió: Citando existe tal corriente de intercambios, los Gobiernos tienen forzosamente problemas comunes que tratar, y más aún cuando al movimiento de los hombres se añade, en progresión regular, buenos y fructuosos intercambios comerciales. Pero hay más; mucho más. España y Francia son dos antiguas naciones de Europa, dos viejas naciones del Mediterráneo. Si hay hoy en día temas de conversación únicos, Europa y el Mediterráneo lo son, pues la situación es tal que, según la política de los Estados interesados, pueden surgir nuevos disturbios o, al contrario, la esperanza de la paz. Por lo tanto, es normal que nuestros Gobiernos se hayan acostumbrado desde varios años o intercambiar sus puntos de vista, y mi visita, prevista hace algún tiempo después de su amable invitación, señor ministro- -continuó dirigiéndose al señor Castieüa- en nombre del Gobierno español, se sitúa en la línea de los contactos periódicos entre los ministros de Asuntos Exteriores de Francia y de España. Nuestras conversaciones nos permitirán evaluar el camino recorrido durante estos últimos años en el desarrollo de las relaciones de toda índole entre nuestros dos países, y prever conjuntamente lo que hayan de hacer para intensificar una cooperación imprescindible. Nos darán también la oportunidad de examinar la situación internacional, con sus sombras y sus luces, y respecto a los grandes problemas Que interesan tanto a España como a Francia, nos permitirán intercambiar puntos de vista tanto más oportunos cuanto que los representantes francés y español forman parte del Conse jo de Seguridad de las Naciones Unidas, que este año podrá ser llamado a tomar importantes decisiones. Después de dos días de trabajo constante estoy convencido que serviremos los intereses particulares de nuestras dos naciones y los grandes intereses en común en el futuro de nuestro continente. ¡Viva España! LLEGADA DEL MINISTRO FRANCÉS El señor Debré llegó a las diez en punto de la noche al aeropuerto de Madrid- Barajas, acompañado de su esposa y de los miembros de su séquito, señores Jacques de Beaumarchais, director g- eneral de Asuntos Europeos; Jeon- Ives Haberer, director del Gabinete del ministro; Jaoq- eus Tine, director de Europa; Roger Vaurs, jefe del servi- EL SALDO COMERCIAL EN 1967 ENTRE ESPAÑA Y FRANCIA FUE DEDOSCIENTOS CINCUENTA Y NUEVE MILLONES DE DOLARES EN FAVOR DE NUESTROS VECINOS Los franceses podrían ayudarnos en nuestra negociación con el M. C permitiendo que algunos de nuestros productos agrícolas recibieran beneficios aduaneros Madrid. (De nuestra Redacción. Las r e 1 a c i enes económicas hispanofrancesas tienen una gran importancia material y un signo crecientemente favorable a nuestros vecinos, vendedores en territorio español de mercancías por valor muy superior a las que nosotros conseguimos colocar al otro lado de los Pirineos, a pesar de todos nuestros esfuerzos y de la indudable buena calidad de muchos de nuestros artículos. Situada en tercer lugar dentro de nuestra lista comercial. Francia nos ha comprado el año 1967 por valor de 139 millones de dólares, mientras nosotros hemos comprado a Francia por 398 millones en números redondos, lo que deja un saldo en beneficio de los franceses de 259 millones de dólares, cantidad muy importante para cualquier país, incluso para una economía tan poderosa como la de Francia. Somos, por tanto, un buen comprador, podría decirse incluso un excelente comprador, de productos galos, y se explica que el ministro de Asuntos Exteriores francés se preocupe de cuidar mercados tan suculentos y seguros, puesto que nuestras compras han venido creciendo durante los últimos años de manera progresiva y siempre favorable al balance francés. En 1966 nuestro déficit comercial con Francia era de 258 millones de dólares; en 1965, de 225 millones de dólares; en 1964. de 163 millones de dólares, y en 1963. de 139. para elevarse en 1962 sólo a 81 millones de dólares. Pasar en seis años de 81 millones de dólares de superávit comercial a 259 es un salto demasiado importante como para explicar, los desvelos franceses ñor guardar tan puntual comprador, y en este sentido el señor Debré no hace más rae cumplir su deber, ocupándose personalmente de un mercado privilesriado y solvente para los productos franceses, que según todas las previsiones tiende a crecer en él inmediato porvenir. Nuestras exportaciones tradicionales a Francia se han comiwesto durante muchos años de cuatro productos casi exclusivamente, que eran la naranía. la almendra, las piritas y la blfmfa. Hsta sumamente característica de una relación comercial entre un país poco desarrollado y otro de rica y diversificada economía moderna. Productos agrícolas y materias primas de minería constituían el monótono elenco de nuestro comercio, que por fortuna en ios últimos años se ha ido diversificando, disminuyendo el porcentaje que los cuatro productos tradicionales ocupaban en nuestra relación mercantil con Francia. En 1950, entre las naranjas, las almendras, las piritas y la blenda, se consumía el 80,72 por 100 de nuestra exportación, míen, tras en 1966 tan sólo cubrían las cuatro partidas anteriores el 26,33 por 100 de los. envíos españoles a Francia gracias a la inclusión de otros renglones en nuestra corriente exportadora que continúa encabezada- según datos de 1966- -por las naranjas dulces, seguida por las almendras, tomates, alcachofas, pieles en bruto, mandarinas, patatas, mulos, limones, anchoas en salazón, aceite de oliva, piritas de hierro, plátanos, lentejas, anchoas en lata, conservas de espárragos, mercurio y tejidos de algodón, citadas por orden decreciente de importancia en valor. Los 661 millones de dólares en máquinas herramientas para trabajar metales figuran en una posición más baja, pero indican una posibilidad sumamente interesante. Son importantes, además, las inversiones francesas en España, que han representado en 1967 unos 808 millones de pesetas, cubriendo el 9,96 por 100 del total de este capítulo, inmediatamente después de las americanas y suizas, pero abriendo Francia, por delante de Alemania, la lista de los países del Mercado Común, desde luego muy por bajo del esfuerzo americano y suizo, que suman conjuntamente el 68 por 100 de la inversión extranjera en España durante 1967. SI pensamos me las inversiones suizas son en una gran p? -te realizadas con capitales americanos, se mide con bastante- exactitud la distancia que separa todavía la fuerza de los capitales americanos en España de la que han aportado basta este momento los franee- ses, salvo en muy contados casos de relación antigua entre empresas españolas y francesas. Cuando llega a España un ministro de Asuntos Exteriores de un país perteneciente al Mercado Común se desata casi automáticamente un verdadero raudal de comentarios sobre nuestra interminable negociación, donde desde hace muchos años Francia apoya las peticiones gubernamentales españolas con tesón inquebrantable. Quizá por eso convenga hacer algunas precisiones sobre nuestra situación en Bruselas y sobre el supuesto apoyo que Buche Debré puede prestar a nuestra solicitud, dadas las circunstancias actuales de la negociación. En primer lugar parece imprescindi! h recordar que España está negociando en Bruselas por acuerdo unánime del Mercado Común- -y, por tanto, con el acuerdo de Francia- -un acuerdo comercial preferencial y no una asociación. El acuerdo comercial preferencial, que podría transformarse en unión aduanera durante una secunda etapa ulterior, si europeos y espafío- REPRESENTANTE para Madrid y provincia, bien introducido en el ramo siderúrgico, precisa importante empresa de Bilbao Escribir con informes al Apartado 1.451 RENTA- COLOR 2312045 2211343

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