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ABC MADRID 01-02-1969 página 11
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ABC MADRID 01-02-1969 página 11

  • EdiciónABC, MADRID
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COSTA COLOMBIANA COCOTEROS JUNTO AL MAR E L vegstal no tiene movimiento voluntario y, sin embargo, el pueblo de la costa colombiana, en trance de fervor fantástico, asegura que, por la ncche, los cocoteros caminan Se explica. Como la planta crece, por lo general en muchedumbre, la rozadura de las palmas, casi metálicas, al paso del aira, hace rumor confuso de pisadas. También los sevillanos dicen que, en la primavera, por la madruga Sevilla suena Es el zumbido arrebatado de las abejas alrededor de las flores del naranjo. Pero, en fin, a las afirmaciones bonitas es mejor no buscarles la razón. El pueblo dice sus cosas y si no perjudican a nadie hay que aceptarlas de plano y sin examen. La poesía tiene su éxtasis y siempre dice la verdad porque es iluminación, no alucinación. La palmera es una de las más hermosas expresiones de la vegetación. La mayoría de los árboles, para alcanzar altura, lo hacen apoyándose en ramitas más o en ramitas menos, en bifurcaciones complacientes, en horcaduras fáciles. La palmera no. Ella sube sola, con andadura disciplinada, rectora, va con un motivo determinado. Es el desarrollo de un proceso ascendente, entrañablemente unido a su destino, que es llegar, otear al horizonte y abrir con galanía y magnificencia, ya en estado de gracia, en pencho de plumas seráficas. Cada palma es un ala de ángel. La ligera curvatura de ellas es ¿condescendencia para templar la rigidez de las lacinias. Los lampos de alborada, que a veces tienen, son coincidencias con la luna- ¡ay la luna- -que, como la palma es tan sensible a la luz, admite preferencias y subrayados resplandecientes. Los andaluces, cuando ven a una criatura con crecimiento afortunado, suelen decir: Qué niño más alto. Parece que le han puesto los pies en agua. Así los cocoteros que, por tener: las raices casi dentro del temblor del mar, son más lozanos, más desarrollados, más lucidos. Vuelvo a nombrar a Andalucía porque aquella tierra, con la costa nuestra, tiene felices puntos de contacto. Las flores del cocotero son doradas. Es un escapo derramado de luceros. El fruto es grande, con la carne en lo íntimo, pero para llegar a ella hay que atravesar una espesa muralla de espatas leñosas y luego golpear en la corteza interior con algo contudente hasta partirla en pedazos. El fruto tierno, coco de agua como decimos, es bebida gratísima y refrescante; y la carne, cremosa, blanda, dulce, debió ser lo que los dioses llamaron ambrosia. El paisaje de los cocoteros junto al mar, con los alcatraces caribeños en vuelo, el navio lejano, la orilla aplacerada, la puesta de sol ardiente, alardosa de su experiencia en el color, emocionante, inefable; con los ríos de nubes tornasoladas, mar de siete colores, aire transparente, claridades diáfanas, todo ello concurre a la apoteosis del paisaje. También es que donde nace un cocotero la tierra se beatifica. La palma por eso es atributo de santidad, de resurrección, de triunfo, de victoria, de alegría, de aplauso, de pasión afectiva. Yo, por eso, a mis cariños los llevo siempre en palmas. Amira DE L A ROSA

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