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ABC MADRID 30-01-1969 página 99
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  • EdiciónABC, MADRID
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MIRADOR Por Gonzalo FERNAHDEZ DE LA MORA LA RÁBIDA Y R DESCUBRIMIENTO DE AMBHCA De A. RUMEU DE ARMAS Ed. Cuitara Hispánica. Madrid, 1968. 182 págs. NTONIO Ruméu de Armas, tineríeño de 1912 y catedrático de la Universidad de Madrid, t i e n e una copiosa obra, de la que citaré su importante Historia de la previsión social (1947) Una buena parte de su atención investigadora se ha vertido hacia los temas americanistas: Colón en Barcelona (1944) se titula el primer trabajo de esta serie. A ella pertenece el último libro de nuestro autor: La Rábida le da unidad geográfica y de asunto. Allí hubo una comunidad de ascetas almorávides, y luego un santuario cristiano, cuyos cimientos datan del siglo x n i A despecho de los siglos, se conserva la iglesia gótico- mudejar. Pero el lugar no es importante por su arquitectura, sino por su vinculación a la epopeya colombina. Ruméu de Armas se plantea los problemas principales y les da una solución. Primero. ¿Entró Colón por La Rábida? 3 navegante ganovés llegó a España entre finales de 1484 y principios de 1485. A. Ballesteros, de acuerdo con otros autores, supone que en 1485 Colón visitó La Rábida. Ruméu cree que ni siquiera se puede asegurar que Colón entrara por Huelva. Fudo hacerlo por Sevilla o por cualquier otro puerto de la baja Andalucía. Ya N. Fernández de Navarrete consideró como una fábula inventada la presunta primera visita colombina al cenobio onubense. Ruméu concluye: La entrada de Colón por PalosLa Rábida en 1485 habrá que considerarla como un error histórico, que ha pervivido por espacio de muchos siglos. Segundo. ¿Quién puso a Colón en contacto con la Corte? ¿Jugaron los monjes de La Rábida algún papel? Ruméu cree que los Duques de Medina Sidonia y Medinaceli fueron los que le franquean libre acceso a la Corte de España en 1485. Con esto se suma a la posición de A. Ballesteros y se enfrenta con el numeroso grupo da historiadores que sitúan la mediación ducal en una fecha posterior. Tercero. ¿Cuándo llega Colón por primera vez a La Rábida? Según Ruméu, en 1491, es decir, seis años después de su entrada en España. El genovés llega allí, seguramente camino de Huelva, donde pensaba depositar a su hijo Diego en casa de su cuñado. Hambriento, llama a la puerta del monasterio. Es entonces cuando conoce al guardián del cenobio, fray Juan Pérez. Cuarto. ¿Quién es fray Juan Pérez? Hasta hace poco, exactamente hasta 1890, se confundió a fray Juan Pérez con el también minorita Antonio de Marchena. Asi se creó el híbrido fray Juan Pérez de Marchena. Hoy no puede dudarse de que se trata de dos personas. Fray Juan Pérez, contador real en su juventud y luego confesor de Isabel la Católica, se encontraba en La Rábida en 1491 cuando llegó a sus puertas Colón. Según Ruméu, no era un cosmógrafo, sino un hombre bien situado, que escribe a la Reina pidiéndole que atienda a Colón. Luego viaja a la Corte para apoyar las pretensiones del genovés. T es, en fin, quien negocia, en nombre de Colón, las capitulaciones da Santa Fe en abril de 1492. Ruméu desecha la hipótesis de que fray Juan Pérez se trasladara a América aprovechando la segunda navegación colombina. Quinto. ¿Quién era fray Antonio de Mar- A chena? Fue elegido provincial de Castilla en 1499. ¿Formaba parte de la comunidad de La Rábida y lo conoció ahí Colón? Ruméu contesta negativamente y sostiene que el futuro almirante y Marchena se conocieron en Madrid, en donde el monje resi- día hacia 1486. El fue, después de Dios eterno la única ayuda del almirante durante la primera etapa de las negociaciones. ¿Por qué se ha pensado que fray Antonio de Marchena, buen cosmógrafo, hubiera entrado en contacto con Colón en La Rábida? Según Ruméu, a causa de una confusión e n t r e Antonio de Carmona y otras dos personas distintas: Pedro de Marchena y un fraile astrólogo que era guardián en La Sabida. Sexto. El otro Marchena. Fray Padro de Marchena rigió los destinos de la Custodia bética precisamente en los años que van de 1485 a 1488 Este franciscano es el gran protagonista de la historia colombina Antonio da Marchena. Séptimo. ¿Quién era, entonces, el guardián astrólogo de La Rábida? A juicio de Ruméu, no era ni fray Atonio de Marchena ni fray Pedro de Marchena. Era un tercer fraile franciscano, cuyo nombre no conocemos, y que trató con Colón durante su paso por el cenobio en 1491. El fue el que contribuyó a convencer a fray Juan Pérez de la verosimilitud científica de los cálculos colombinos y fue quien persuadió a Martín Alonso Pinzón para que acompañara en la expedición al almirante. En síntesis. Colón estuvo tres veces en La Rábida. La primera, en 1491, lo que le permitió conocer a fray Juan Pérez y al decisivo fraile guardián anónimo. La segunda vez, durante los meses de mayo y junio de 1492, en vísperas de su partida para las Indias, y la tercera, sn marzo de 1493, a su regreso del gran viaje. Fray Antonio de Marchena no tuvo nada que ver con el monasterio onubense. Antonio Ruméu de Armas 1 libro de bolsillo Alianza Editorial omtal Mo gmmmrml m El UMrm mi Ammrta m t 7, mmtrim. Una simple ojeada a la bibliografía del monumental libro de A. Ballesteros Cristóbal Colón (1945) o al también importante aunque cronológicamente restringido de J. Manzano Cristóbal Colón (1964) permite hacerse una idea de las montañas de letra impresa que, a partir de mediados del siglo XIX, se ha vertido en torno a la figura del almirante. Sara difícil encontrar otra figura histórica acerca de la cual se hayan publicado mayor número de fuentes. Un alto testimonio de esto último son los Pleitos colombinos que están siendo editados por la Escuela de Estudios Hispanoamericanos, de Sevilla. A estas alturas de la investigación, ¿es posible decir algo nuevo sobre el almirante? Antonio Ruméu demuestra mis sí. Algunas de sus tesis tenían precedentes historiográficos. Pero ahora se confirman con una argumentación mucho más convincente. Parece, pues, que hay que rechazar que Colón estuviese en La Rábida a raíz de su llegada a España y que dejara allí a su hijo Diego durante más de un lustro. También hay que rechazar que los duquas intervinieran tardíamente. Los personajes relacionados con la estancia colombina en el monasterio habían sido objeto de graves confusionas. Primero se consiguió distinguir a fray Juan Pérez de fray Antonio de Marchena. Ahora Ruméu divide este último en tres, que son el propio fray Antonio, fray Padro de Marchena y el fraile guardián anónimo. Esta es, desde el punto de vista de los hechos, una de las innovaciones fundamentales de la investigación de Ruméu. Ahora bien, ¿estuvo fray Pedro de Marchena en La Rábida? Parece que no. Esto no nos permite utilizar su nombre como definitiva explicación de las implicaciones de un Marchena en las jomadas onubenses de Colón. Y por lo que se refiere al fraile anónimo, ¿cómo es posible que sa haya perdido la memoria de su nombre? El propio ERuméu utiliza este argumento para rechazar la hipótesis de que alguno de los frailes que ayudaron a Colón pudieran acompañarle en su segundo viaje. Si el silencio de las (Sigue en la pág. 6 de Mirador)

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