ABC MADRID 08-01-1969 página 84

y poesía, cada día Ángel de Saavedra, duque de Rivas. nace en 1791 V muere en 1865 Alterna las armas con las letras. e incluso con ios pinceles Su vida es agitada v romántica: embajador académico, autor teatral de enorme, éxito su Don Alvaro, o la fuerza del sino alcanzaré renomurt universal) en el mundo de la Úrica son especialmente famosos sus romances, sueltos v fáciles en la mejor tradición del romancero español. DUQUE DE RIVAS ROMANCE DEL DUQUE DE VILLAMEDIANA Era el gran don Jnan de Tairds, caballero cortesano, conde de Villamediana, de Madrid y España encanto por su esclarecido ingenio, por su generoso trato, por su gallarda presencia, por su discreción y fausto. Gran favor se le supone, aunaue secreto -en palacio, pues susurran malas lenguas. pero mejor es dejarlo. De todos y todas dicen, y es poner puertas al campo, querer de los maliciosos sellar los ojos y labios. Valiente Villamediana, cortas! as riendas, y bajo dpi reioncillo el acero, vase al toro paso a paso. Este cabecea, bufa, la tierra escarba marraft y espera instante oportuno en que partir como el rayo. El paje de la derecha con gran soltura y garbo, a la fiera irrita y llama, la capa ante ella ondeando. Embiste, pues, el jinete tuerce el bridón, de soslayo pasa el toro, el otro paje con la capa hace un engaño y lo revuelve, y de nuevo lo para. Determinado le hostiga de frente el Conde; torna a embestir rebramando el jarameño, parece trae el caballero y caballo van a volar a las nubes, cuando de la fiera intactos en primorosas corvetas se separan y con saltos. Un punto el toro vacila bramido ronco lanzando y desplómase en la tierr ¿haciendo de sangre un lago con el torrente que brota por la cerviz do clavado medio rejón aparece, que el otro medio en la m no del noble y valiente Conde va al concurso saludando. Por balcones y barandas, vallas, barreras y andamios 5 formando una riza nube; ondean pañuelos blancos; y ¡viv S el pueblo repite, y los caballeros ¡bravo! y ¡aué galán! las mujeres, haciendo lenguas las manos La Reina, que sin aliente los ojos desencajados eis Jinete y toro tuvo, vuelve, ansiosa respirando ¡Qué bien pica el Conde! dice, y S 5 Muy bien los cortesanos reniten. El Rey responde: Bien pica, pero muy alto y en el rostro de la Reina clavó los ojos un rato. Esta demudóse, y todos los señores de palacio, en quienes opinión propia fuera un peregrino hallazgo repitieron, no sabiendo lo que decían acaso, y de entrambas majestades queriendo seguir el rastro: Pica muy bien; mas debiera haber picado más bajo.