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ABC MADRID 05-01-1969 página 100
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ABC MADRID 05-01-1969 página 100

  • EdiciónABC, MADRID
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Vuelve Paul Henri Spaak a las páginas d Los domingos de A B C para plantear, ei toda su crudeza, los problemas de la unida europea y de la amenaza del comunism soviético. La profundidad de conceptos el espíritu ecuánime de moderación brillan una vez más- -se coincida o se discrepe co las tesis mantenidas- en el artículo qu ofrecemos a continuación a los lectores Paul Henri SPAAK i i i I JURANTE el verano de 1951 los partidarios de TM la Europa unida se encontraron frente a una difícil elección. Churchill acababa de volver al Gobierno en Inglaterra. En el Consejo de Europa, en Estrasburgo, los representantes del partido conservador, disipando todas ¡as esperanzas, hacían saber que el nuevo Gobierno aplicaría, en lo que concierne a la formación de Europa, una política que no sería diferente de la seguida por los laboristas: negativa a participar en las negociaciones sobre el pían Schuman y negativa a comprometerse en una Comunidad Europea de Defensa. Inglaterra tomaba sus distancias respecto a Europa continental. Los europeos, que habían ideado a Europa unida con la participación británica, se encontraban así ante la alternativa de renunciar a construir Europa o de intentar construirla sin los ingleses. Fueron muy numerosos los que, con ¡a muerte en el alma, optaron por la segunda hipótesis. LA EUROPA UNIDA NO SE CONCIBE SIN GRAN BRETAÑA Y STN FRANCIA Hoy nos encontramos en una situación muy parecida. ¿Renunciaremos a proseguir nuestros esfuerzos por los caminos en que nos hemos adentrado o perseveraremos pero sin Francia esta vez? Una verdadera Europa unida a plazo largo es inconcebible sin Gran Bretaña. No ¡o es menos sin Francia. No puede tratarse de hacer en Europa una política antifrancesa, pero tampoco puede imaginarse una política en la que Francia, en lo inmediato, no participase. No hay que renunciar en forme alguna a desarrollar la Comunidad Europea. Por el contrario, es preciso estudiar con el espíritu más constructivo y cooperativo todas! as propuestas que puedan hacerse a este respecto, sobre todo las de Michel Debré. Pero dando esto por supuesto, se hace cada vez más difícil y cada vez mas peligroso para Europa y para la Alianza Atlántica el confinarse en un inmovilismo impuesto por la política francesa. Todas las ideas bási s rfe la política francesa son falsas: el nacionalismo, la apreciación errónea del fenómeno comunista, la voluntad persistente de separar a Europa de Estados Unidos, la negativa arbitraria y obstinada a recibir a Gran Bretaña en la Comunidad E u r o p e a Es asombroso oír a los defensores del gaullismo cuando sostienen que la nación es la única realidad en la que es posible construir una política internacional. Deberían leer el último libro de Louis Armand y de Michel Drancourt, esa A p u e s t a Europea tan llena de fórmulas llamativas, de apreciaciones audaces, pero mucho más realista y prudente que esa fidelidad conmovedora y pue- ril a tradiciones superadaj ¡Qué inconsecuencia, qu absurdo, me atrevería inck so a escribir, el sostener qu en un mundo en plena mi tación, donde todo evolucic na, se transforma a un rit mo casi aterrador, sólo ia naciones tales como las ce nocemos hoy van a subsistir inmutables! Ninguna solución a l o grandes problemas de núes tro tiempo puede encontrar se ya a escala nacional. La escala europea está sin duda superada ya, incluso antes de haber sido alcanzada, y dado que es imposible resolver las cosas a escala mundial, intentémoslo, por lo menos, abordarlas a nivel de Occidente. EL DESEO INFANTIL DE ABLANDAR EL COMUNISMO CONDUCE AL DESASTRE La increíble incomprensión del fenómeno comunista, la negativa obstinada a considerarlo como un ensayo de civilización que se opone a la nuestra, el deseo infantil de ablandarlo, no podían conducir más que s desastre. Después de la ocupación d e Checoslovaquia por la i. R. S. S. eí general De Gaulle ha declarado que este acontecimiento deplorable era el resultado de conferencia de Yaíts y de la política de bloques s le que se había opuesto siempre. Esto contiene tantos errores como afirmaciones. André Fontaine, en un aríitu o magistral publicado en La Monde de- continúo

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