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ABC MADRID 01-01-1969 página 70
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ABC MADRID 01-01-1969 página 70

  • EdiciónABC, MADRID
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PROSCENIO como último espectáculo el Marat- Sade de Peter Weiss. En catorce meses, ciento siete años eran despojados de su eco interior. Los picos se clavaban en los palcos, sobre las galerías, en las escalinatas; cincuenta camiones se llevaban la maquinaria que podía aún servir del viejo escenario, y las palas iban cargando los aplausos en polvo caídos sobre Shakespeare, Musset, Hugo, Rostand, Gorki, Lope de Vega, Aristófanes, Salacrou, Calderón, Claudel, Miller y Hochwalder, los veinticinco años de prodigiosa actuación de un monstruo sagrado llamado Sarah Bernhardt, los anillos en vértigo de los ballets del Marqués de las Cuevas o de Antonio y la magistral puesta en escena del Don Quijote de Massenet, montado por Salbjic. Un inmenso espacio, como una catedral iluminada en ruinas- -la luz viniendo del Sena y las sombras del vecino mercado ás Halles, agónico y a punto de derribarse- el lugar teatral iba a recibir una concepción moderna de la sala y del escenario, una forma de unidad y de continuidad que haría del Theatre de la Ville un instrumento único en París e incluso en toda Francia. He pasado cinco horas en este teatro: pueden pasarse catorce dentro de una jornada. A las once de la mañana, el hall de cristal y de luz abre sus puertas: armarios automáticos, similares a los que pudieran encontrarse en las estaciones, se presentan como metálicos guardarropas; el bar y el restaurante están ya abiertos hasta la madrugada: el cubierto cuesta cinco francos sesenta céntimos, algo insólito en la actual vida de París. A las seis y media de la tarde, el primer espectáculo- quince canciones, quince mujeres recital de Juliette Greco- -se inicia sobre el escenario que puede ampliarse hasta 22 metros y que oculta 45 plataformas dirigidas electrónicamente, capaces de elevarse o sumergirse dos metros én relación con el nivel normal. Durante una hora, sin entreacto ninguno, de la figura negra de Juliette Greco fundida con el negro escenario, salen los blancos pájaros de sus manes, picardía y piedad, la ternura, el desdén, los dedos creando el aire, la voz resgada y ronca desgranando historias mientras ese inolvidable rostro belfegoriano alarga sobre todo sus ojos, gata y mujer al mismo tiempo y corazón y carne del París de siempre. Este primer espectáculo tiene un precio único: cinco francos; también algo que ningún otro teatro de la capital ofrece. Un millón y medio de obreros que hoy trabajan alrededor del que fue viejo barrio de Chatelet van a poder disfrutar del teatro moderno y el clásico, lo mismo Shakespeare que el universo de las variedades. A las siete y media de la tarde, sin salir del teatro, puede cenarse en el restaurante. Yo lo he hecho, y recordaba el apasionante experimento de Esta noche se improvisa de Pirandello, prólogo mío al Pirandello de los Sais personajes que iba a ver de inmediato. El segundo espectáculo, a las ocho y media de la noche, desde las butacas que descienden hasta confundirse casi con la escena, entre los muros especialmente concebidos en servicio de la acústica y ante las pasarelas laterales y superiores que sostienen a la única decoración- -unos paneles móviíes que cierran o abren más el escenario transformándolo a voluntad, según la necesidad de las piezas clásicas o de las modernas- me ha vuelto a traer, tomados de la mano, el remordimiento de un padre, el desprecio de un hijo, el dolor de una madre enlutada y la venganza de esa hija, que de improviso recorre la columna vertebral del espectador con el escalofrío de sus carcajadas. Son esos Seis personajes de Luigi Pirandello puestos en escena por quien. hoy es el director del Theatre de la Ville, Jean Mercure. Este nuevo teatro- -que ha costado quince millones de francos a la ciudad de París y que es propiedad del Consejo Municipal- había escogido una obra de Shakespeare como pieza inaugural para el 10 de diciembre de 1968. Los cincuenta y dos personajes de Shakespeare, el movimiento de sus juegos y de sus danYo, simplemente, he sido testigo de una nueva experiencia teatral en París, de la puesta en práctica de esa concepción del espacio que en la dramaturgia, moderna han tratado hombres como Rene Allio. defendiendo el gusto de lo funcional que logra quebrar a las viejas superficies decorativas de otro tiempo. Yo he sido simplemente un espectador, de nuevo absorto en el teatro, que he escuchado al Juliette Greco, que con su espectáculo ha inaugurado el Theatre de la Ville, de París. zas, han tenido que ser sustituidos por estos seis personajes únicos que abren las capas de la realidad y de la ficción, desafío pirandelliano a la inteligencia del espectador, que deberá reconstruir el mosaico del drama y encontrar la hora en ese reloj del tiempo sobre el que el genial italiano parece haber suprimido las agujas. Críticas y alabanzas a este insólito Theatre de la Ville, de París. Si algunos han señalado que el resultado conseguido es ejemplar, otros, en cambio, han acumulado sus defectos, desde el desolado escenario hasta la frialdad de un graderío que tiene algo de estadio, de fábrica o de aeropuerto. director que aparece en los Seis personajes pronunciar: Sea; ustedes son los personajes si así lo quieren. Pero sobre la escena, querido señor, no son los personajes los que actúan, sino los actores. Los personajes, ¿sabe usted dónde están? y ha mirado a la concha del apuntador) Y entonces he visto yo, encima de esa concha, en el Theatre de la Ville, de París, cómo pendía- -eterno instante en el tiempo- -el cuerpo de Gerardo de Nerval, el sombrero puesto y un cinta ahorcándole el cuello, como personaje en la historia. José Julio PERLADO

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