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ABC MADRID 07-12-1968 página 32
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ABC MADRID 07-12-1968 página 32

  • EdiciónABC, MADRID
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grito, sin un escándalo, sin una interjección, sin wpenas un titubeo en el andar cuando vuelven a su casa repletos de alcohol y de dignidad. Donde han barrios enteros de casas victorianas con foso v columnistas. Donde todo el mundo está divinamente educado en el portal y en las escaleras, aunque luego sean capaces de las barbaridades mayores: -Oh, Mrs. Montagut, por favor, pase usted primero. ¿Cómo están los niños? -Pamela con s ar ampian, pero ya va pasando... -Adiós Coronel... -Sucio tiempo, Miss Townsend... Londres. Niebla en los zapatos, autobuses rojos como llamaradas agujereando la oscuridad, parejas que se abrazan sobre la lujuriante hierba del parque sin quitarse las gabardinas para no morir de pulmonía, viejecitos asustados en los cruces del centro, anticuarios, pequeños restaurantes silenciosos con camareros que parecen salidos de un libro de Dickens: -Con el queso inglés se toman galletas secas... -No admitimos propinas... Londres. Hoy la capital del mundo para la juventud, donde nacen sus ideas y su moda, donde los hippies son más hippies que en ninguna parte, los pelos más largos y más sucios, y las minifaldas tan cortas que se han quedado en mini porque no son faldas. Aqui tenemos a unos cuantos chicos ingleses, pioneros de la juventud actual, copiados, admirados, en vi diados con los muchachos del mundo entero. ¿Y qué hacen esos jóvenes que nos sonríen en la fotografía bajo sus mantas y tras su pelo crespo? Nada menos que una huelga de sed (afencián: ya no se lleva la huelga de hambre, resulta antic uada, ahora es el agua lo que hay que suprimir) para protestar por la guerra del Vietnam. Bien, son las once de la mañana en Hyde Park Córner y estos chicos pacifistas se han pasado la noche al raso, sin beber una gota de agua en señal de protesta. Me pregunto si les estará permitido tomar en el desayuno una tasa de café caliente: seguro, a juzgar por sus caras sonrientes, la huelga de sed agota poco, menos que la del hambre, desde luego, y cono da los mismos resultados, rulos, no hay duda de que la juventud de hoy es bastante más inteligente y realista que la de antes: filetes si, agua no en ves de agua sí, filetes no Luego de su noche bajo las frías estrellas inglesas, los jóvenes protestadores aba ndonan su lugar de reunión y se dedican a actividades diversas y más bien vagas. Tener un empleo fijo se considera reaccionario; ganar dinero, burgués; querer prosperar, ambición de llegar a capitalista. ¿Qué hacen entonces? Pues compras. ¿Y qué compran con su poco dinero, salido Dios sabe de dónde, los felices, ociosos, encantadores antiguerra? ¿Libros sobre la paz? ¿Juguetes que inciten a la no violencia? ¿Zapatos cómodos para pasear por el campo durante sus veinticuatro diarias horas libres? Nada de eso. Nuestros amigos de las fotos compran uniformes militares viejos para llevarlos por la calle, es la gran moda: -Yo quiero uno de la última guerra, con estrellas y charreteras... -Si no fueran tan caros los americanos... Qué vida apasionante la vuestra, muchachos londinenses de hoy, pioneros de todos los otros muchachos. Clamando contra la guerra vestidos de militares, apóstoles de la no crueldad siendo la crueldad misma; contrarios al trabajo y a la ambición, pero intentando por todos los medios haceros notar, tristes y alegres, buenos y malos, interesantes siempre como formidable fen meno social. -Si hubiera alg uno del tiempo de los zares, esos sí que tenían buenos bordados... -Me llevo esta capa de botones brillantes, ¿a qué capitán habrá pertenecido? A alguien que ya estará muerto, chica, a alguien que se hubiera indignado mucho de verla airosamente terciada sobre tus hombros redondos. La juventud de hoy es contraria a la guerra y eso demuestra que está más civilizada de lo que parece. La guerra es la peor plaga de la Humanidad, lo único que todavía da miedo en este seguro y antiséptico mundo de hoy, con sus silenciosos aviones ultrarrápidos y sus med icinas curalotodo. Pero los muchachos de ahora, como los de antes, aman todo lo que la guerra tenía de decorativo para esconder tanta miseria, tanta sangre, tantas lágrimas, tanto lodo, tanto sacrificio inútil. Los uniformes con dorados, las botas brillantes, los desfiles, la música, la ciudad engalanada en la victoria, las muchachas llorando y riendo abrasadas a los vencedores... Quieren eso sin lo otro y es lo imposible: reír sin llorar nunca; comer sin lavar los platos; amar sin consecuencias; vivir sin trabajar. Porque son unos grandes ingenuos en el fondo, porque son demás iado niños para comprender. Pero llevan razón. Vietnam es un inmenso y terrible disparate. A ver si usted, mister Nixon, con su sonrisa de dentífrico y su aire tan falsamente juvenil... Begoña GARCIA- DIEGO CONTRASTES ...Pero se visten con viejos uniformes militares comprados en las tiendas de Carnaby Street.

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