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ABC MADRID 22-02-1964 página 3
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ABC MADRID 22-02-1964 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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D IA R I 0 T RA D 0 F 0 RMACI 0 N I L U S OE I N- GENERAL FUNDADO EN 1805 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA AB D I A R I 0 I L U s. T R A D 0 I E I N F 0 R MA C I 0 W G ENE RAL A palabra tendencia significa una categoría o modo de ser difícilmente registrable entre las de la procesos mnemónicos, que se traducen, antigua filosofía. Desde luego no es nin- en una tendencia cuando se hacen remeguna de las que pudieran llamarse está- morativos de una idea fija. La tendencia ticas: no el acto (posesión de un modo es más acusada en los procesos de inde ser) ni la potencia (pura capacidad de vención ante un problema teórico o prácllegar a él) pero tampoco lo es el movi- tico por resolver. La curiosidad es una miento o simple término de uno a otro tendencia común al saber o hacer desmodo de ser. La tendencia es más afín al interesado referente a un objeto físico o movimiento que el acto y la potencia, sujeto social; revestido de interés vital, pero añadiendo a él una inclinación hacia se redobla el carácter tendencioso en su búsqueda. Esta se inicia por la investigasu término. ción, o Ahora bien: esto sitúa a la tendencia vestigiosprosecución a tientas, entre los que la sugieren, de una hipóteen el dominio de la experiencia interna posible selecdel hombre, único en el que se dan las sis o clave de solución, con de hipótesis; inclinaciones. Él grado inferior de la ten- ción ante una pluralidad del dinamismo nada más dencia lo hallamos en el conato co- tendencioso característico que nos mienzo o iniciativa de un movimiento a tan familiar. que este proceso invención es Termina con la o impulsos de la espontaneidad, lo que descubrimiento de lo perseguido con tanllamaban los antiguos escolásticos un to afán: en castellano se- busca (tenden motus primo- primus La tendencia se ciosamente) para encontrar, y algunas vehalla latente en el conato, cifrado en el ces se halla (no tendenciosamente) lo no presente de la conciencia, y se hace pa- buscado. tente en la intención voluntaria pendienEl carácter individual se señala por te del porvenir. Este porvenir puede ser una simple idea a realizar por sí mismo una pluralidad de tendencias de variada- -la mera expectación de algo realiza- dirección e intensidad. Se hallan entre sí ble por otro no es una tendencia- -o una en relación de coordinación positiva o neidea afectada de un sentimiento de atrac- gativa, o de subordinación a una domición o de repulsión: la atracción es ya nante, que constituye como una vocación. la tendencia en el sentido previo de esta También se aduce como nota saliente de palabra, y la repulsión es la tendencia un carácter la fuerza de voluntad, que a invertida. Así, a la vista de un sabroso su vez es una recapitulación, o resultante fruto pendiente de un árbol, experimento de las tendencias. En el orden social se dan rasgos cala tendencia a apropiármelo para comerlo. Cuando la voluntad se complica en racterísticos de las comunidades humanas elecciones, la decisión que las zanja con por el predominio de alguna de sus tenuna resolución constituye también una dencias, debido a condiciones de constitendencia a la ejecución de ésta: no está tución innata o de ambiente geográfico; uno tranquilo hasta haber realizado lo a ellas se agregan las adquiridas en el resuelto en la vida individual o cumplido curso de la Historia y transmitidas de generación en generación. Las razas se dan lo prometido en la vida social. ante todo como conjuntos de tendencias La tendencia se hace sensible ante todo condicionadas psicofisiológicamente, y las en el dinamismo muscular. Tal es la lla- naciones como unidades socialmente lomada dinamogenia de las ideas: toda gradas; en unas y otras, las tendencias idea de un objetivo por lograr o un mo- sistematizadas constituyen el rasgo salienvimiento por ejecutar tiende a realizarse, te de la personalidad colectiva, en cony nos sorprendemos a menudo a nosotros traste con las coincidencias ocasionales mismos en este trance de realización. A que también se dan en ellas y entre ellas. veces, el tal movimiento encierra un inTodo esto es claro en el dominio de la terés vital: al final de él se halla un objeto digno de ser logrado o evitado como condición o peligro de vida: en tal caso el movimiento es instintivo. El instinto es un dinamismo doblado de tendencias: una tendencia espontánea dirigida pot una finalidad latente, que se hace patente en la voluntad. Toda nuestra vida volunEt rv e taria se halla precedida de tendencias espontáneas que dan lugar a las volunta riasjjr asi la espontaneidad, y no la voluntad, es el gran promotor de la vida hu 1 mana. La voluntad es un simple timonel que orienta el curso de la espontaneidad, por iniciativa o a impulsos de ésta que mueve la máquina muscular. Otro tanto ocurre en el dominio de la actividad mental. Tenemos en ella los -3! u i Mí TENDENCIA ENO tfn. dis o w fát. vi E L o Hit EST- OEL actividad h u m a n a Pero sucede q ue por una designación figurada y antropomórfica atribuimos también tendencias a los seres ajenos a tal actividad, como son los puramente materiales. Así, interpretamos tendenciosamente los procesos vitales, penetrados de la idea de que están informados por una finalidad. Suponemos- que nuestro cuerpo fiene determinadas inclinaciones, sobre todo cuando éstas son peculiares de un. individuo a favor de lo que llamamos su temperamento. Cuando ios enfermamos, proyectamos en el curso de la dolencia la supuesta tendencia a la mejoría o al empeoramiento, pendientes, respectivamente, de la curación o de la muerte. Fuera de la vida, en el seno de la materia mineral trabajada por fuerzas fisicoquímicas, se dan combinaciones entre de terminados cuerpos y no entre otros, lo que Suponemos resultado de una tendencia o afinidad entre los combinables, ausente de los no combinables. Asimismo decimos que el tiempo tiende a llover por suponer próxima la confluencia de las causas productoras de la lluvia. Finalmente, en el orden puramente mecánico, atribuimos ¡a caída de los cuerpos a una fuerza de atracción, y los suponemos fuera de su centro cuando no han llegado al equilibrio a que naturalmente tienden. Tenemos la experiencia interna de nuestro propio cuerpo- -si bien la caída del propio cuerpo en su pura pasividad nada tenga de tendenciosa ea el sentido anterior de esta palabra- -e interpretamos a su modo la caída de los demás ajenos a toda conciencia. Con todo ello, se pone de manifiesto que la tendencia constituye una categoría que propiamente no se da más que en el ser humano, y tropológlcamente es atribuida a los no humanos. En lo humano, la tendencia se da no como un simple dinamismo o movimiento, -sino como una inclinación a é! no ausente de él como directiva que es de su ejecución, sino movida asimismo en ocasiones por la atracción inconsciente (instintiva) o consciente (voluntaria) de un término que por lo mismo merece el nombre de fin. Todos estos conceptos que nos son tan familiares giran en torno al de tendencia, que se da como conjunto de ellos o partícipe de uno de ellos. La tendencia es algo de carácter mental, pero no toda mentalidad es tendenciosa, sino aquella que persigue una finalidad latente o patente el individuo es el que! a lleva, aunque no siempre la declara o acusa ante la sociedad de que forma parte. La sociodad la adivina acertada o desacertadamente en los individuos en cuestión, y esta búsqueda es una de sus tareas más acuciantes. Véase hasta dónde nos conduce este intento de penetración en un concepto que, a primera vista, pudiera parecer del feudo puramente ontotógko. Juan 2 ARAGÜETA

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