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ABC MADRID 03-11-1963 página 9
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ABC MADRID 03-11-1963 página 9

  • EdiciónABC, MADRID
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LA ESPAÑA POSIBLE EN TIEMPO DE CARLOS Jir Por J u l i á n Marías Seminario de Estudios de Humanidades. Sociedad de Estudios y Publicaciones. Z $3 pags. E L siglo XIX tira del XVIII hacia acá, en la perspectiva histórica, para explicar entre las dos centurias, la actual, con una doble relación de causa a efecto que lógicamente no se producé en relación con el siglo XVII, de contactos mucho más difíciles de precisar. En el siglo XVIII hay no poco de solución de continuidad, aunque nunca deje de transmitirse el misterioso y operante fluido del espíritu de nuestro pueblo y de nuestra cultura. Precisamente por eso, el siglo XVm ofrece creciente interés para el que trate de seguir las distintas fases de nuestro proceso histórico. La linea esencial no se quiebra a través de los siglos, pero sí ondula en un grado que haría sospechar tanteos o rectificaciones si no se tratase de nuevos despliegues del genio nacional a tono con las exigencias de la profunda crisis universal del XVHL La polémica, expresa o sobreentendida, acerca de temas que antes del setecientos no estaban sometidos á controversia, al menos con tanto alcance, es uno de los signos característicos de la época, y Julián Marías, que viene dando testimonios- varios acerca de su preocupación, por la España del siglo XVIII a la luz- -digámoslo sumariamente- -de la Ilustración e inmediatas consecuencias, publica ahora un estudio de sugestivo título: La España posible en tiempo de Carlos IU A través de sus once capítulos se percibe la muy caudalosa corriente que habría de hallar nombre adecuado, a nuestro juicio, en el de regeneracionismo de 1898. El problema venía planteado de muchos años atrás, con el advenimiento de la Casa de Borbón, que habría de suponer un extraordinario viraje en el rumbo de la vida pública española. No se pasaba en vano de una dinastía agotada a otra verdaderamente prometedora por su auge en Europa, con caracteres de universalidad. La nueva realidad política traída por los Borbones no podía por menos de determinar una distinta situación de España entre las potencias de- Europa, haciéndola participar en sus choques y mutuas influencias de modo harto diferente al impuesto por la Casa de Austria. EÍ reinado de Carlos X E centra, más o E menos, el siglo XVIII por transcurrir entre las novedades primeras que importaban los Borbones y las inquietudes europeas coincidentes con el reinado de Carlos IV. La consolidación de la dinastía, adaptada en lo posible a los usos y gustos de España, pudiera ser el rasgo distintivo del tiempo de Carlos n i con la vibración más genuína del siglo XVm, muy recortado en su estudio historiográfico. Hay si- glos que duran más de cien años, y otros menos, en visión de conjunto. El XVIII es de ésa última condición, y precisamente Julián Marías plantea ese primer problema a modo de introducción a los otros que luego han de ser abordados por el autor. Evidentemente- -una copiosa y desigual bibliografía lo permite comprobar- la tendencia dominante en eruditos e investigadores ha sido la de interpretar el XVIII desde la época anterior o la posterior; o como convalecencia del reinado de Carlos II, es decir, como una época de vita mínima y horizontes limitados, con alguna prosperidad material y administrativa, o bien como antecedente y preparación de la España moderna quiero Julián Marías. Foto Múlier. decir posterior al antiguo régimenT De un modo o de otro, el XViil pierde sustantivldad y su auténtica fisonomía se desdibuja Ni siquiera ha disfrutado el siglo XV 1 U. de esa iluminación lateral a que alude Julián Marías, con referencia, por ejemplo, a las historias de la literatura, tan descuidada a este respecto, como si de Quevedo a Esproneeda- -observación de Julián Marías- -no existiese otra cosa apenas que un desierto. Cabría citar algún estudio tan estimable como el prólogo del marqués de Valmar al tomo del Ribadeneira dedicado a la poesía, y nada digamos de Menéndez Pelayo que, aun estudiando 1 siglo XVm con mucha menor preferencia que otros siglos de nuestra historia literaria, aportó datos y juicios críticos de positivo valor. Pero fuer- za es reconocer que las excepciones no desmienten la regla general y las lagunas que pueden ser señaladas en el conocimiento de aquellos años, requieren ser salvadas o cubiertas por investigaciones que autoricen la nueva valoración sobre todo, de uno de los esfuerzos- -leemos- -más extraordinarios y mejor intencionados de toda la historia de nuestro país La introspección de España por el español data de entonces, y esa actitud es la que se perpetúa hasta el día, con tarea que corre a cargo de las clases letradas más que meramente intelectuales, porque en ella participaron no sólo los escritores y los profesores, sino también aquellos otros hombres, ilustrados por supuesto, que procedían, en el número que fuese, de los alparecer ociosos estrados aristocráticos y del Ejercita de Mar o de Tierra. A todos les preocupaba España y la función que pudiera correspondería en el conjunto de Europa. Alternan criticas y apologías. Cadalso, Moratin y Porner personifican el ciclo revisionista que Julián Marías examina. En cuanto a las reacciones suscitadas por la Oración apologética de Forner, Marías recoge y glosa un curioso librito sin nombre de autor que contiene diez cartas De un español residente en París a su hermano residente en Madrid según reza el título, y qué están fechadas entre- los meses de julio y septiembre de 1781. Don E m i l i o Cotarelo, que las comentó en Iriarte y su tiempo no con mucha agudeza ciertamente, ve en ellas un antiespañolismo que disgusta, sin que por otra parte contengan cosas de mayor sustancia Este juicio requiere matizaciones que Julián Marías formula mediante citas del mismo libro para precisar esas otras cosas de mayor sustancia que justifican harto distinta valoración de las Cartas de igual suerte que las Conversaciones de Perico y Marica libro que vio la luz en 1788, también anónimo. Mayor consideración merece a Julián Marías, por la más acusada densidad del contenido, otro escrito que data de 1773: inédito hasta ahora. Se inserta en La España posible en tiempo de Carlos III Es su título Comentarios sobre el Doctor festivo y Maestro de los Eruditos a la violeta, para desengaño de los Españoles que leen poco y malo El autor es Pedro Fernández, seudónimo seguramente más que nombre auténtico, y que pueda ser atribuido al padre Juan Andrés, jesuíta desterrado en Roma- -cuyas cualidades intelectuales pondera Julián Marías- -dice mucho en abono del manuscrito. En todo caso, Pedro Fernández fue una de las mejores mentes españolas de su tiempo y su Comentario a Cadalso hace notar un alto nivel interpretativo del dominio nacional y de lo que significaba en Europa el siglo XVIII según aquel lejano español de carácter a la vez singular y representativo, dicho sea sin paradoja. La aportación de Julián Marías al conocimiento histórico de este período le acredita de una discriminatoria sagacidad erudita sobre la que conviene llamar la atención del lector, para quien no es conocido este aspecto de la actividad intelectual del autor tanto como sus ensayos históricos y críticos de tema filosófico. El manuscrito de Pedro Fernández dado a conocer por Julián Marías ilustra mucho las posibilidades ofrecidas por la España de Carlos III y que evidentemente no se desarrollaron en la de Carlos IV, pesé a la rehabilitación por distintos autores de Godoy. Pero ésta ya es otra historia. í M. FERNANDEZ ALMAGRO De la Real Academia, Española

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