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ABC MADRID 27-09-1962 página 3
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ABC MADRID 27-09-1962 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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D I AR I 0 I U S T R AD 0 DE I N F C R MA C i 0 N GENERAL FUNDADO EN 1005 POS DON TOñGUATO L. UCA DE TENA los comentarios que Pueblo publicó a mi artículo Sociedad y partidos significan, según el diario viene a indicar, el primer estreno de la temporada periodística invernal, vibrante por un ensanchamiento de los antiguos límites no cabe duda que proporcionan a los que sigan un buen ejemplo de serena corrección. Pueblo apenas discrepa de mi artículo en lo sustancial y doctrinal que era su esencia. Claro que, como buenos periodistas que son, no podían servir el guiso sin. alguna pimienta. En este caso, de todos modos, ha sido menos picante que cuando abrieron un concurso sobre mí como si yo fuera la melodía misteriosa Esta vez han optado por motejarme de inconsecuente. Para ello me recuerdan sobre el tema partido único que en julio de 1938, hablando en Sevilla, yo defendí la necesidad y existencia de un cuerpo de mantenedores del entusiasmo que prolonga la alta temperatura de la vida nacional En mi artículo de hace breves días yo decía literalmente: Hay instantes en que precisamente porque se sirve una situación de emergencia actúa un partido único como un cuerpo de mantenedores del entusiasmo. Yo agradezco a Pueblo que haya certificado ante el público, como prueba de inconsecuencia, que hasta mis palabras, una a una, fueron las mismas en ambos casos. En Sevilla llamé cuerpo de mantenedores del entusiasmo al partido al que hablaba. Y hace unos días justifiqué la existencia de ese cuerpo de mantenedores del entusiasmo en las horas de emergencia. Lo que añadí es que, pasada esa emergencia, el partido debe der a las realidades sociales actuantes, porque si no se convertirá en casta Es la sencilla certificación de un principio de doctrina tradicional: perfectamente ilustrado por los ejemplos de Italia y Alemania. Esto, que formulé en pura esfera doctrinal, yo sé que será evitado en España, donde el Poder público ha demostrado ya en este punto un claro sentido evolutivo, que reconoce y comparte el mismo Pueblo cuando dice que ha habido confusiones en la nomenclatura Movimiento y partido Producto éste de viejas herencias y de naturales vacilaciones en la era fundacional Esas vacilaciones han consistido en que, antes, en horas de emergencia, se diio preferentemente partido -así se dice en varios tratados españoles de Derecho Político de aquella hora- y ahora se dice MoiI D I AR I 0 I L U S T R A D O DE I N F 0 RM A CI 0 N GENERAL vimiento por sabia disposición del mando, conexa con no pocas supresiones de gestos y signos exteriores, que en el fondo reflejan esa misma evolución que yo expresaba desde el dicho partidismo de la hora de emergencia, a la mayor anchura acogedora y nacional con que, al terminar ésta, se intenta evitar toda inercia de casta y parcialidad. Esto en lo nacional que en lo internacional, sencillas realidades de sensatez y lógica no hacen aconsejable ciertas exterioridades como modo para entenderse con esa Europa cuyos hijos murieron luchando con países que se expresaban ocasionalmente con esa gesticulación. Aparte de toda razón doctrinal, la prudencia política aconsejaría no dialogar con Francia vestidos de guerrilleros de la Independencia, ni negociar con el Vaticano disfrazados de soldados del condestable de Bcrbón. Eso es todo. En eso se va perfectamente que está conforme el artículo de Pueblo porque todo eso está latente en la evolución semántica de partido a movimiento Yo, por mi parte, quiero reconocerle que nunca he pensado que las orgánicas realidades sociales, aplanadas desde siglos por el rastrillo de la revolución, puedan recrearse y tonificarse por sí mismas, sin un ancho y comprensivo movimiento donde los españoles que comulguen en el valor de esa doctrina tradicional, unidos, las estimulen y organicen: por eso la Ley de Principios Fundamentales define el Movimiento como comunión de los españoles en los ideales que dieron vida a la Cruzada Esa era evolución ya, prevista por Josa Antonio Primo de Rivera, que aceptaba para su organización gestos internacionales en la hora de emergencia, pero cuya distinta sustancia nacional y evo- i -ifj e 1 lución futura anticipaba él mismo al negarse a asistir al Congreso de organizaciones fascistas de Montreux. Esa evolución, y no ninguna inconsecuencia, es la misma que hay entre mis palabras de Sevilla y mi artículo. Yo, escritor, comentarista de todas las realidades, incluso las políticas, no tengo que hacer más que señalar estas cosas. Los qus están con las manos en la masa pueden cuidar de que la evolución sea algo más que semántica. Es un caso más de la necesidad de que el nomenclátor español, todo él acertado- -Municipio, Cortes, Fuero, Reino- se rellene de verdad. Así, movimiento y así, sobre todo, nacional Esa es toda la evolución. Que el espíritu nutra las palabras. Que todo sea verdad, no sólo en las páginas de Pueblo tan cerca de mi artículo, sino en cada aldea española donde todo vuelve a ser partido o partidismo cada vez que hay casta, parcialidad o displicencia: todoi lo que es inevitable peligro humano cuando se seleccionan unos ciudadanos de otros. Ya es difícil conseguir que el militar, el ingeniero o hasta el cura no tengan espíritu de clase o casta. ¿Cómo no va a serlo que no lo tenga el alcalde o él jefe sindical del pueblo, que fácil mente puede creer que lo que le da en realidad un movimiento nacional, ss la da una recluta partidista? A nada de esto me refería yo en mi artículo, pues me limitaba a un modesto esquema de doctrina tradicional. Pero ya que Pueblo se ha revelado en el fondo tan concorde en lo sustancial al rechazar lo partidista, resabio de viejas herencias por lo nacional en movimiento, yo le incito, puesto que el asunto es muy se rio, a impulsar esta parte que a él le corresponde de la evolución española. Yo discrimino, más que fórmulas organizativas, realidades humanas, que querría tan amplias y fraternales como para nutrir ese supremo cierre nacional, por lo alto, que es el proclamado Reino. Pueblo es tan evolutivo como yo ai querer que sea sustituido todo partidis mo por una anchura de ciudadanía ferviente que se ocupe de partear una sociedad con realidades vigorosas. Yo no quiero polemizar sobre ese tema, entre otras cosas porque no hay sustancia alguna de polémica entre lo que hemos dicho las dos partes del diálogo. Únicamente quise puntualizar qus yo he sido siempre consecuente. Tan consecuente como lo es Pueblo en su predilección por mi persona. Así lo sea Dios en mi último día. José María PEMAN j De la Real Academia Española i

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