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ABC MADRID 16-07-1961 página 7
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ABC MADRID 16-07-1961 página 7

  • EdiciónABC, MADRID
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CRITICA Y GLOSA EL ATENTADO Por TOMAS SALVADOR Editorial Pianetat Barcelona, 266 páginas. T OMAS Salvador ha publicado una novela, El atentado a la que da singular realoe la concesión del más reciente Premio Planeta Pero lo que importa, sobre todo, es que El atentado quizá, contribuya a fijar los rasgos característicos de ese inquieto, inquietísimo autor, que tantos modos de hacer novela gusta de cultivar, desde el intimismo de Diálogos en la oscuridad hasta la fantasía de La nave pasando por el cosmopolitismo de Hotel Tánger y por Los atracadores culminación del ciclo en que se insertan Cuerda de presos y Cabo d varas de agudizadas notas realistas y con cierta unidad de temas y estilo, que nos hace pensar en una marcada preferencia por ese tipo de narraciones, propicio a los recursos aparentemente fáciles del reportaje y la crónica, ipero no menos exigentes que otros procedimientos, novelísticos. De eso saben mucho determinados autores norteamericanos, y concretamente el ipobre Hemiragway. El toque del acierto estriba, naturalmente, en ascender del reportaje o la crónica a 1 novfla pro piamente dicha por la escala de ¡seda de la invención- -hay que reinventar la realidad- -y del estilo puntual y ceñido, paro con mucha voluntad de ¡arte por dentro, en tesis general. No hemos calificado de inquieto a Tomás Salvador sin tener en cuenta el peligroso contrafllo de lá. inquietud: la desorientación. Mérito indudable es la inquietud en cuanto denota un noble afán superatorio, un constante ejercicio de las virtudes que el autor pueda posesr para ponerlas en pleno juego y tantear así los resortes todos de la vocación y la aptitud hasta dar con lo más auténtico y eficaz. A la luz de estes elementales consideraciones, El atentado nos parece un fuerte empujón a su autor para hacerle seguir el camino de Los atracadores novela a la que en nuestro concepto no aventaja El atentado pero es significativo lo que haya en esta última de afinidad técnica y temática. El atentado es título alusivo al que unos anarquistas preparan y perpetran contra el gobernador de una importantísima provincia, que bien puede ser Barcelona, entre otras razones porque fue en esta gran ciudad donde el Sindicato Único actuó en los términos de máxima violencia que nuestra historia contemporánea registra, en relación con los años turbulentos y azarosos que siguieron a la primera guerra mundial. Esta sensación de época no la transmite del todo el ambiente en que se mueven los personajes de El atentado cortados por el tópico patrón Con Tomas Salvador. (Poto Cifra. de los delincuentes políticosociales de cualquier otro tiempo, si bien un tanto asainetados, procedimiento que resta veracidad, o por lo menos verosimilitud, a la criminé conjura, en cuyos entresijos hallamos en excesivo porcentaje algún ingrediente de importuna comicidad. Los cuatro sindicalistas encartados en el plan- -Mandarino, Turro, iPicardo y Largo Serena- -organizan la eliminación del gobernador consabido, general don Luis de Arencibia y Arellano, marqués de Anzuza, ¡personaje recargado de honores, por lo que se hace difícil aceptar que un antiguo asistente, ¡hora criado suyo, le trate impunemente y hasta con satisfacción del propio gobernador en la siguiente forma: Yo, mi general, cualquier día me voy. A usted no hay quien le aguante. El autor acota: Su excelencia sonríe. Cierra los ojos. Descansa. 1 7 como luego le acuse el gobernador a su descocado fámulo de que le roba a mansalva, la réplica es la siguiente: Le robo, desde luego. Hay que mirar para la vejez. Cabe presumir que ese y otros efectos análogos están deliberadamente buscados a titulo humorístico. Pero la dosis es tan excesiva que la ironizada situación aquí o allá se malogra de puro forzada. Y es sensible jue el autor someta a tan desorbitado tratamiento a dos tipos, por muy bien vistos en principio, que precisamente por eso no necesitan de tal dislocación de líneas. De ser El atentado una obra teatral, el aire de farsa quizá se realizase mejor y ganara eficacia. Oradas a la plástica se explican muchas cosas en la escena. Pero en una novela la farsa necesita de mayor justificación y análisis muy calculado. En otro orden de consideraciones, el ceñido diálogo de Luisa y Serena en determinada circunstancia ss prestaría a un desarrollo de más persuasivo fondo humano, que el autor no logra del todo por su afán de esquematizar la situación, aliviándola de su posible peso literario. Dijérase que Tomás Salvador teme a lo que él probablemente llama retórica y es simplemente literatura, llevado de un concepto naorrealista y cinematográfico del relato. La vena de humor a que antes aludíamos nos brinda en algunos casos compensación adecuada. En cualquier supuesto, esa escena a que nos referimos en las lineas anteriores nos interesa por modo especial tal y como está: directa, insinuante, a cernida luz; un tanto desdibujada, sí, Luisa; pero nítido el trazo que define a Largo Serena, el estudiante, el más intelectual del grupo: activista mucho menos que libresco; demasiado dueño ds sí para participar en lo que uno de sus compinches llama borrachera de la revolución Largo Serena no pierde la cabeza fácilmente, y el viso sentimental de su amistad con Luisa se acusa con una delicadeza qus no puede por menos que contrastar con el otro tono, bronco, áspero y callejero, que ayuda a explicar la prosa de Tomás Salvador, dotado de una pluma que en El atentado extrema sus innegables cualidades de agi lidad y virtud expresiva. Ctra escena de hombre y mujer, dialogada a tono con la situación- -gue también nos interesa- -es la del gobernador co: i Lola, su amante, de vulgaridad salvada ipor el mecanismo del asunto. Mejor dicho, tres escenas. Insistimos en que las de los conjurados Saquean mucho. Hacia el final se localizan en un sótano, a la expectativa de la consumación del plan, y surge ej interés, tardío, pero cierto, con claroscuro de aguafuerte. Los sucesos se prEcipitan, y precisamente para conseguir los efectos decisivos por acumulación de noticias, el autor ha demorado hasta las concentradas referencias de epílogo, los luchos oue acaso referidos a su tiempo mis al pormenor hubiesen enriquecido con nuevos rj atices la narración, y en todo caso habrían evitado la impresión de embarullamiento que da el final. Pero el sutor ha sacrificado el equilibrio de la composición en su última fase a fulminantes sorpresas y revelaciones. QUien lleva la voz en ese epílogo es el único superviviente del atentado contra el gobernador Arencibia. Todo lo cuenta Julio Mandarino a los parroquianos de su taberna. La Tiraffe Blanche en la place de Saint Martin, de Caen, Calvados. He aquí un final algo foarojisno. El viejo anarquista era tm pequeño burgués sentimental y bebedor, que solloza cusndo se deja ganar ipor el recuerdo. Hemos leído l atentado con especial atención, no ya por el genérico deber de todo critico, sino sor nuestro interés de lector, entretenido con el fácil y ameno relato pese a cuantos reparos o puedan oponer a la última novela de Tomás Salvador. No caemos en la tentación de señalar palabras o frases de mal gusto, porqius este fluctuante y superado criterio, ¡muy siglo XVHI no parece que hoy rija. Pero (juteá todo pudiera armonizarse con una mayor depuración del estilo, sin iperiluicio de su animación en el diálogo y mx fuerte expresividad. Esto, más una cierta capacidad de invención, cualifican el arte narrativo de Tomás Salvador. M. líERNANDlZ AIMAsORO De I Real Academia Española) i

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