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ABC MADRID 28-12-1960 página 3
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ABC MADRID 28-12-1960 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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p I A R: I 0 T RA D 0 I L U SD E IJN- DliKIO R A- D Q; D E F FUNDADO ENf 1305 POR DOS TQRCUATO LÜCA DE TENA S F, 0 1 M A G I 0 N G: É N E R A L UÉ nada tienen dé prometedores ni de idí ¿i c o s ciertamente, sino más bien de agrios y desnivelados, por; la desproporción casi geométrica entre las posibilidades de bienestar material -tantas veces frustradas- -y el desequilibrio espiritual que registrarnos en el ambiente cargado, dé confusión y de inseguridades. Se ha! ¡confiado con exceso en la capacidad, cási tíemiúrgica, del hombre de nuestro tiempo, hecho a manejar prodigios técnicos y fórmulas de destrucción -r- que podrían ser de perfección y paz- y ahora, acaso aterrado ante su propia obra, se pregunta con angustia: ¿A dónde vamos? Y n o e s que temamos, como temen los encogidos de espíritu y ciertos volterianos anacrónicos, que pueda el hombre poner en riesgo; el misterio y la evidencia de Dios, y hacer periclitar la obra de sus manos, el prodigio de la Creación, rió; él temor nos viene no del lacio de la ciencia, sino del lado del hombre, que puesto a hacer disparates e incongruencias las hace en cadena, y cuando pierde los estribos de la lógica- se convierte en el peor enemigo y descrédito de sí mismo. Es problemático aventurar la afirmación de si éstos tiempos- -tan mal hallados, por los agoreros de catástrofes- -son mejores o peores que los tiempos idos, ya que éstos son lejanía e historia que nos permiten verlos con más indulgencia. Cada; época, como cada día, tiene sus afanes y sus quebrantos, su lustre y su desdora. Los hombres, con variantes más o menos acentuadas, han sido y seguirán siendo Jos- mismos, con el lastre de una herencia comunal, sometidos a Ja tiranía de unos mismos apetitos y solicitados por requerimientos de la gracia suficiente, que a todos alcanza. Vistos cualesquiera tiempos por la vertiente del mal, desde el Paraíso acá, tenemos copiosos testimonios de que los pecados capitales han arreciado siempre, con más ó menos intensidad unos u Otros, pero con Una constante J insufrible obstinación. Xa envidia de Caín es ds la misma raíz que todas las envidias conocidas. El sodomita de hoy- -que prolifera al sol y a la sombra como las aguas estancadas- -puede tutearse, no sé si ventajosamente, con los habitantes de las ciudades nefandas o con los de la Roma de Calígula. Los necios de hoy tienen un definido aire de familia con los necios graduados de siempre. La crónica del vicio es la repetición de idénticas bajezas y desviaciones. Vistos, en cambio, estos y aquellos tiempos, del lado de la perfección, de la santidad; de la inteligencia y del sacrificio, ¡qué dilatados panoramas encontra; mós en todas las épocas, y qué copiosa fertilidad la del bien, y qué florecimiento del espíritu! Lo que sucede os qac el msl, el escándalo, son siempre más public: tr rids, mas clamorosos que li hor. cnt; 0- d de la vida y la calladci labor de! taleruo y del esfuerzo moral. Los cronistas del mal son más, asiduos y diligentes que los cronistas de la honradez, que r o suoie tener buena Prensa. El bien acaba por reconocerse a largo plazo, y la honradez 1 ÍI A VN G IG E PíV P R A Vi ¿Y qué ño: se ha dicho del estúpido, singlo XIX corno se le ha calificado con un tópico burdo y repetido sin criterio? Y de estos tiempos, ¿qué? Pues que no tienen tampoco desperdició, Sé íiá escri to ya mucho, y con rio poco ingenio, de nuestro tiempq Pero cuando décimos estos tiempos restringimos él concepto a una porción de estos años postreres muy reducida. Para no pocas gentes de hoy, él primer cuarto del siglo que llevamos, con un decenio más; es- casi prehistoria, tiempo lejano y sin interés. Estos tiempos van demasiado aprisa; se devoran a sí mismos y no reconocen as- cendeneja alguna. Son tiempos confusos y complicados. La audacia ha suplantado a la categoría. La mediocridad, con pre? tensiones de genial y operajnte, alcanza su rnáximo nivel diferenciador. La envidia y ía impotencia hacen valer sus derechos, A la pillería se la- llama listeza, y al brujuleo, talento y arte de navegar. Los tontos no están mal cotizados; y los vagos- -íomp siempre- -son opositores s. la buena vida o a vivir del cuento. I- Jay miedo de llamar a ios pecados por siiv nombre y. se les dan nombres nuevos, elusivos para que no suenen a pecado. Se ha inventado la angustia, la moral de situación, los cómplejps y la evasión, para terminar en una especie de picaresca, pero sin gracia. Porque éstos tiempos bastante aburridos, tienen poca gracia, a no- ser ésa i- gracia obtenida por electrólisis cerebral y ese humor que degenera: pn- pirueta y salida por la tangente. Hay tse -v ila s, y feas, malmaridadas, y maridos te- cados de una. mansedumbre sospechosa. Pero dicen ios que cultivan una rebeldía canija y chillona; que estos tiempps están en trance de transformación prpfuí? dá y de alumbramiento, qué va a dar qué sentir. Se vive eri estado de provisionalidad y de confusión, de idas y venidas, de tanteos y bandazos, de inculpaciones mutuas y de presentimientos. indefinidos. No. marcha bien este ¡mundo, que ha he. chp elpecado apetecible y que cudñía para sus éxitos más con el pecado que con la rectitud de espíritu; que trata de invalidar el talento y la honradez para que campeen la mediocridad y la petulancia. Perd estes ha Sido achaque dé todos los tiempos. José María Souvirón, en un sagaz artículo, asigna a. estos tiempos lá nota de chapucería. Es posible que ésa sea la sanción a: su Orgullo. Ho obstante todo eso, -hay que confesar que estoáf tiempos están lanzados, ii lo científico, a conquistas prodigiosas, sienten una profunda preocupación mo- ral y. ofrecen una legión dé hombtes re- presentatiyos, en todos los órdenes del: espíritu y dé la inteligencia, que son- Jos cae salvan y dan categoría a estos. tiempos que. no andan, tan perdidos corno dogmjatizan los coleccionistas- de vicios y -errupciones. Es que el mundo, es ansí: Y sólo, Dios lo puede remediar- cori la cooperación del hombre. J- -P. Féli GARCÍA es frecuente que tenga í sólo reconocimientos postumos. Sería fácil presentar una antología sobrada de vituperios, lamentaciones y sáíiras que ds cada época, remota o moderna, han hecho escritores y moralizantes. Cada momento vivido parecía el peor, mientras se cantaban las venturas de otros tiempos holgados y de ilusorias edades de oro. ¡Oh aquellos tiempos! es el consuelo y desahogo de los desplazados y de los disconformes ás siempre. Pero aquellos tiempos tuvieron también sus zoilos y sus e v o c a d o r e s de otros tiempos Dejemos a un lado a tos griegos y a los romanos- -como quería el poeta- a los godos y a los señores feudales, que tan larga y poco edificante historia de vicios y corrupciones nos legaron. Tanto, que díss hubo en que se creyó llegada la hora de otro Diluvio o del cumplimiento del Apocalipsis. De las Delicias del siglo XÍII, el Éocaccio y el Aretino nos ilustran suíicientemenie. En el siglo XIV, cínico y desenfadado, hasta a los claustros alcanzó la riada del desenfreno. Santa Teresa se lamenta de los tiempos en que la tocó vivir, que peores no los hubo; y fray Luis de León se queja de los fiaros males y de las injurias t inclemencias de los suyos. ¡Y eran los que hoy llamamos siíjlos áureos! ¿Quien no recuerda los tremendos tercetos de Quevedo contra las costumbres presentes de los castellanos y sus arremetidas contra los beocios y cornudos? La pluma de Gracián dcsdla amarguras. La mitad del mundo- -dice- -se está riendo de la otra mitad, con neceaad de todos. O todo es bueno o tedo es malo, según votos. ¿Y qué no dijeron los clásicos de las industrias, de les excesos y malas artes de las mujeres de aquellos tiempos Y no faltan, sino sobran, censuras y mordaces coplas de mal decir contra clérigos y monjes, magnates y rayes. La Epístola a Ernesto ¿o JoveHanos está escrita con hierro candente Déjame, Arnesto, déjame que llore ios fieros males de mi Patria... Va la notoriedad es el más noble atributo de! vicio; nuestras Julias tn 5 s que ser malas, quieren parecerlo.

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