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ABC MADRID 20-02-1960 página 41
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ABC MADRID 20-02-1960 página 41

  • EdiciónABC, MADRID
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ÍBC. S Á B A D O 20 BE FEBRERO DE I9 G 0. EDICIÓN DE LA MAÑANA. PAO, 41 LA EJECUCIÓN DE CHESSMAN SE HA WASHINGTON f APLAZADO POR RAZÓN DE ESTADO ABC en -UNA VEZ MAS SE DEMUESTRA QUE I, A PRENSA AMERICANA TIENE MENOS INFLUENCIA DE LO QUE SE PJENSA i CASA BLANCA PREVIO I A TORMENTA QUE SE CERNÍA EN VÍSPERAS DEL VIAJE PRESIDENCIAL Washington 4.9. (Crónica telefónica de nuestro corresponsal. Teniendo en cuenta, la tremenda presión internacional que se está levantando por minutos, no me sorprendería una conmutación d pena en í último segundo escribía ayer este corresponsal refiriéndose a Caryl Chessman. Me equivoqué. No hubo conmutación de pena porque, por segunda vez, el Tribunal Supremo de California, único que podía recomendarla legalmente al gobernador del Estado, votó por la ejecución, cuatro lotos a tres. Pero sí hubo una suspensión de sentencia por sesenta días. Caryl Chessman seguirá, por el momento, muriendo a plazos. Pero en las condiciones en que todo ello se ha producido, no creo arriesgado afirmar que Chessman se salvará de la cámara de gas del penal de San Quintín. Contra su muerte lo defienden ahora, y hi defenderán en el futuro, dos poderosísimos factores: la opinión pública internacional y la razón de Estado. Ambos le han salvado hoy y lo salvarán mañana. El plebiscito universal ha podido más que la ley estricta, que la justicia ciega, que el sistema judicial americano y que la indiferencia nacional. Y, a última hora, de ese plebiscito universal hubo que hacer una razón de Estado para detener la mano del verdugo, nueve horas y cincuenta y cinco minutos antes de la ejecución. Con los textos de las leyes constitucionales y penales en la mano, Chessman tenía que ser ejecutado esta mañana a las diez, fecra del Pacífico. Se habían agolado todos Sos plazos, todos los procedimientos legales técnicos de apelación, recurso, petición, aplazamiento, etc. El caso Chessman había ido catorce veces a la Corte Suprema de Estadas Unidos, once tribanales inferióles, cuatro al Supremo del Estado de Cahíornia. El magistrado Wiliiam Dotiglas, de la Corte Suprema de Washington, hombre de probadas convicciones liberales, había dicho: Chessman está jugando con los tribunales de Justicia. La Secretaría de Prensa de la Casa Blanca, requerida ayer a manifestarse sobre 1 caso, dijo lo que tenía que decir: El presidente no puede hacer nada porque no se trata de na ley federal; toda está en manos del Estado de California. Sin embargo, en el último minuto ía razón de Estado se ha impuesto sobre la legalidad jurídica y constitucional, y el Poder Ejecutivo ha. demostrado mucha más agilidad, mucha más percepción de las realidades políticas que la Prensa y la opinión americana. Mientras los graneles diarios dé la nación publicaban ayer en sus páginas interiores las noticias deí aso Chessman, pin dedicarle un solo editorial, la Casa Blanca y el Departamento de Estado calibraban cuidadosamente el estado de la opinión mundial y decidían que, por razón de Estado, era imprescindible y urgente actuat en el caso Chessman. Algunas veces he dicho, refiriéndome a problemas políticos nacionales, que la Prensa americana tiene mucha menos influencia en la opinión de la que se le atribuye, y ahora acaba de demostrarse otra vez. Donde ni la Prensa ni los partidos políticos no veían nad la Casa Planea vio la tormenta que se le venía encima, en vísperas del viaje de Eisenhower a Buenos Aires, Santiago de Chile, Montevideo y Río de Janeiro. El subsecretario de Estado para Asuntos Interameripanos, Koy Hubbotom, se puso en contacto con el gobernador Brown, de California, y le Mzo saber que el viaje sudamericano del presidente iba a ser un desastre si se ejecutaba a Caryl Chessman. Y entonces eí gobernador. -que no parece un hombre de gran percepción política- -se olvidó de su Tribunal Supremo y de las dos votaciones del mismo contra el indulto de Cbessman y de la Constitución del Estado de California, procedió en consecuencia, no como el mal político que es, sino como el gobernador de un Estado de la Unión Americana ante el cual se plantea categóricamente la razón suprema de Estado: suspender Ja ejecución de la sentencia contra Caryl Chessman por sesenta días y convocar a la Asamblea l e gislativa del Estado para que tome una posición ante la? pena de muerte. Yo no sé lo que le diría Roy Kubbotom al gobernador, pero es probable que le leyese un párrafo de un diario de Londres, que dice asi: Si Chessman es ejecutado, el de mañana será un día en que resultará mu? desagradable ser americano. ¿Extraño? No. El concepto sagrado de la ley escrita es tan importante en nuestro mundo de hoy como lo fue en el pasado. Pero, aun prescindiendo de la tragedia humana que representaba la existencia de un ser condenado a muerte durante doce años, la realidad es que en nuestro mundo moderno las distancias han desaparecido y las comunicaciones funcionan al segundo y las masas opinan, y hay que atenerse no sólo a las leyes que regulan los Estados, sino a los climas de opinión que los envuelvan. Eisenhower no hubiera ido la semana próxima a Sudamérica después de haberse ejecutado a Chessman sin exponerse a violentas manifestaciones contra él, como presidente, y contra Estados Unidos. A un viaje de buena voluntad no se puede ir lanzando por delante la ponzoña de un caso como el de Chessman, en plena controversia universal. Esta es una situación en la que, con admirable sentido de la realidad, se ha impuesto la razón de Estado por encima COMPRAMOS DE Potencia final cursa: 350 a 400 tons Mesa: 2.00011,300 mm. o dimensiones parecidos. Escribir a! nÉn. 9.777. La Prensa tomen, 16. iáSSRSU

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