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ABC MADRID 13-02-1960 página 3
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ABC MADRID 13-02-1960 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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IARIÍ 3 T R A DO IX U SDE IN A BE I NI T RADO F 0 R M A C I 0 N G E N E R A 1 II FUNDADO EN 1905 POR DON XORCUATO LUGA DE TEÑÍ E ahí una pa- reja de pala bras de las más populares entre los hombres. ¿Quién no sueña con verse incluido en la categoría de la primera o no deplora figurar en la segunda? Entre ellas se dibuja borrosamente una llamada clase media que también abarca una zona amplia pero indecisa de la sociedad humana. Todo ello supone otra condición que se suele invocar como clave de la distribución de los hombres en aquellas categorías económicas: la de la suerte. Tener buena o mala suerte es para, muchos el todo de la vida, que así es enfocada como una lotería. Un rico es un hombre afortunado o sea de buena fortuna en la distribución de los bienes, entre los hombres, y la palabra fortuna viene de fortuito, o sea azaroso, casual. Sin embargo, es indudable que el dua lismo ricos y pobres ya desvirtuándose de día en día, y que tiende incluso a desaparecer. Contra su posible desapari- ción no falta quien invoque hasta tex- tos evangélicos, y convierta en una es- pecie de dogma la existencia de los pobres. -Pues- ¿no fue el propio Cristo el que la declara inamovible, saliendo al encuentro de quienes murmuraban del dispendio; hecho por María, la, hermana de Lázaro, para ungir su sagrada cabeza, pocos díasí antes dé su muerte, con un aroma que se- cotizaba en trescientos denarios? Cuánto mejor hubiéranse empleado enJ aliviar a los pobres! decían lo murmuradores, a quienes atajó el propio Cristo diciéndoles que a los pobres los tenéis siempre con. vosotros, y podéis hacerles bien cuando queráis; pero a Mi no siempre? me tenéis. Al ungirme así esta mujer haí venido a prevenir la unción, de la sepultura. Se ha llegado, hasta por autorest conspicuos, a alterar la expresión literal Sde la observación de Cristo, haciéndole decir que siempre tendréis- pobre entre vosotros y no. como realmente dice: siempre tenéis a los; pobresíi con vosptros sin prejuzgar laÉcuestión de s s! evitable o inevitable i í humana el estado de pro bién, -en esto como en todo, lo jámero que hace falta es ponerse de acuerde 1 sobre el sentido de las palabras. Jke- palabra- pobre en sentido estricto significa la condición de quien carece de todo medio de vida, y por tanto se halla a merced de los demás para satisfacer sus necesidades. En un sentido más amplio, se llama pobre al que no posee bienes materiales suficientes para aquella satisfacción, pero sí medios de actuar por su propio trabajo sobre bienes propios o procurarse por el cambio los ajenos. En un sentido intermedio entre estos dos, se considera como pobre a quien, pudiendo ofrecer su trabajo a los demás, no encuentra quien se lo acepte a cambio N F 0 RM A C I 0 I GENER L SY POBRES de otros bienes y se halla, como se dice, sin colocación. Por el contrario, se llama rico a quien posee hasta el exceso bie- nes materiales para satisfacer sus necesidades y aspiraciones vitales, ya sea sin trabajo, ya con su propio trabajo sobre ellos, o a cambio de los bienes ajenos que a tal efecto se le brindan. Es difícil encontrar quien no necesite recurrir al trabajo o a los bienes ajenos por su cambio con los propios para colmar todas sus apetencias. Dada la actual división de los bienes y del trabajo social, este recurso se impone en mayor o menor proporción. No se da. pues, una persona absolutamente rica, pero también es raro el pobre absolutamente carente de todo bien o trabajo propio y pendiente únicamente de los ajenos. La pobreza consiste en la carencia de bienes de trabajo canjeables, por invalidez física o mental- -mutilación, enfermedad, edad- o por carencia de colocación para canjearlos. Pero cabalmente, esta condición, cuya triste realidad es obvia, cae bajo la protección de la hoy llamada justicia social, y no bajo la mendicidad como antaño, cuyo único remedio se hallaba en la limosna. La sociedad se organiza cada día más en forma de atender a las necesidades de los inválidos y de los parados, y ello por obligación estatal o patronal, y sobre todo mediante instituciones de seguro que prestan asistencia en los accidentes adversos de la vida a sus reales víctimas, a cambio! de una pequeña cotización de todos los amenazados con ellos. Queda siempre un número de accidentados imprevisibles cuya atención se halla encomendada a la benevolencia o misericordia de quien tropieza con ellos, y ellos serían los pobres o miserables por excelencia, y más o menos ricos todos los demás. En tales condiciones, el problema de la pobreza, cuya solución se confiaba antaño a la simplicísima de la limosna, reviste hoy gran complejidad. Las necesidades y aspiraciones humanas se satisfa- cen a bases de bienes propios p a r a fines propios, medios propios para fines ajenos o medios ajenos para fines propios; en estos dos últimos casos, o se combinan entre sí constituyendo el cambio, o se dan separadamente a título gratuito como un donativo que. cuando tiene lugar en favor de necesitados, supone la pobreza en quienes lo reciben. En una palabra, loa deseos humanos se satisfacen por sí y para sí, por sí y para los demás, o por los demás para sí mismo, con cambio o sin él, suponiendo en este caso la pobreza En todo caso, los bienes en cuestión pueden ser objetos materiales o actividades laborales. La solución del problema de la pobreza requiere, ante todo, que las personas pudientes se hallen convencidas de que los bienes que poseen como propios no lo son en propiedad absoluta y egoísta, sino también destinados al procomún, tanto en orden al consumo como a la producción; y las personas peor dotadas, de que deben disponerse a la paciencia y resignación ante las contrariedades inevitables de la vida. En segundo lugar, exige una adecuada organización social de conjunción armónica de los bienes materiales con los laborales entre sus titulares respectivamente propietarios y trabajadores, mediante una acertada distribución de unos y de otros, bajo la dirección empresaria. Esta conjunción se, ha de procurar por la vía de la espontaneidad social hasta dond; se logre, con el ulterior cqmpleii. 23. to y suplemento de la intervención estatal. Los casos de inadecuación por carencia de facultades de trabajo o de materiales en que emplearlas, serán el objeto de una asistencia también organizada por el Poder público y secundada por la sociedad, sobre todo bajo la forma de seguro. Cuando falle la asistencia por un accidente inesperado e imprevisible, su solución es confiada a la- iniciativa particular, considerada como obligatoria y posiblemente sancionable con premios o castigos posteriores al cumplimiento o incumplimiento de tal deber. La generosidad y mutualidad social serán cultivadas en la educación para el más amplio logro de esta asistencia. El sentimiento de fraternidad humana contribuirá a exaltar está generosidad, y será a su vez exaltado por el de filiación respecto de Dios, padre de todos los hombres por El creados para un destino común a lograr por todos y para todos. Por eso el Cristianismo ha sido el principal artífice de la beneficencia social, pero sin excluir las soluciones justicieras ni considerar cómo facultativos los deberes de caridad, como tantos se suelen imaginar; no sin alguna mengua inmerecida del prestigio de las instituciones cristianas ante el prurito de justicia hoy prevalente en la convivencia humana como contrapuesta a la caridad Juan ZARAGÜETA I

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