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ABC MADRID 09-03-1958 página 43
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ABC MADRID 09-03-1958 página 43

  • EdiciónABC, MADRID
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É QUE MURIÓ LA DUQUESA É á i t í S l FHÍNCISCÁ PORTOGARREBO Y I R K P A Í C HERMANA DE LA EMPERATRIZ ÉUG ¿NIA L ilustre historiador don Antonio Ballesteros y B retta, en su Historia de España tomo IX, página 421, al hablar da la familia de la condesa de Montijo dice lo siguiente: Su hija Paca, la encantadora duquesa de Alba, estaba enferma; la terrible tuberculosis había hecho ¡presa en aquel delicado organismo. El pugilato mundano con Angela, Mlsdinaceli la impulsaba, en dsseraf renada carrera, a no abandonar los saraos ni las demás diversiones sociales. lia madre quiere alejarla del tráfago. Eugenia quisns apartar a su hermana de Madrid. En París imoría la duquesita. (Septiembre de 1860. De lo expuesto se deduce que la infortunada- -murió a los treinta y cinco años día edad- duquesa de Alba bajó al sepulcro a consecuencia de la enfermedad que pusieron de moda los románticos y quis tantos estragos hizo entre la juventud dsl siglo XIX. No obstante, y a pesar de lo que afirma sabio historiador, podemos ase 1 gurar que fue muy otra la isníermedad que puso fin, a sus días. Quien haya tenido curiosidad de leer Cartas familiares de la Bmpsiratriz Eugenia -parte de cuya correspondentiia va destinada a su hermana Paca- durante los siete años que mediaron entre la boda de la primaria con Napoleón (30 de enero de 1853) hasta el f llisctmiento de la segunda) 16 de septiembre ée 1860) habrá observado que en varias de las misivas se habla de la salud día ambas, cosa natural enitire hermanas que tanto se quisieron a p sar de su radical oposición en guatos y 1 caracteres. Así vemos, qué unas veces Eugfjniai día noticias de sis selluid a Paca y taras las pide sobre la de ésta, paro sin que nunca se especifiquen teamiEUte las dolencias de una y otra. Por lo que respecta a la duquesa és Alba, tes cartas nos llevan a la convicción de que durarnts varios años padeció una enfeomedad crónica e incurable, ipuesto qu a la postee lé ocasionó la muerta. Más de tres años antes del fatal desenlace, en febrero de 1857, ya se reflejan en las cartas de Eugenia los serlos temores que le inspira la salud de gU hermana cuando le escribe: No te puedo decir lo que uní atormenta tu estado de salud, porque de lejos se imagina uno si irtpre do peor y las noticias tranquilizam poco. Y unos renglones más abajo... Espero la consulta con viva Impaciencia y me pareos que harías bien ea venir a consultar a los médicos (se refiere a los de París) este verano. Por lo tanto, todo induce a sospechar que la enfbrmsdad era de cuidado. ¿Acaso la tuberculosis? Seguramente así lo propalarían las- gentes que la velan consumirse. sin sánales aparentes de otro- mal, ya que, si los había, eran cuidadosamer. 6 e ocultados. Y muchos debteron ser los comentarios acerca de la misteriosa enfermedad que aquejaba a tan encumbrada dama de la aristocracia española. El mismo Pedro Antonio de Alareón as hizo eco de estos rumores, y tal vez trató de diagnosticarla veladamente cuiando en su Ds Madrid a Ñapóles relata haber visto en París, paseando en- carretela por tú Bois de Boulogne a la duquesa de- Alba, que con los ojos y los labios entreabiertos, cual si respirase la luz y le faltase aire para vivir Pero la enfermedad E que postró a la toalla y bondadosa heraaana de la Emperatriz no fue la tuberculosis, sino otra todavía más implacable como vamos a ver. Todo el que lea con atención la citada cc- rrespondeiEiCia por muy ajeno qué sea. a los conocimientos médicos, siente la duda, por lo menos, de qué los síntomas expuestos en las cartas pertenezcan a la enfermedad que da Ballesteros como causante de la muerte de la duquesa. En tal forma es patente esto, que nosotros hemos sentido el vivo deseo de pretender esclarecer la cuestión; a tal efecto, y con la secreta esperanza da lograrlo, hemos realizado una detenida investigación entre la abundante correspondencia dirigida al duque de Essto- -íntimo amigo, tanto de te, familia Alba como de la Montijo- -con la tuerta de encontrar la prueba irrefutable de lo que sospechábamos. Ella consiste en una Carta d d conde de Galve, heanmiano del diuqote. de gos (1) James, n m ¡bre Inglés con que los amia Alba, que por s r diplomático con destino mes, designaban deJacoiboy (Luis iStuart Fiti JaXV duijue Alba VIII duque de; Beren la Embajada de España en París, pudo wick, qtte sá casó con Paca, tal 14 de febr ro 1 seguir el proceso, en su última fase día la de 1844. cruel enfermedad que arrebató la vida a su cuñada. La carta dice así en la ¡parte que nos interesa corasarntenH te a la enfermedad: La potare Paca ignora icomplebamenta su estado, y éste es tan malo y deja tatni pocas esperanzas de la menor cura, qu por esto mismo, el médico Jobert, que la asiste, ha resuelto d e c i r l a siempre a éála y a su madre, la Monteo- t o d o D o contrario de lo que él piensa y cree, y las dice a las dos siempre qu está mejor, y que se curará. ¡A mí y a James (1) nos ha hablado con franqueza, y nos ha dicho que desgraciadiaimente no tiene cura de ninguna 1 especie, pues tteni un cáncer que hace muchos progresos y que está ya en la masa de la sangre, y que únioamiente ¡lo que puedisn h a c e r los médicos, en el estado en que la pobre Paca está, es de tratar de hacerla vivir lo más tiempo posible. Si no sobreviene complicaciori alguna, pueda durar aún en este triste estado mucho tiempo, pero como los flujos continúan, pues antes de ayer volvió a tener tres en el día, dicen los; m é d i c o s Retrato de la duquesa de Alba, Mai a Francisca Portooarrei o y quij pusde sobreve- hermana de la Emperatriz Eugenia, obra del pintor F. X. Wlnterhalter. (Reproducción de V. Muro. nir una inflamación en el perifonía (sic) y entonces sería cosa de muy poco tiempo. Lo que la sostiene siempre a Paca en la creencia de su curación y mejoría es que lfc pobre no tiene por ahora dolores, pero rio sabe qué está amenazada de tenerloá horrorosos, aunque también podría suceder (y es de desear) que acabe de existir sin haberlos tenido. Con lo transcrito, queda aclarado, por completo, cuál fue el mal que afligió a la duquesa de Alba en los últimos años de su existencia. La infeliz, de haber padecido la enfermedad que Ballesteros le supone, tal vez hubiese tenido tan dilatada vida como su Hermana la Emperatriz, qué ésta sí que sufrió la tuberculosis en su juventud, que, según un autor, aa pasó esputando sangre y aun podría añadirse: y tosiendo a más y mejor hasta los noventa y cuatro afios; Be aquí dos hermanas que padecieron temibles enfermedades: cáncer y tuberculosis; pero mientras a una el cáncer la segó en flor, a la otra la tuberculosis la conéewÓ (hasta longevidad extraordinaria. Misterios del cuerpo humano y... designios de Dios. Ricardo PIELTAIN

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