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ABC MADRID 09-03-1958 página 37
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ABC MADRID 09-03-1958 página 37

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página37
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gsra dorna cabecea sobre las olas, ese levantado pico es lo único que da a los tripulas- tes sensación de horizonte. ¿Cutódo y de quién aprendieron las fiantes de mar gallegas el modo de fabricar estas singulares barcas, tan adecuadas ÍÍ las necesidades de la navegación costera? Porqus la áoma, -sufrido y marinero oarco d e i o s putii -íj r e r. i. la I M o en la- vela pueden acostarla sobre el mar. Desde el faro de cabo Silleiro, allá al fondo, entre festones de espuma y azul, contemplaba, no hace muíSiio, el cuchareo de una dorna dedicada a las faenas de la pesca. Encogía el corazón sólo el ver aquén frñgil cascarón de pino danzando a dt lia jlaY ivn r qw I. Í i J. ción pareja a la del milenario carro d bueyes en las corr doiras del interior. Tal vez los fenicios, que traían la derrota délas Casitérides en busca del estaño, o acaso los normandos, dieron con sus naaves eü patrón para las dornas primitivas. Una reproducción de una. nave vikinga, en el Museo de Pontevedra, apunta muchos rasgos, de las dornas. Y en el mismo Museo puede verse una estela romana que representa una nave de tingladillo, con espolones s. popa y proa, muy semejante a otra que ilustra un códice de las Cantigas d Rej Sabio. (Las fotos -nos fueron cedidas por el director del Museo, señor Hlgueira Valverde. Cuando se enamora un mozo de Cambados, de 1 Grove o de Santa Eugenia, lo primero que hace s juntar cuatro mil pesetas; eso es, más o menos, lo que cuesta una dorna equipada. Después, con él Cachóte que arma dornas en la isla de Ons o con otro diestro calafate, contrata una dorna nueva. Y se casa. Y se echa a navegar el porvenir de la familia. Cuando viene el primer hijo, si es varón, no bien te han caído los dientes de la leche, y ya s ¡o lleva su padre a bordo, Y allí se pasar la vida, en su dorna- -en su casa, pues la dorna es una embarcación familiar- a lomos de las olas, rondando bajos y entenadas. Cierto que la dorna es barco muj marinero; pero hay que gobernarlo cor destreza, sobre todo cuando se barloventea pues un movimiento equivocado en e ti- se van los pescadores hasta la altura de Punisterre, o más arriba, o se adentran en la mar cuarenta o más millas, hasta que ya se difuinlna eü perfil de la costa! ¿Podrá haber en el mundo más valientes y expertos marineros que éstos, que, con una dorna por todo patrimonio, se j asan la vicia fobic la- otas L 1 M Dorna navegando en ¡a ría de Arosa. (Foto Betlver. Ilustración de las Cantigas de Alfonso X, con nave de tingladillo y vela romana. Estela romana, del Museo de Pontevedra, representando una nave de tingladillo.

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