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ABC MADRID 19-10-1957 página 25
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ABC MADRID 19-10-1957 página 25

  • EdiciónABC, MADRID
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lo comen A tal se dlsponea- -taltaiido a los pactos de paz perpetua, con la tinta de las firmas aún fresca- y Cogolludo ¿ontempld el forcejeo de un cardenal y de iHia Risina llegados hasta allf i a Jornadas no áe, Beyma, sino de trotero Betiráronse las íueraas navarra y aragoinesa pero los castellanos penetraron en Aragón y asolaron Ariza. itespués se retiraron Medinaoeli, nombrándose a los que ibabian de quedar cómo capitanes fronteros, ¡Entre ellos, don Iñigo López de Mendoza, al que le asiimaron la línea del Moncayo: En Agreda scy frontero. ¡iíiombre de pluma y espada, Inició crai aquélla la lucha en un Decir contra los aragoneses que tuvo adecuada réplica, porque algunos en Castilla chirlan más que papagayo Don Migo oo (iMarm 6 C H 1 la espada los decires de su pluma, y en los famosos campos de Araviana luchó bravamente Contra Ruy Díaz de Mendoza y sus tropas ¡navarras. No estuvo mudho tiempo el capitto poeta por, tierras del Moncayo, Conocidas por el Rey don Juan las habilidades de este caballero, le envió por capitán de la guerra contra los moros, el cual recibió el cargo con alegre cara, y lo tuvo en la frontera gran tiempo. Pero al marchar, llevaba entre sus papeles personales dos auténticas Joyas dé nuestra, lírica: la primera y la, segimda desús maravillpsas serranillas que orean nuestra frente- -escribe don Marcelino- -ccffl la brisa sutil del Moncayo Don Iñigo anduvo por las veredas del Moncayo cuando tenía poco más de treinta años, en la plenitud de su vida. Gran saboteador de la vida, de gustos refinados, agudo. y discreto y de tan gran co- razón, que ni las grandes cosas le alteraban ni en las pequeñas le placía entender. Hablaba muy bien y nunca le oían decir palabra que no fuese de notar ya para doctrina, ya para placer según escribió su biógrafo, Fernando del Pulgar. ¿Oóimo se enfrentó este gran ingenio y gran corazón con la grandeza de estas tien- as del Moncayo? Por de pronto vemos que las recorrió con amorosa contemplación. Y en las dos serranillas ci- tadas, gusta de engarzar, prendidos a los versos, ios nombres de 1 pueblos somontanos: Boxmediano. Torrellas, el Payo, l asmoz, Veratón, tJoneJares, IVaswares. A n ó n Morana... M s no sólo enuncia los nom bres de los pueblos, sino que, profundo conocedor del paisaje, dibuja con pincelada ISna el lugar del bello ncuentro: encima de Bosmediano o poco más acá dé Aflón, riberas de una fontana ¡EJsta exactitud, este cuidado y precisión, en un hombre que, ñümo don Iñigo, en las cosas pequeñas no le placía entender, revela que no tenía en cosa pequeña aquellos encuentros con las serranas, qué alegraban su vista y suscitaban eco grato en su corazón. Ya en la serranilla prlsnera hay un elogio general, que rewela la fuerte personalidad áé aquellas ímujeres: Sei; ranilias de Moncayo, Dios vos dé buen año entero, ca de muy torpe lacayo farfajles cavalléro. (Luego particulariza los elogios, describe a la serrana, sus vestidos: Vi serrana sin arg a. yo andar al, pie del otero, más clara que sale en Mayo, ell alva, nin su luzero. O bien aquella otra que traía saya apertárta, muy bien feolia en la cintura; Vepueía: I OPUZ de Bécquer. a guissa d Bslremadura cinta, e collera labrada, Y tras lá fina y detailláda descripción, el recuerdo de sus deliciosos diálogos con. estas mujeres a las que su pluma dio perenne Juventud, gracia y donaire. C? uatrocieAtos treinta y cinco años más tarde las contemplará GiKtavo Adolfo Bécquer: ...siempre riendo, siempre cantando, siempre de humor para cambiar ama cuchufleta con sus compañeros de viaje, y no hay miedo de que su cabeza vacite al atravesar un sitio peligroso o su ligero paso se acorte al llegar a lo último de la ipenosa Jornada. Pese a las diferencias de vida y de temperamento entre SantiUána y Bécquer, ambos coinciden en destacar la fuerte y bella personalidad de estas serranas, porque, como afirana Bécquer: ...en cualquier parte que se encuentre, si una vez se ha visto a una añonera, es imposible confundirla con las demás aldeanas. Hoy, podemos preguntarnos con Manrique- tal pasan flgui- as y sucesos que parecieron capitales- ¿qué se hizo el Rey don Juan; los infantes dé Aragón, ¿qué se hicieron? Pero de la gracia, belleza, señorío natural de las serranas dsl Moncayo no cabe lá nostálgica pregunta. Perduran a través de los siglos. Y cuando una añonera ha vendido en Tarazón su carga de leña y decide alcanzar la fama, se llama, por ejemplo, Raquel Meller, a quien el marqués de SantiUana hubiera dedicado gustoso una serranilla y Bécquer, una de sus cartas. Vozmedlano; I toftdo, envuelto en la niebla, el Moncayo.

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