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ABC MADRID 22-02-1957 página 3
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ABC MADRID 22-02-1957 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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DIARIO IliUS T R A D O DE I N F 0 RM AC I 0 N G E N E R A Ii FUNDADO EN 1905 POR DON TORCUATO Í. UCA DE TENA Ll? DIARIO ILUSA 0 D E IN F O R M A C I O N E- N E A L G truismo y magnanimidad, un lujo vital? Para que el turismo corrigiera sus matales recorridos, ciertas reservas de hotel, yores defectos bastaría con muy poco. días predeterminados de estancia en cada Quizá sólo con intentar restituir, su plena ciudad. Es decir, el turista no se puede extranjería al viajero que recorre países interesar, ni se puede enojar, ni se puede ajenos. Me explicaré: En este tiempo, las enamorar, ni se puede aburrir; y si algo oi ganizaciones colectivas, las agencias con de eso le acontece, lo sacrificará al plan sus sistemas de intérpretes, itinerarios, serinexorable que le han trazado las. agen- vicios de información, etc. atenúan el concias. No es esto lo más grave. Toda la- va- tacto- del viajero con ún. medio ajeno riedad de los modos ajenos de ser, toda Esto. es un error, porque equivale a que el la pluralidad que encierra la extranjería, que viaja pague por viajar menos, por disla experiencia de lo nuevo y queda unificada por la condición de turis- minuirque es. lo que precisamente va distasta. El turista. es de cualquier parte; sim- tinto, De otro lado, al uniformarse en el plemente de fuera a ló sumo, se dis- cando. universa del turista éste pieresquema tinguen los turistas según sean más ricos de su individualidad y hasta su persoo más pobres, según insistan más o me- nalidad nacional. Ante el turista en cuannos en bañarse o tengan ciertas preferen- to tal, nadie se comporta humanamencias alimenticias. Pero ¿por qué ocurre así? te, sino con arreglo. a un esquema genéEl viajero suspende siempre en cierto rico, consistente- en extraerle él máximo modo su vida, y por eso- e: viaje es una posible de moneda. Por esto, el turista vacación y una probable delicia. El via- sólo ve gestos convencionales, estereotije interrumpe la vida cotidiana por pados, que no van dirigidos a él personaleso aligera, porque descarga de rutina y mente, sino a nadie, a cualquiera, al turishabitualidad; pero esas suspensión es, jus- ta desconocido -que algún día tendrá tamente, la liberación- de otras porciones en o. en alguna ciutal vez más auténticas. y sinceras; el ver- I, su momento Por París en lugar de ser un dad italiana. dadero viajero es el: hombre en disponibi- viajero auténtico, ello, se convierte en un colidad, el hombre ágil, abierto, poroso, a leccionista de paradas, de aterrizajes, de quien en principio le pueden pasar muchas etiquetas ds hotel, de paisajes, de monucosas. Pero el turista suspende su vida en mentos, de platos típicos, dicho en una absoluto, se entiende, la suya personal, y palabra: el turista no est, á propiamente la sustituye por una esquemática, imper- en el país que visita, sino en un lugar sonal é insignificante. Diríamos, para ex- ficticio, compuesto de dos ingredientes: presarlo en su forma más breve y sencilla, uno, restos en conserva de su país de orique al turista no debe pasarle nada Si gen; el otro, el monótono y uniforme le pasa algo, esto es ya el fracaso del tu- mundo turístico que recubre por igual rismo, es que las cosas, no han marchado todos los países de Europa, y otros mubien. Y, claro está, si; al. turista no le pasa chos de otros continentes. nada, entonces al pueblo visitado no le Urge proceder a la desorganización del, pasa el turista: simplemente, éste pasa turismo internacional. Hay que dejar su Y como el extranjero se presenta hoy parte al azar, a lo inesperado, al contrasobre todo en forma de turista, se está dejan do, de contar- con él en otra- forma, se tiempo, a la sorpresa, a la aventura. Hay está perdiendo la esperanza en lo que el que dejar al. turista solo y- -mínimamente extranjero traía de innovación, renovación, al menos- -desamparado, en el país ajeno. manejarlo aireamiento, sorpresa, lejanía, promesas de Tiene que intentarexperimentar él mismo, hacerlo funcionar, sus. cosas inauditas. Por eso decía que el tu- ciones, conocer su lengua, su sistemaréacreal ri smo nos est 4 dejando sin extranjeros, de comunicaciones, sus gestos éspontános priva, tal vez, a cambio de algunas divisas, de, ciertas vitaminas, sin las cua- neos. El turista tiene que buscar los moles los pueblos viven anémicos, confinados, numentos- -a riesgo de saltarse algunos- porque los monumentos están en las ciuprovincianos. Sin duda el turismo tiene muchas justi- dades, no én las guías o los catálogos. ficaciones. ¿No significa el turismo, a pesar Tiene que intentar romper la muralla que de todas sus limitaciones, un gesto de al- ló separa del semejante, y al hacerlo, poner en juego su extranjería, pagar con ella misma la que viene buscando y sólo a ese precio puede hallar. Sólo ese intento de aproximarse al hombre que es otro puede enriquecer a los dos. Esa aproximación los hace prójimos y en ella consiste el ensayo de transmigración, que es la amistad. No es extraño, que en estos años últi Y mos se use y abuse tanto de la palabra coexistencia tiene un profundo páréncorta las náuseas y devuelve el bienestar en pleno mareo, siem. tesco con el contacto abstracto, falso, inpre que se retenga en el estómago sincero, deshumanizado, en que consiste el sus cápsulas- o comprimidos du- turismo actual. Conviene ver claro que lo ranbe solos cinco minutos. Esta fértil, lo creador, lo: humanó no es la inerpropiedad del MAREpSAN conste coexistencia con el que está al lado, tituye el mayor éxito conocido. sino la inventiva convivencia -tcon el que Antes y durante el viaje, tome 51 es, otro, con el extranjero, imaginado por 1 VÍAKEOSAN. la fantasía, misterioso, original y festival Producios de! laboratorio i SesEBsso L. turismo nos está dejando sin extranjeros. Así, formulada paradójicamente, la situación reclama es clarecimiento y nos invita quizá a meditar sobre ella. Especialmente en Europa occidental, pero en grado menor en otras porciones del mundo, en todas partes se encuentra un crecido número de hombres y mujeres procedentes dé p a í s e s ajenos. ¿Cómo puede decirse que nos estamos quedando sin extranjeros cuando apenas Se ve otra cosa? En un tiempo todavía no muy lejano, los viejos países europeos estaban solos, cada uno en, sí mismo, por decirlo así, en casa No se podría decir que estaban cerrados sino más bien lo contrario: abiertos, como las casas normales, sin cadenas ni cerrojos, a cuya puerta basta llamar. Las fronteras se cruzaban sin dificultad, a V ces sin pasaporte, con uña tarjeta de visita. Ni visados, ni indagatorias, ni reconocimientos médicos, ni divisas. Pero liabitualmente los que estaban dentro de cada nación eran sus nacionales, los cuales constituían una sociedad definida por usos, vigencias, costumbres, un repertorio de cosas consabidas. A las sociedades anteriores, homogéneas, en cierto nodo domésticas y familiares, hechas de menudos secretos de convivencia, do recuerdos, de alusiones evidentes, de habitualidades, también de cotidianidad y monotonía, llegaba, con mayor o menor frecuencia, el extranjero ¿Quién era éste? Por lo pronto, el otro El día festivo en la semana, el enigma, que no se acaba de entender, el viajero que trae cosas qua contar, el hombre con- secrtetos, el que no se sabe de dónde viene ni, acaso, qué. se propone. Gracias al extranjero, adquiere más sentido el nosotros se paladea la soledad, la voluptuosidad del estar en casa de que todo alrededor nos haga guiños, como la lengua extraña ños hace ssntir el encanto de, nuestros modismos. Por otra 1 parte, el extranjero es la vacación, el enriquecimiento imaginario, el ensayo de posibilidades nuevas, la conciencia- de la propia- limitación. E Pero si es así, ¿por qué enfrentar al extranjero y al turista? El turista anula su condición de extranjería- -en lo que ésta tiene de más fecunda- -porque, lejos de ser el desconocido, es un tópico. Frente al halo de misteriosidad del extranjero el turista aparece como una realidad archisatoida, sin novedad, esquemática, indiferente. Tan pronto como alguien ingresa en la rúbrica turista automáticamente deja de interesar. Nada se espera de él- -a no ser algún dinero- ningún estimulo, ninguna sorpresa, no digamos una revelación. El turismo en su forma actual es la, exclusión, de la aventura, y por eso el turista deja de ser una aventura para los que lo reciben ¿Por qué es así? Ante todo, los turistas son muchos. Llegan en bandadas y de preferencia en ciertas estaciones del año, como las aves migratorias o los bancos de. peces que se desplazan por el Océano; se convierten, pues, en una realidad gregaria, en que la individualidad se desvanece. En segundo. lugar, suelen llevar un itinerario hecho: Julián MARÍAS

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