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ABC MADRID 01-11-1956 página 3
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ABC MADRID 01-11-1956 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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DIAJUO IL U S F GFUNDADO EN t 305 POR DON TORCUSTO LUCA DE. TENA D 1 A R i 0 I L U, ST RA D 0 DE I N F 0 M A C. I O- iN G E N E. R A- I E C I E N T EMENTE se ha celebrado en Madrid un Congreso de perfección y apostolado de especial resonancia. no sólo por el número y la 1 calidad de sus participantes y de sus trabajos, sino- también por la circunstancia, de haber, sido singularmente patrocinado por la- Santa. Sede. hasta el punto de haberse hecho representar en. él, coriio Legado pontificio, por el cardenal Valen. La grandeza: del temaj glosado eh iiíia carta del propio Sumo Pontífice Pío Xll a dicho cardenal, explica esta solemnidad excepcional. Vale la pena de- que le dediquemos este somero comentario. La perfección en efecto, se dice de la. meta insuperable dé bondad y de felicidad a, que aspira el corazón humano en sus andanzas por este valle de lágrimas, No es un concepto estático, de algo hecho, y terminado, cuál sugiere la etimología de lo perfecto sirio dinámico, de algo que está haciéndose pero que nunca acaba de hacerse del todo; un ideal de perfección es- algo inasequible, pero al que pretende aproximarse cada vez más la; realidad operante y va lográndolo aún a pesar de quedar siempre por debajo de él. Se áa. esta ya singular condición en el dominio de lo matemático: el cálculo. infinitesimal está basado en ella. La circunferencia es una curva en la que cabe inscribir o circunscribir ún polígono que, a medida que aumenta su número de lados, va aesrpándose a la circunferencia, pero sin dejar de ser polígono. En la. Física se nos dice que la ley de Mariotts no se cumple del todo en la realidad, por: aqudlo de que. no s. e da en ella un gas perfectOj o sea en- el que la relación de la presión con el volumen, á una temperatura dada, sea constante. En biología, no hay especie, qué realice plena- mente el prototipo que la caracteriza y define, sin perjuicio de serle más o menos próxima. Adviértase qüe la imperfección- no es precisamente una limitación: cada ser de este mundo está limitado dentro de su género y especie, en los que pudiera ser relativamente, perfecto, pero no lo es. Cabe, -sin embargo, considerar también la perfección absoluta, por encima de todos los géneros y especies, que evidentemente- no puede conr venir a criatura alguna, sinp sólo á Dios su Creador, que, al crearlas, no se agota en su paríicipabilidad o comunicabilidad de dotes a élls. Donde Ja palabra perfección tiene una resonancia especial y más afín a lo que ha sido objeto del pasado Congreso, es en la vida humana y en lo que tiene de específicamente humano, o sea en lo moral, lo: social y jurídico, y lo religiosa, Pudiera decír. se en Moral que la perfección consiste en cumplir perfectamente con su deber Sin embargo, es eláio que el deber propiamente dicho 1- -el cumpliminto de Jos. diez mandamientos- -no señala sino una pauta dé conducta qüe pudiera llamarse mediarla, o. sea concerniente a la totalidad- dé los hombres, que no cabe presuman de. perfectos. Además de la ley obligatoria pro- piamente dicha, se nos bnnda la zona. de lo permitido -o sea lo lícito sin ser obligatorio- -y, sobre todo, la zona de lo aconsejado: la primera se da fuera de la ley, aunque dentrp de su cauce; la segunda se eleva por ericima de ella en un vuelo de mejoramiento incesante de la realidad, que no se nos impone como un deber, pero sí nos atrae con un señuelo de idealidad: ahí cabe ya hablar de perfección. La perfección afecta taméién en lo, moral a lo que pudiera llamarse sus motivos, de inspiración: -ei agente moral es naturalmente inducido. á cumplir con su deber por. motivos de placer y de dolor de 1 los que hace frecuentemente los fines de su actividad, lograr lo placentero, y evitar lo doloroso es para muchos hú manos el ideal de la vida, ideal no reñido con la moral siempre qué sea apetecido dentro de sus normas. Pero no es un ideal de perfección el hacer de tales móviles- -que moraímente son estímulos dé la acción más qué fines de la misma- -la meta de nuestros afanes. El bien que los antiguos escolásticos, llamaban dé honestidad o sea de dignidad en la escala, de perfección de los objetivos vitales y del sujeto viviente, independientemente del placer que nos procuren o del sacrificio doloroso que exíjanles el apetecible con la que los moralistas llaman pureza de intención y en la que es dado cifrar la perfección de nuestros actos. Estas distinciones se extienden también al Orden jurídico en el que cabe señalar uña zona de lo obligatorio y lo facultativo, y dentro de éste, de lo aconsejable; y una motivación más ó menos inspirada en el respeto y mejor aún en el amor a nuestro prójimo, comprendiendo bajo tal nombre un área cada vez más amplia y hasta, rayana en la universalidad del género humano. Pero aquí es de señalar la gran ley de la división del trabajó sociaf que nos impone a cada uno de nosotros una modalidad profesional, en carrilada en una especialidad determk nada, entre las que integran la gran tarea colectora de la elaboración y el progreso de la cultura. Cabe en ella hablar de perfección dentro de cada especialidad, pero rio olvidando su esencial limitación, que viene a ser una ixperfección en orden a la totalidad humana; P u e d e cada uno aspirar a ser un perfecto labrador, matemático o médico sin presumir tpor ello de realizar plenamente el id eal humano, sino sólo de contribuir a él dentro de la jerarquía del trabajo con una aportación insuperable. Finalmente tenemos, e, l orden religioso, en el que s frecuente, hablar, de perfección Este orden absorbe lo moral y lo jurídico, y así lleva consigo cuanto dejamos dicho tocante a la perfección en estos órdenes. Pero tiene en su haber como específico lo religioso, o sea la relación del hombre con Dios. Se da en él un equívoco, que es el de confundir el estado Je perfección cual se dice del que hace votos religiosos de pobreza, castidad y obediencia, con la perfección propiamente dicha, cuya aproximación se facilita- en dicho estado, pero ni se da siempre ni se da sólo dentro dé él. La perfección en; lo religioso, como en lo moral, se halla en la pureza de intención con que Dios es büscád o por el hombre. Porque el hombre requiere a Dios, a veces, ccon- miras interesadas, cual és la de que. le sea propicio en las necesidades y aspiraciones vitales. de los bienes de este mundo, pendiente de la Providencia divina: la oración es, sebre todo, entendida así por muchos hombres que se dicen religiosos; sube en grado de perfección cuando solicita de Dios su asistencia para él cumplimiento del orden moral. Otros aspiran a unirse con Dios en la adoración, y el amor, pero por una adoración y un amor en eíque encuentran, la satisfacción de su ansia de lo divino, y cierta compensación o consuelo de las contrariedades de esta vida en lo humano. Unos y otros cultivan una religiosidad interesada, más en. los primeros que en los segundos, y no cabe decir, de ella que sea perfecta. La perfección de la religiosidad se cifra en ía adoración, y el amor desinteresados del hombre a í) ios, eri la íntima complacencia de su grandeza y de su bondad y su consiguiente glorificación externa, por ser El bueno eri- sí. y no sólo para nosotros. De esta manera, y en todos los órdenes, la aspiración a la perfección se caracteriza por la gradual realización del ideal jerárquicamente ordenado, y por la apetición del bien desinteresado, de todo placer y egoísmo personales. La perfección se nos ofrece como un non plus, ultra inaccesible, y así y todo como un polo tíe, atra ción e incesante plus ultra hacia su consecución. Del dinamismo hacia el a pudiera retraernos dicha condición üe inaccesibilidad, pero debemos darnos por satisfechos en esta vida con una progresiva aproximación al Bien Absoluto que aguardamos én la venidera comb recompensa de nuestro esfuerzo ascensional hacia El, y contentarnos con hacer de este mundo, según la frase ya consagrada, un mundo cada vez. mejor o sea cada vez más cercano al ideal de perfección. que añoramos y viene- á ser el supremo aliento de nuestra vida moral en nuestro fatigoso caminar en pos de Él. Juan ZARAGÜETÁ

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